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sismo, seísmo, terremoto

Advertencia

Este artículo que trata sobre la naturaleza de un sismo, es inusualmente extenso por dos razones fundamentales: vivo en una zona de alta sismicidad y es un tema, como muchos otros, de mi mayor interés. Debo además aclarar que no soy ni geólogo, ni sismólogo, ni vulcanólogo, por lo que ofrezco una merecida disculpa a los lectores por las imprecisiones que puedan encontrar en él.

¿Qué es un sismo?

Sismo es sinónimo de ‘terremoto’ y de ‘temblor de tierra’, y es la forma de mayor uso en América. En cambio, en España se prefiere la variante seísmo, más afín a la etimología (griego antiguo seismós). Como soy de México, en lo sucesivo usaré la palabra ‘sismo’.

Un sismo es un movimiento repentino de la corteza terrestre, causado por la liberación de la enorme fuerza o presión acumulada a lo largo de las fallas geológicas o por la actividad volcánica.

Tarbuck y Lutgens dicen: “Un sismo es la vibración de la tierra producida por una rápida liberación de energía. Más frecuentemente son causados por deslizamiento a lo largo de una falla en la corteza terrestre. La energía liberada se irradia en todas direcciones desde la fuente o foco, en forma de ondas, que son análogas a las producidas cuando una piedra cae en un lago en calma. Justamente como el impacto que la piedra produce el movimiento de las ondas en el agua, un terremoto genera ondas que se propagan a través de la Tierra».

Sismos mayores a 4,5 grados de magnitud

«Aunque la energía se disipa rápidamente con el incremento de la distancia desde el foco, la alta sensibilidad de los instrumentos (sismógrafos) localizados en todo el mundo, registran el evento, si excede los 4,5 grados de magnitud. Los de menor valor son detectados por estaciones sísmicas más cercanas. Un terremoto de gran magnitud en Chile, por ejemplo, se registrará en una estación sismológica de Colorado, U. S. A., o de Tokio, Japón”. 

Dicho de otra manera: Un sismo (terremoto) es una sacudida del suelo, resultante de la liberación repentina de energía acumulada por las tensiones ejercidas sobre las rocas. Esta súbita liberación de energía se produce a lo largo de una falla, generalmente preexistente. Los terremotos por actividad volcánica o de origen artificial (explosiones, el paso de maquinaria pesada, detonaciones nucleares) son menos frecuentes.

Foco (hipocentro) y epicentro de un sismo

El sitio donde las rocas se fracturan en la profundidad de la tierra se llama hipocentro (del griego hypo- ‘debajo’, como en las palabras hipodermis e hipótesis), también foco (del latín focus, hogar, hoguera, fogón, el sitio donde se prende el fuego para cocinar, de donde emana el calor de la casa) o punto de origen de un terremoto, de donde salen las ondas sísmicas. Y el epicentro (del latín científico epicentrum, de epi-, ‘sobre’, como en las voces epidermis y epidural, y centrum, ‘centro’) es el punto sobre el suelo que representa a la vertical desde el foco.

Etimología de la palabra sismo

Según el DLE (2021), el término sismo llegó al castellano del francés séisme (sismo, terremoto, sacudida o temblor de tierra). Y aparece en la edición 1918 del diccionario español de Manuel Rodríguez Navas y Carrasco, que dice “procede del griego seismós, ‘sacudimiento”. 

Asimismo, debe señalarse que en francés también son válidas las formas seismal, sismal (la línea que sigue la trayectoria de la sacudida de un sismo); sismicité, séismicité (sismicidad, ‘localización y frecuencia de los temblores de tierra, en relación con las grandes fracturas de la corteza terrestre’); sismique, séismique (sísmico, ‘lo relacionado con los terremotos’); sismologie, séismologie (sismología, ‘la ciencia que estudia los sismos’ y de una manera más general, ‘otros movimientos del suelo, por diversas causas’. 

