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Vampiro, definición

De acuerdo a ciertas tradiciones multiseculares, un vampiro es un muerto, espectro o muerto viviente —que ha sido resucitado de alguna forma— a menudo con colmillos afilados, que tiene la capacidad de salir de la tumba para chupar poco a poco la sangre de los vivos mientras duermen por la noche, hasta finalmente matarlos y eventualmente transformarse en vampiros. En sentido figurado (desde el siglo XVIII), un vampiro es una persona avariciosa y usurera que se aprovecha de los demás, especialmente para su beneficio personal. Aplicado a las mujeres, una vampiresa es una coqueta o casquivana que explota y arruina a los hombres.

Un vampiro es una criatura mítica que se cree que sobrevive alimentándose de la sangre de los vivos. Imagen tomada de https://www.bbc.com/mundo/articles/crggewdg585o

George-Louis Leclerc, conde de Buffon y los murciélagos vampiros de América

El naturalista francés George-Louis Leclerc, conde de Buffon (1707-1788) fue el que introdujo el término “murciélago vampiro” (en su Histoire Naturelle, escrita entre 1749-1767) para denominar a ciertas especies de murciélagos de América tropical, de la familia Phyllostomidae del orden de los quirópteros (Chiroptera) que se nutren de sangre, gracias a unos dientes incisivos muy cortantes y a una saliva con propiedades anestésicas y anticoagulantes, que viven desde el suroeste de Estados Unidos, hasta el norte de Argentina y Chile.

Concretamente, en América existen tres especies de murciélagos hematófagos o que se alimentan de sangre, de la familia Phyllostomidae, subfamilia Desmodontinae: Desmodus rotundus que succiona sangre, en especial de ungulados (animales con pezuña) y a veces de humanos y otros animales domésticos; Diaemus youngii antes youngi y Diphylla ecaudata, que se alimentan preferentemente de sangre de aves. Aunque otros murciélagos de las familias Megadermatidae y Phyllostomidae no se alimentan de sangre, el folklore los considera “vampiros”.

Un murciélago vampiro común Desmodus rotundus, alimentándose de un animal. Showcase of taxidermied animals, Natural History Museum, Vienna. Autor: Sandstein. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Desmodus_rotundus_feeding.jpg

En el siglo XIX también se aplicó el término “vampiro” para nombrar a los mosquitos hematófagos y hasta cierto tipo de tarántula.

Vampirismo

El vampirismo es la acción cometida por un vampiro o también la creencia en los vampiros. Este término comenzó a usarse hacia el año 1794, con el agregado del sufijo griego -ismos (ισμος) que indica “proceso patológico”, del mismo modo que en las palabras paludismo, raquitismo, vaginismo y botulismo.

Origen de la palabra “vampiro”

El término “vampiro” fue tomado del francés vampire. El diccionario de la RAE incluye el vocablo en su edición 1843 y dice: Vampiro. “Nombre que dan en ciertos países septentrionales a los cadáveres que suponen salir del sepulcro a chupar la sangre de los vivos”. También “murciélago de gran tamaño que chupa la sangre de las personas dormidas”.

El francés vampire (“ser imaginario que saldría de la tumba de noche, para chupar la sangre de los vivos”) se documenta en 1738 en la novela epistolar Cartas Judías del escritor Jean-Baptiste Boyer D’Argens (1704-1771). En inglés se escribe también vampire, y en ambos casos deriva del alemán Vampir. Entonces, “Vampiro en español, del francés vampire y éste del alemán Vampir, probablemente de origen eslávico.

Vampir en alemán se registra primero en el año 1725

Según el historiador germano Thomas M. Bohn (1963-), autor de «El Vampiro. Un Mito Europeo”, el término alemán Vampir apareció escrito por vez primera en el periófico austriaco «Wienerisches Diarium» (ahora “Wiener Zeitung”) en el año 1725, de donde pronto pasó al francés y al inglés. Bohn también menciona un «Debate de los Vampiros en Leipzig» o la controversia científica, médica y teológica que surgió entre 1725 y 1735 en Leipzig. Quien tenga interés en este tema puede leer detenidamente este ensayo. En términos coloquiales, Vampir equivale a blutaussaugers “chupador de sangre”. 

Vampir, vampire, vampiro es un término que se originó entre los siglos XVII-XVIII en la región de Europa Central y Oriental en el bajo Danubio. En algún lugar comprendido en países como Serbia, Hungría, Montenegro, Bulgaria, Ucrania, Rumanía, Croacia, etc. Y aunque  no coinciden del todo los filólogos, puede proponerse la siguiente secuencia:

Vampiro en español, del francés vampire, de Vampir en alemán, probablemente del serbio (lengua indoeuropea eslava meridional) y también del magiar o húngaro vampir (relacionado con upir en lengua checa y upyr’, en ruso) a su vez de la hipotética raíz proto eslava *ǫpirĭ, *ǫpyrĭ o probablemente del túrcico obur, “voraz”, “insaciable”, tal vez de la raíz proto túrquica  *ōp-, “beber de un solo trago”, “engullir”. Como puede apreciarse, muchos términos y radicales llevan asterisco, lo que revela una gran carga hipotética.

