Introducción
La palabra apocalipsis es un sustantivo. Cuando se refiere a los días postreros que marcan el fin del mundo, se escribe con minúscula (Los tiempos después del apocalipsis). Pero si se habla del último libro canónico del Nuevo Testamento, debe escribirse con mayúscula (A San Juan se le atribuye la autoría del Apocalipsis o Revelación).
Se usa preferentemente con el género masculino, aunque algunas veces se emplea con el género femenino, propio de su origen etimológico.
De una manera muy general, apocalipsis puede hacer referencia a:
- Escritos judíos o cristianos de autores por lo general pseudónimos, datados más o menos entre 200 a. C. – 150/300 d. C., que se asume, hacen revelaciones sobre el último propósito divino. Dichas revelaciones o verdades ocultas predecían el futuro en forma de eventos escatológicos ―que marcan el final de los tiempos― mediante simbolismos, que podían entenderse por los creyentes, pero ocultos o incomprensibles para otros.
- Revelación profética, especialmente referida a cataclismos, en los cuales, las fuerzas del bien siempre triunfan sobre las del mal.
- Cualquier revelación o profecía que manifiesta una verdad secreta, una manifestación divina.
- Discurso oscuro o enigmático, por lo incomprensible para muchos.
- Cualquier destrucción generalizada o universal.
- Sucesos terribles y espantosos.
Apocalipsis
El Apocalipsis es el vigésimo séptimo y último libro del Nuevo Testamento que contiene revelaciones misteriosas escritas en un lenguaje críptico, cuya autoría se atribuye a Juan el Divino o Juan de Patmos, el Siervo de Jesús, escrito hacia el último cuarto del siglo I d. C. En latín se llama Liber Apocalypsis.
El nombre de Juan en latín es Jōannēs o Jōhannēs, por eso se llaman ‘escritos joánicos’.
Etimología de ‘apocalipsis’
El término apocalipsis (Apocalipsis si se trata del libro bíblico) proviene del latín tardío eclesiástico ăpŏcălypsis, “apocalipsis”, “una revelación, una visión, algo que se descubre”; documentado, por ejemplo, en el Adversus Marcionem (contra el herético Marción de Anatolia), escrito por el teólogo cristiano Tertuliano (155/160-220).
El término latino ăpŏcălypsis tiene su origen en el antiguo griego
Ăpŏcălypsis deriva del griego ἀποκάλυψις = apokalypsis (literalmente ‘revelación’, ‘que se deja al descubierto’); de ἀποκαλύπτειν = apokalyptein (‘revelar’, ‘develar’, ‘descubrir algo que estaba oculto’. Verbo formado por ἀπό = apó– que indica ‘alejado’, ‘aparte’, ‘separado’ más καλύπτειν = kalyptein (‘ocultar’, ‘cubrir’, ‘enterrar un muerto, ‘cubrir algo una nube’).
Es decir, ‘apocalipsis’ (ἀποκάλυψις) es la acción de revelar (ἀποκαλύπτειν) lo que estaba oculto o se mantenía en secreto (καλύπτειν). Según el libro bíblico Apocalipsis, eso fue lo que Cristo hizo al revelar a Juan de Patmos las cosas que iban a suceder en los últimos días antes del fin, en donde las fuerzas del mal ―demonio, diablo, Satanás, Lucifer― serán derrotadas por las del bien o Dios.
Vínculos indoeuropeos
Estas palabras tienen relación con la raíz indoeuropea *k̂el-4 , *kel- (cubrir, ocultar, proteger) y su forma antigua *k̑el‑, de la que parecen depender palabras como: color, célula, clandestino, celo, caliptra (derivado de καλύπτειν), coleorriza, coleóptilo, apocalipsis, eucalipto, superciliar, ocultar y otras.
Y como esas revelaciones contienen mensajes que causan horror y espanto, entonces llamamos apocalíptico a cualquier suceso terrible y espantoso, que pueda ocasionar la destrucción definitiva de nuestro mundo ¿Una guerra mundial nuclear? ¿Cataclismo generalizado por el calentamiento global? ¿La colisión de un gran cometa o asteroide con la Tierra? ¿La llegada de una pandemia mortífera incontrolable? ¡Quién sabe!
Algunas citas bíblicas del Apocalipsis
Ap. 6:12-15
12 Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, la luna se volvió toda como sangre;
13 Y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento.
14 Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.
15 Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes…
Ap. 8:5
Y el ángel tomó el incensario y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos y voces, y relámpagos y un terremoto…
Consideraciones adicionales
Aunque es un asunto controvertido, parece que la opinión más aceptada es que el libro del Apocalipsis o la Revelación, fue escrito por Juan de Patmos, a veces también conocido como el Divino o como Juan el Apóstol (algunos creen que es la misma persona que Juan el Evangelista), quien se autonombró El Siervo de Jesús, que probablemente vivió entre 95-100 años.
El Apocalipsis es un buen ejemplo de literatura o temas apocalípticos que también se encuentran en el Antiguo Testamento, en libros como: Isaías, Ezequiel, Daniel, Joel y Zacarías. Fue escrito quizá entre los años 66-70 d. C., durante la persecución del emperador Nerón, antes de la destrucción de Jerusalén del año 70; o entre 90-95, cuando la persecución de Domiciano, al finalizar su mandato.
El autor escribió el libro en la isla griega de Patmos (Πάτμος en griego), ―la más septentrional del archipiélago Dodecaneso (las 12 islas)― donde estuvo desterrado. Dicha isla, de unos 35 km², se encuentra en el mar Egeo, a unos 75 km de la costa de Turquía.
Probablemente el Apocalipsis fue escrito por varios autores desconocidos
Dentro de la controversia sobre la autoría del Apocalipsis, algunos creen que su contenido parece más bien ser una colección de unidades separadas, compuestas por autores desconocidos que vivieron en el último cuarto del siglo I d. C. De cualquier manera, su contenido asombra por la capacidad para plasmar esa literatura tan críptica y aterrorizante, que reflejó la tremenda tensión y agobio que los cristianos de la época tenían ante la implacable y atroz persecución que sufrieron por parte del Imperio Romano. Pues fue hasta el siglo IV, cuando primero Constantino I El Grande y luego Teodosio I El Grande, por fin aceptaron y decretaron al cristianismo como la religión oficial del Imperio.
Es por eso que muchos mártires del cristianismo son de los siglos I-IV d. C. Sólo por mencionar algunos: Águeda de Catania, Andoquio de Sandieu, Basílides de Alejandría, Benigno de Dijon, San Esteban (el primer mártir cristiano muere por lapidación en el siglo I d. C.), San Vicente, etc.
Jesús Gerard Treviño Rodríguez. 11 de noviembre de 2022.