En cambio, ‘sismo’, sólo lo anota Le Pettit Larousse Illustré 2012 (Pequeño diccionario Larousse francés-francés 2012) como séisme, que lo define: “sacudida brusca de una región de la corteza terrestre, producida a una cierta profundidad, a partir de un foco o hipocentro (sinónimos: sacudida sísmica o telúrica, temblor de tierra, terremoto)”. También dice que en sentido figurado, significa «agitación, gran cambio, por ejemplo, un sismo electoral”. 

Seísmo, término de la Antigüedad clásica

El término seísmo (sismo) realmente no es un neologismo, puesto que ya los griegos de la Antigüedad clásica tenían la palabra σεισμόϛ (seismós), con el significado de ‘sacudida’, ‘temblor de tierra’, ‘terremoto’, ‘sacudida violenta de la tierra por fuerzas que actúan desde su interior’. Así usan el término Sófocles, Eurípides, Tucídides y Heródoto, todos, eruditos y escritores del siglo V antes de Cristo. 

Pero σεισμόϛ también se utilizó con otros sentidos: a) la agitación del follaje de un huerto; b) pasar medicamentos (hierbas secas, polvos) por un cedazo, pues para ello deben sacudirse; c) sacudirse uno mismo de algo. Seismós deriva a su vez del verbo σείω (seío) que significa ‘agitar’, ‘hacer temblar’, ‘estremecer’. Y es explicable que los griegos tuvieran esta palabra, pues Grecia se encuentra en una región de alta sismicidad.

Derivados de σεισμόϛ

Existen en el léxico del griego antiguo otros términos derivados:

1) σεισμοποιός (seismopoiós), ‘que causa sismos’. Nótese el elemento ποιός de poiein, ‘hacer’, ‘crear algo’, como en las palabras hematopoyesis, poesía y epopeya.

2) σεισμᾰτίας (seismatías), ‘relacionado con un terremoto’, ‘un cementerio en las ruinas causadas por un sismo’.

3) σεισί-χθων (seisí-chthon), era uno de los epítetos de los dioses Poseidón = Ποσειδῶν, (el dios que hacía que la tierra se estremeciera, cuando clavaba su tridente en el suelo; Neptuno para los romanos) y Zeus = Ζεύς (la suprema deidad, hijo de Cronos y Rea), un dios omnipresente, el amo de las tempestades, los relámpagos y truenos, con tanto poder que lo asociaban con la tierra trémula durante los sismos. Era Júpiter para los romanos.

4) σεισμoλóγιον (seismólogion, probablemente el antecedente de la palabra sismología), era ‘el tratado sobre los terremotos’. Este término se registra en griego tardío y medieval, documentado por ejemplo, en el año 263 en escritos del filósofo Porphyrius, alumno de Plotinos.

Terremoto, palabra de origen latino

Como ya lo mencioné, terremoto y temblor de tierra son sinónimos de ‘sismo’. No parece haber ningún escrito de la Antigüedad romana con la palabra seismós. En su lugar usaban la expresión terræ motus, literalmente “movimiento, temblor, agitación de tierra” (terrae es el genitivo de terra, ‘tierra’, más mōtus, ‘movimiento’). En esta página puede leerse en el Libro 1, 35, 78 de la obra De Divinatione de Cicerón (siglos II-I a. C.) : …”tantos terrae motus in Liguribus”… (…tantos terremotos en Liguria…). Probablemente hace mención de los años 217-216 a. C., cuando se registraron sismos importantes en esa región noroccidental de Italia.

Es importante además decir que la palabra terremoto debe tomarse en su real significado, o sea, ‘temblor de tierra’, pero no necesariamente un sismo devastador de gran magnitud, como muchas personas lo interpretan, sino que puede ser desde un movimiento muy leve, que no es percibido por las personas, hasta uno de gran magnitud que causa enormes daños y muchas víctimas mortales. 

Neologismos decimonónicos (del siglo XIX) procedentes de σεισμόϛ

En 1885 aparece la palabra séisme en un artículo de la Academia de Ciencias de París, cuyo autor fue Antoine d’Abbadie d’Arrast (1810-1897), explorador, astrónomo y lingüista. De séisme, seísmo surgieron en el siglo XIX términos que ya pueden considerarse neologismos, porque no existían en la antigüedad, como:

Sismicidad, con el sufijo de cualidad -dad (-tat en latín, como en las palabras bondad, cordialidad y maldad), es ‘la frecuencia con que suceden los sismos en cierta región, por ejemplo, Alaska tiene una alta sismicidad, mientras el estado de Coahuila, México, tiene una baja sismicidad.