Vampir en alemán también ocurre en idiomas como el ruso, polaco, checo, búlgaro, etc., con variantes como: vapir, vepir (búlgaro); veper, vopyr (lengua rutana, un dialecto del ucraniano); upyr, upir (ruso); upior (polaco).

¿Cómo es que Vampir en alemán tiene su origen en las regiones de Europa central y oriental?

Todo comenzó a finales del siglo XVII y principios del XVIII, cuando en Serbia empezaron a morir personas de manera inexplicable —con una sensación de asfixia—, que se decían perseguidas por ciertos vecinos ya fallecidos

Para indagar esas misteriosas muertes, acudían médicos austríacos —hablabantes de algunas variantes del alemán— que redactaban informes detallados de todo los hallazgos; memorias  que llegaban a la prensa de Austria y a los círculos médicos. Así fue como el término Vampir, vampire viajó de Europa oriental a Europa occidental, aunque debe decirse que historias parecidas sobre estos míticos seres ávidos de sangre, se han dado prácticamente en todo el mundo.

Ante la sospecha de que vecinos ya fallecidos salían del sepulcro durante la noche para chupar la sangre de ciertas personas mientras dormían, los vecinos decidieron exhumar cadáveres bajo sospecha, y los médicos y funcionarios austríacos acudían junto con los lugareños para recoger posibles evidencias.

Algunos reportes decían que el cuerpo de algunos muertos mostraba un excelente estado de conservación, que incluso a veces había restos de sangre en la boca, nariz, ojos y oídos; presumiblemente de la que succionaban a los vivos mientras dormían. 

Alguien debe haber murmurado ‘upir’

De acuerdo con Radenković, “el profesor Clemens Ruthner del Trinity College de Dublín, Irlanda, cree que la palabra ‘vampiro’ surgió de la época en que los médicos austriacos abrían las tumbas y hablaban con los intérpretes locales para entender lo que había sucedido”. “El intérprete probablemente murmuró algo como ‘upir‘, que es una palabra eslovena para ‘demonio’, y de ese malentendido nació la palabra vampiro”. “A través del encuentro colonial entre funcionarios austriacos que se consideraban ‘ilustrados’ y los aldeanos locales que eran percibidos como ‘primitivos’ por los austriacos, surgió una nueva criatura” (Milica Radenković Jeremić. El malentendido que dio origen al popular mito de los vampiros. BBC News Mundo (Serbia) 30 junio 2024. En línea.

Según la creencia de los lugareños, cuando exhumaban “algún muerto sospechoso de vampiro”, le atravesaban el corazón con una estaca y después lo quemaban, para dar fin a esa abominable criatura influenciada por el demonio.

Interpretación científica

De una manera muy general, se ha propuesto que tal vez la causa de muerte de personas que supuestamente morían por el ataque de vampiros, haya sido el ántrax o carbunco (Bacillus anthracis) pulmonar o enfermedad de Woolsorter, que en aquellos tiempos solía asolar aquellas regiones. Los enfermos padecían fiebre, tos, debilidad, falla respiratoria, shock séptico y meningitis. Además, nadie vio o ha visto realmente jamás un vampiro, eso sólo son cosas de novelas y películas, con una gran carga de imaginación.

Pero además del ántrax, otras enfermedades como la porfiria, la tuberculosis, la pelagra y la rabia, pudieron ser causantes de un cuadro clínico que se asemejara al vampirismo. O también puede que a veces hayan sepultado personas vivas, por no existir un método fiable para dictaminar que alguien está realmente muerto y que ha llegado al fin de la vida, ya sin retorno.

Así mismo, el hecho de encontrar en las exhumaciones cadáveres con un aspecto “notablemente conservado”, puede explicarse en buena medida por las condiciones climáticas de aquella región europea, en las que prevalece un tiempo frío y húmedo que propician la saponificación, manteniendo al cuerpo con los miembros flexibles y la sangre algo fluida. Además, que las uñas y el cabello del difunto parecen crecer, se explica por la deshidratación natural del cadáver y la retracción de la piel, que produce esa apariencia.

En realidad, los hallazgos reportados de las exhumaciones de aquellos años eran auténticos, sin embargo, las interpretaciones sobre lo encontrado eran erróneas, pero ahora, a la luz de la ciencia actual, se pueden explicar mejor y desechar la creencia sobre los “vampiros”.