Sismógrafo, con el elemento griego γράφω (-grapho, que expresa ‘representación gráfica’, grabar como en las palabras geografía y grafología), ‘aparato que registra vibraciones en el interior de la Tierra y en el suelo’, con datos sobre la hora, duración y amplitud de las ondas sísmicas. Del mismo modo que un microscopio nos permite ver cosas invisibles al ojo humano y el telescopio cuerpos en el espacio muy lejanos, los sismógrafos registran vibraciones del terreno que el humano no puede percibir y, por supuesto, también los perceptibles.

Sismograma (con el componente griego -γραμμα –gramma, ‘escrito’, ‘representación gráfica’, como en los términos electrocardiograma, gramática y telegrama). Es ‘el trazo o registro de un sismógrafo’.

Sismología

Sismología, ‘ciencia que estudia las ondas sísmicas o vibraciones naturales de la Tierra o también, las producidas por la actividad humana’. Con -λογία = -logía, ‘estudio o tratado, como en bacteriología, geología, espeleología, vulcanología y entomología. El vocablo sismología fue acuñado por el irlandés Robert Mallet (1810-1881), un ingeniero civil interesado en la mecánica de los terremotos y considerado como “el padre de la sismología”. Hizo experimentos en la playa Killiney, Irlanda, para ver cómo las ondas sísmicas se movían a través de la arena. Compiló un mapa sismológico del mundo y fue el primero en determinar el epicentro de un temblor de tierra. Se le atribuye haber sido el que acuñó además la palabra ‘epicentro’.

Algunos datos históricos

Grecia y Roma

Es innegable que los terremotos han sido un fenómeno natural a través de la prehistoria y la historia, del mismo modo que los eclipses, huracanes, tsunamis (consecuencia natural de los sismos), sequías, tormentas eléctricas, incendios forestales, erupciones volcánicas y otros desastres naturales.

Si tomamos en consideración que Grecia, y en general, toda la cuenca del Mediterráneo son zonas de alta sismicidad, no debe extrañarnos que los eruditos griegos de la antigüedad, formularon diversas conjeturas sobre los terremotos. Así, por ejemplo, Tales de Mileto (s. VI a. C.), pensó que los sismos se debían a tensiones entre la Tierra y el agua. Anaxímenes de Mileto de la misma época, decía que los episodios de sequía y de lluvias copiosas propiciaban la actividad sísmica. Demócrito (ss. V-IV a. C.) culpaba en general al agua de los terremotos. El erudito romano Plinio el Viejo (s. I d. C.) llamó a los terremotos ‘tormentas subterráneas’.

China

Del mismo modo, China es territorio de fuertes terremotos, por eso, destaca Chang Heng (78-139 d. C.), quien en el año 132 diseñó el primer sismógrafo para detectar el origen de estas sacudidas de la tierra.

Hipótesis renacentistas sobre la causa de los sismos

El polímata (que sabe de muchas cosas) alemán Athanasio Kricher (1602-1680), un hombre excéntrico, considerado por algunos como el último personaje del Renacimiento, propuso que los sismos se debían a la actividad de fuegos dentro de un sistema de canales en las profundidades de la Tierra. Fue un estudioso de la vulcanología y visitó el Vesubio.

El médico, naturalista y anticuario inglés Martin Lister (¿1639-1712?) y Nicolás Lemery (1645-1715), químico francés, coincidieron en proponer que los sismos se originan en reacciones químicas explosivas en las entrañas de la Tierra. 

El gran terremoto de Lisboa del 1 de noviembre de 1755, con una magnitud estimada de 8,4 grados (en esos años no había modo de medirlos) en la escala de Richter, que dejó una secuela de 20-40 mil muertos y la devastación del 80% de los edificios y viviendas, se considera fue el detonante para el inicio del estudio científico de los terremotos en la historia moderna de Europa, proceso que se intensificó durante el siglo XIX y continúa en nuestro tiempo.

Consideraciones adicionales

Los terremotos casi nunca matan personas directamente

Debe señalarse que los sismos pocas veces producen víctimas mortales de una manera directa. Durante la prehistoria, antes de la construcción de las ciudades, cuando las viviendas eran rústicas o eran refugios naturales como cavernas y cuevas, seguramente las víctimas eran pocas, pues no había edificios ni obras de infraestructura, que, al derrumbarse, ahora causan tantos muertos. Además, ¡en tiempos muy antiguos la población humana era mucho menor! 

Pero con la fundación de las ciudades, muchas muertes y lesiones en las personas y los animales domésticos se producen con la caída o colapso de los edificios, puentes y otras estructuras hechas por el hombre. Los incendios resultan del rompimiento de los ductos de gas o las líneas eléctricas durante el temblor. El derrame de sustancias químicas peligrosas, en regiones muy industrializadas también es un factor preocupante.

Sin embargo, desde tiempos muy remotos, los sismos también han matado mucha gente por eventos naturales secundarios o derivados, por ejemplo, tsunamis*, deslizamientos de tierra, aludes de nieve o de rocas, etc.

*Es importante distinguir el significado de maremoto y tsunami. Un maremoto (término formado por componentes latinos) es un sismo que se produce en el fondo del mar. Mientras que un tsunami (palabra de origen japonés que significa ‘enorme ola en el puerto’) es la ola marina gigantesca causada por el maremoto.

Si en promedio dormimos 8 horas al día, entonces una persona tiene un 33% de probabilidades de que la sorprenda un sismo de alta magnitud durante el sueño. Los que vivimos en zonas de alta sismicidad (unos 2.700 millones de personas), más vale que cada que nos vamos a dormir, roguemos a los dioses porque esto no suceda. Desde luego, eso no significa que si nos sorprende despiertos, tenemos garantizada nuestra supervivencia. No, ¡Nada más alejado de la realidad!

¿Cuántos sismos se producen?

Los sismos ocurren todo el tiempo. Algunas fuentes estiman que al año pueden suceder algo así como 1.000.000 (un millón) en todo el planeta. Entonces, son unos 2740 por día, 115 por hora, 2 por minuto, entre 0,8-1,0 cada 30 segundos. Si consideramos la inmensidad del universo, podemos decir que nuestro planeta es una diminuta, humilde y temblorosa esfera vagando por los confines del cosmos. Pero a veces esos estremecimientos son excepcionalmente intensos ¡Qué asombroso! 

A nivel mundial, más de 30 000 al año (unos 80 al día) son lo suficientemente fuertes para que puedan ser percibidos. Solamente unos 75  terremotos significativos ocurren anualmente, y muchos se producen en regiones remotas (Antártica, islas del Ártico, norte de Siberia, mar abierto), así que pasan desapercibidos por nosotros.

En resumen, anualmente se registran entre 600 000-800 000 sismos generalmente no percibidos (magnitud menor de 2,0); 300 000 (820 al día) potencialmente perceptibles; 49.000 percibidos por algunas personas (135); 6.200 (17 al día) que la mayoría siente; 800 (unos dos diarios) sacudidas que causan algunos daños; 266 (unos 20-22 cada mes) destructivos en zonas populosas; 18 (3 por bimestre) sismos mayores que producen serios daños; 1,4  (3 cada 2 años) grandes terremotos (magnitud 8,0 o mayor) que destruyen comunidades cerca del epicentro.

Debo aclarar que todas las cifras son resultado de diferentes investigaciones, y deben considerarse con la reserva del caso.

Intensidad y magnitud de los sismos

La fuerza de un terremoto depende de cuánto material rocoso se fracture y que tan lejos llegue el deslizamiento. Los sismos de más magnitud pueden sacudir el suelo violentamente a grandes distancias. Durante un temblor menor, la vibración puede ser no mayor que la causada por el paso de un vehículo pesado.