Agustín Calmet

Algunos escritores europeos, como el francés Agustín Calmet (1672-1757), avivaron el vampirismo. Calmet escribió un ensayo sobre los vampiros en 1746, en sus  Dissertations sur les apparitions des anges, des démons et des esprits, et sur les revenants et vampires de Hongrie, de Bohême, de Moravie et de Silésie (Disertaciones sobre las apariciones de ángeles, demonios y espíritus, y sobre los fantasmas y vampiros de Hungría, Bohemia, Moravia y Silesia), donde narra exhumaciones, convencido de que los vampiros eran una realidad.

El vampirismo o la creencia en los vampiros data de miles de años y ha existido en casi todo el mundo

En el folklore milenario de muchos lugares del mundo, la creencia muy antigua a veces atribuía a los vampiros el aspecto de murciélagos, pero también a veces se los consideraba demonios o íncubos que no sólo chupaban la sangre, sino que además tenían trato sexual con las mujeres víctimas. Esta superstición se fundamenta en la idea de que los cadáveres, por algún motivo insepultos o muertos en eventos violentos, llegan a una segunda vida terrena espectral. A todo esto se agrega el culto de la sangre como esencia biológica de la vida.

Muertos o espíritus que se alimentaban de sangre es una creencia popular en muchos países. Por ejemplo, en Indonesia, Polinesia, Escandinavia, Europa central y oriental, sobre todo en el bajo Danubio, en lugares como Rumanía, Bulgaria, Hungría, Ucrania, etc. también los pueblos prehispánicos de América tenían ciertos mitos sobre los vampiros. Pero obviamente el término no aparece sino hasta el siglo XVIII.

De los vampiros milenarios a los vampiros “modernos”

El concepto que actualmente tenemos sobre los vampiros se lo debemos a la literatura gótica, que floreció en Europa —especialmente en Inglaterra— entre finales del siglo XVIII e inicios del XIX —opuesta al racionalismo de la ilustración—, caracterizada por sus rasgos de ficción, exageración, crueldad, horror, espanto, fantasmas, apariciones de muertos. A estas obras debemos la idea de que los vampiros no pueden proyectar su imagen en los espejos, huyen de la luz, el agua bendita y los crucifijos, tienen la piel pálida como un cadáver, colmillos largos y afilados, que pueden volar con el aspecto de un enorme murciélago, que luego toma la figura humana cuando ya está ante la víctima, a la que cada noche visita para succionarle la sangre,y hacerla languidecer hasta que finalmente muere.

Una persona se convierte en vampiro de varias maneras, tal vez la más común era por ser mordido por otro vampiro, por brujería, suicidio, etc. Por lo general no mueren por enfermedades que habitualmente padecen los humanos. Se mencionan varias formas para destruirlos: clavándoles una estaca en el corazón, la incineración, la decapitación, la exposición a la luz.

Bram Stoker (1847-1912)

Por supuesto que hubo varios escritores que abordaban este tema, tanto en el siglo XIX como el XX, pero el novelista irlandés Bram Stoker publicó en 1897 su obra “Drácula”, la novela de ficción vampirista más destacada, inspirándose en las tradiciones irlandesas de su tiempo y la vida del conde de Transilvania Vlad Tepes III, hijo de Vlad II Drakul. Tepes significa “empalador” porque su método predilecto para asesinar a sus enemigos era el empalamiento. Una obra magistral que lleva a un horror que seduce. La leí dos veces con enorme fruición.

Pero no se crea que esto de los vampiros es cosa reciente, ya que hay antecedentes de seres mitológicos o imaginarios que atacaban a mujeres, niños y varones, aunque no necesariamente se alimentaban de sangre o carne humana. Basta citar sólo algunas.

Otros seres mitológicos que aterrorizaban

  • Súcubos. Durante la Edad Media, demonios con aspecto femenino que tenían relaciones carnales con varones mientras dormían. Del latín succŭba (concubina).      
  • Lilîtu.  una mujer demoníaca que, según los babilonios y los hebreos (milenios III-II a. C.), chupaba la sangre de los recién nacidos.
  • Λάμια (Lamia) otra mujer vampira que chupaba sangre según la mitología griega.
  • Στρίγξ (Strígx) latin strix, strigis citado por Ovidio vampiro que le chupaba la sangre a los niños. StrÍgx se tomó para denominar al orden de aves Strigiformes al que pertenecen las lechuzas y los tecolotes.
  • Para los romanos, larva era una sombra, demonio o fantasma semivivo que chupaba la sangre a doncellas y niños. Larvalis significaba horrendo, que produce espanto. Asimismo, los lemures eran fantasmas, espectros (spectrum) o demonios y Lemuria eran las fiestas para aplacar la sombra de los muertos, que se celebraban cada 9 de mayo.

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 28 de septiembre de 2024.

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan dispares. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías y ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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