Intensidad

Los primeros intentos para expresar el tamaño y la fuerza de los terremotos dependían en gran medida de la descripción del evento, en cuanto la destrucción que producían. Esto tiene obvias dificultades y limitaciones, ya que la gente describe de forma diferente los efectos causados, y éstos dependen de la distancia desde el epicentro y de la calidad de las construcciones en cada región. En 1902, una escala en intensidad moderadamente confiable, basada en la cantidad de daño causado a varios tipos de estructura, fue desarrollada por el vulcanólogo italiano Giuseppe Mercalli (1850-1914). Actualmente existe una modificada (en California) con 12 valores:

I. No se siente excepto por muy pocas personas bajo circunstancias excepcionalmente favorables… 

VI. Percibido por todos. Mucha gente asustada sale corriendo de sus casas; algunos muebles pesados se mueven; pocos casos de enlucidos y estucos caídos, o de chimeneas dañadas; en general, daños leves…

XII. Daño o destrucción total; las ondas sísmicas se ven sobre la superficie del suelo; muchos objetos son lanzados al aire.

Magnitud de un sismo

Con la finalidad de comparar los sismos a través de todo el planeta, fue necesaria una medida que no dependiera de parámetros que varían considerablemente de una parte a otra del mundo, tales como las prácticas de construcción.

En 1935, Charles Francis Richter (1900-1985) del Instituto Tecnológico de California desarrolló la primera escala de magnitud (determinada por el logaritmo de la amplitud de las ondas registradas en un sismógrafo), utilizando registros sísmicos para estimar el tamaño o fuerza relativa de los terremotos. Un sismo con magnitud 6,5 libera 30 veces más energía que uno de 5,5. Si su magnitud es de 8,5, entonces la energía liberada es millones de veces más que una magnitud de 1,0. Cualquier sismo con un valor mayor a 4,5 puede ser registrado en cualquier sismógrafo del mundo.

Los 8 valores de esta escala Richter

1,0-1,9. Micro. I en la escala de Mercalli. No lo percibe la gente, o sólo muy raras veces; registrado por sismógrafos. Suceden continuamente. Se estiman unos 900 000-1’000’000 por año (los datos varían según la fuente).

5,0-5,9. Moderado. VI-VIII en la de Mercalli. Puede causar daños de severidad variable en construcciones mal hechas. De ninguno a leves daños al resto de los edificios. Todos lo sienten.

8,0 o más. Catastrófico. Produce destrucción total o casi total de las comunidades cercanas al epicentro. El mayor sismo registrado (desde que se inventó el sismógrafo) en la historia moderna, fue el Terremoto de Valdivia, Chile, el 22 de mayo de 1960, con una magnitud de 9,5 ocurrido a las 15:11 hora local.

10,0 o más. Apocalíptico y legendario (de leyenda). Un valor que, desde que se llevan registros precisos, nunca ha sido alcanzado por ningún sismo. Es probable (nunca lo sabremos) que en algún lugar haya ocurrido un evento de esta magnitud, en algún tiempo de la Historia Antigua o de la Prehistoria… quizá.

Aunque es una tarea difícil, los invito a que traten de imaginar la magnitud del sismo, que seguramente debe haber provocado el meteorito que cayó en el área de Chicxulub, Yucatán hace unos 66 millones de años. Se calcula que esta enorme roca medía unos 10 km de diámetro y dejó un cráter de aproximadamente 150-180 km de ancho por unos 20 de profundidad ¡Catastrófico!

Distribución mundial de los sismos

Anillo de Fuego del Pacífico

Alrededor del 95% de la energía producida por los terremotos, tiene su origen en relativamente pocas zonas estrechas del planeta. Más o menos un 80% procede de un cinturón de unos 40.000 km de longitud, que rodea al Océano Pacífico, desde la costa de Chile, pasando por el resto de Sudamérica, Centroamérica, la costa occidental mexicana, el oeste de Estados Unidos y Canadá, el sur de Alaska, islas Aleutianas, Japón, Filipinas, Nueva Guinea, islas suroccidentales del Pacífico y terminando en Nueva Zelanda. A esta franja con abundantes fallas geológicas y volcanes se la llama Cinturón o Anillo de Fuego del Pacífico y en ella suceden el 81% de los sismos más violentos.

Cinturón Alpino

Aproximadamente el 10-15% de la energía sísmica se libera en este cinturón, que corre desde el Atlántico, pasa por el Mediterráneo (Portugal, España, Francia, Italia, Grecia Turquía, norte de África, etc.), atraviesa la región del Himalaya, sur de China, hasta Sumatra y Java. El 17% de los sismos más desastrosos suceden en esta zona. 

La Dorsal Mesoatlántica 

Es medio-oceánica. Recorre el fondo Atlántico, cuya divergencia hace que América se separe de África y Europa unos 3 cm al año (3 metros cada siglo). Además de esta dorsal, hay un sistema de crestas oceánicas en el Índico, donde se producen sismos frecuentes pero poco intensos. Y liberan alrededor de un 5% de la energía sísmica total.

File:Quake epicenters 1963-98.png
Determinación de epicentros de 358 214 eventos registradoe entre 1963-1968. Imagen tomada de http://denali.gsfc.nasa.gov/dtam/seismic/

Profundidad del foco, donde se originan las ondas sísmicas

Cuando sucede un terremoto, los reportes de localidades cercanas identifican su ubicación. Un sismo es poco profundo, si su foco se encuentra a menos de 70 km (en la litósfera continental) de la superficie del suelo; intermedio si el hipocentro (foco) se localiza entre 70-300 km (astenosfera, con rocas deformables) de profundidad y profundo, si se encuentra entre 300-700 km (manto superior).

El foco de más del 90% de los sismos está a menos de 100 km, y la mayoría de los catastróficos se originan en los primeros 60 km de la superficie. Los sismos poco profundos han alcanzado los 9,5 de grados de magnitud (el de Valdivia tuvo su foco a los 33 km; el de Haití del 12 de enero de 2010 a 13 km). Los de profundidad intermedia han alcanzado magnitudes hasta de 7,5 grados; y los profundos raramente suceden con un valor mayor de 6,9 (el de Bolivia, con hipocentro a 641 km, en junio de 1994, sin embargo, alcanzó 8,2 grados).

Para tener una idea más clara de las profundidades, el radio terrestre mide en promedio 6363 km (la distancia al centro de la Tierra), así que los sismos más profundos (700 km) se encuentran apenas al 11% de esa distancia.

Algunos mitos e interrogantes

Hay un buen número de creencias falsas sobre los terremotos. Una de ellas, que ha circulado por siglos, es que algunas veces el suelo se abre tragándose personas, casas y villas enteras, para después asombrosamente cerrarse, sin dejar rastro alguno. En realidad, arenas y arcillas poco consolidadas pueden recibir tales sacudidas, que provocan el desplome de partes inclinadas, que dejan grietas. No hay un solo caso autentificado de que la corteza terrestre se abra y genere una grieta sin fondo y se devore cualquier cosa.

Destellos en el cielo

Tampoco hay, aparentemente, sustento en la creencia de que a veces el temblor produzca destellos o fogonazos en el cielo desde el interior de la Tierra. Más bien se trata de enjambres de meteoritos o relámpagos en las cercanías del lugar.

Sin embargo, parecen estar ganando terreno las confirmaciones sobre estos destellos, y se están generando algunas hipótesis al respecto. Esto dice textualmente USGS (Estudios Geológicos de Estados Unidos):

«Los fenómenos como los relámpagos, las bolas de luz y los resplandores constantes que se han registrado en relación con los terremotos, se denominan EQL o Earthquake ligths, que se traduce «Luces Sísmicas». Los geofísicos difieren en cuanto a la veracidad de los informes individuales de iluminación inusual, cerca del momento y el epicentro de un terremoto, así como sus probables causas.

Algunos dudan de que cualquiera de los informes constituya una prueba sólida de EQL, mientras que otros piensan que al menos algunos sí corresponden razonablemente a las EQL. Se han propuesto hipótesis basadas en la física, para explicar la naturaleza de este fenómeno que muchos han reportado durante un gran evento sísmico. Por otra parte, algunos informes de EQL han resultado estar asociados a la formación de arcos eléctricos en las líneas eléctricas que se sacuden».

Este fenómeno se ha documentado a lo largo de la historia. Por ejemplo, entre 1965 y 1967, el enjambre de terremotos de Matsushiro, Nagano, Japón, hizo que la montaña circundante parpadeara con luz varias veces.

Aunque existen ciertas dudas sobre la autenticidad de las fuentes, se dice que desde el año 869 d. C., se reportaron «extrañas luces en el cielo» durante un sismo, de magnitud estimada 8,4-9,0 registrado en Sanriku, Japón. Aquí pueden leer una posible explicación a este fenómeno».

Una experiencia personal

Cierta noche del año 1982, en la Ciudad de México me despertó un sismo de magnitud moderada (quizá 6,0-6,5). Me levanté para asomarme a través de una ventana, y vi destellos luminosos en el cielo, pero no les di importancia.

Nunca he tenido la experiencia de vivir un sismo en el momento que haya una tormenta eléctrica intensa o un fuerte huracán. Debe ser un espectáculo impresionante y probablemente aterrador. Una muy desafortunada coincidencia.

Sonidos durante un terremoto

Cuando ocurre un sismo, hay con frecuencia vibraciones en el suelo, que agitan el aire y producen algún sonido dentro del rango audible por los humanos. Dicho sonido suele ser bajo o sordo y retumbante. Muy cerca de la fuente (epicentro), el sonido a veces se acompaña de chasquidos agudos que sugieren el desgarro de los enormes bloques de roca. Más lejos del epicentro, los sonidos se parecen a los que producen vehículos pasando velozmente sobre un camino duro o compactado; o se asemeja al arrastre lento de cajas pesadas sobre el suelo; otros dicen que es como un fuerte pero distante trueno de tormenta, una explosión o el estruendo de un cañonazo distante. Los terremotos son acompañados por sonidos en muchos casos.

¿Si ocurren sismos moderados en una región, disminuye la probabilidad de uno mayor?

Definitivamente no, debido a la enorme energía liberada en un terremoto de alta magnitud. Por ejemplo, uno magnitud 8,5 produce y libera millones de veces más energía que pequeños sismos percibidos por los humanos. Del mismo modo, miles con una magnitud moderada (5,0-5,9) son necesarios para disipar la energía de un gran sismo (mayor de 8,5).

Se ha dicho que permanecer debajo del marco de una puerta es la mejor forma de protegerse durante un terremoto ¿Es verdad?

No. Una imagen de una vivienda de adobe totalmente derrumbada, donde se ve que el marco de una puerta fue lo único que permaneció en pie, después de un prolongado sismo en California, fue lo que originó esta falsa creencia. Si uno está dentro de su hogar durante un terremoto, el mejor consejo es agacharse, cubrirse y esperar, de preferencia bajo una mesa, escritorio o tabla resistente. Asimismo, mantenerse alejado de ventanas, grandes espejos, libreros, macetas que cuelgan de la pared y otros objetos pesados que puedan caer.

¿Pueden predecirse los terremotos?

La respuesta es ‘no. Ningún científico, geólogo o sismólogo ha logrado predecir nunca un sismo de alta magnitud. No se sabe bien cómo y no se ve la solución en un futuro no muy lejano. Puede calcularse sólo la probabilidad de que un terremoto violento pueda suceder en cierta región o área específica, dentro de cierto número de años. Las predicciones suelen dividirse a corto y largo plazo. Pero este es un tema que por ahora no voy a abordar.

Lecturas recomendadas: 

  • Chernicoff Stanley & Donna Whitney. 2007. Geology. pp 314-329. U. S. A.
  • Don Leet L. 2002. Earthquake. Encyclopedia Americana. Vol 9. Pp. 314-551. U. S. A.
  • Tarbuck J. Edward et al. 2009. Earth Science. pp. 219-241. U. S. A.  

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 15 de julio de 2021. 

Categoría: ciencia

por

Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan disímiles. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión, muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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