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epilepsia, postictal

¿Qué es la epilepsia?

La epilepsia consiste en diversos trastornos neurológicos crónicos caracterizados por ataques súbitos y recurrentes de disfunción motora, sensorial o cognitiva, con o sin crisis convulsivas o pérdida de conciencia (AH en línea).

Un poco más detallado: la epilepsia es un desorden neurológico crónico cuyo cuadro clínico (conjunto de todos los signos y síntomas clínicos de un paciente), se caracteriza por un trastorno paroxístico (ataque repentino) y recidivante (que reaparece una y otra vez), consecutivo a una descarga o a una sucesión de descargas eléctricas sincrónicas de las neuronas en distintas zonas de la corteza cerebral. Se estima que entre un 0,5-0,7% (5-7 por cada mil) de la población mundial padece esta enfermedad. Si actualmente (2023) somos unos 8000 millones de habitantes, entonces hay unos 48 millones de epilépticos. Alrededor del 70% de los casos responden favorablemente al uso de fármacos antiepilépticos.

ETIMOLOGÍA DE ‘EPILEPSIA’

 Antašubbû

‘Epilepsia’ es una palabra griega. Sin embargo, por ser un padecimiento universal y tan antiguo como la humanidad, cada cultura debe haber tenido necesariamente una manera de llamarlo. Aztecas, chinos, siberianos, esquimales, apaches, incas, polinesios, egipcios, kenianos, aborígenes australianos, japoneses, tailandeses, todos, sin excepción.  

Antašubbû (original an-ta-šub) es el nombre más arcaico de la epilepsia, testimoniado en una antigua tablilla en lenguaje mesopótamico acadio. Se trata de un término babilónico de hace unos 4000 años, que algunos traducen como ‘la mano del pecado’. Dicho padecimiento motivaba la estigmatización del enfermo, al cual sometían a exorcismos, ya que se creía causado por espíritus malignos. 

“Hay un escrito, tal vez de la primera mitad del milenio II a. C., que dice: šumma amēlu antašubbû bēl ūri…qāt etimmi qāt māmîti… eli-šu ibašši alû lemnu ireddi-šú… se traduce”:

“Si un hombre ha sufrido de “antašubbû, bēl ūri… qāt etimmi o qāt māmîti, y alû lemnu,  entonces comienzan a castigarlo ideas de persecución…».

Interpretación

“De los términos citados, el primero, antašubbû, es un préstamo sumerio (la civilización sumeria probablemente surgió hacia el milenio IV a. C., en Antigua Mesopotamia) y significa desde hace mucho tiempo ‘la enfermedad de la caída’, es decir, la epilepsia caracterizada por grandes crisis. El término bēl ūri que sigue significa literalmente ‘el señor del tejado’, y era evidentemente el término antiguo para un ataque de ausencia, con el común de poner los ojos en blanco causado, supuestamente, por un demonio al acecho en una posición como el tejado de una casa (como si el enfermo quisiera ver al demonio en el techo)”. 

“qāt etimmi significa ‘la mano (poder o influencia) de un fantasma’, y aunque pudo haber tenido un significado más amplio, se sugiere que hace referencia a la epilepsia nocturna. La expresión māmîti en qāt māmîti significa literalmente ‘juramento’, pero se utilizaba médicamente para denotar condiciones que implicaban obsesión o acción repetida, como si el paciente hubiera jurado realizar una determinada acción y no pudiera ser disuadido de hacerla”. 

“En el contexto de la epilepsia, el término puede entenderse fácilmente como referido a los automatismos de este mal o a la confusión postictal (período que sigue a un ataque, caracterizado por sueño profundo, cefalea, confusión, mialgia o miodinia; del latín post, ‘después de’, ‘detrás de’ + ictal, ‘relacionado con un ataque súbito’, del latín ictus, ‘golpe’, ‘choque’). Las palabras alû lemnu se traducen, de forma inespecífica, por «demonio maligno» (Texto de Edward H. Reynolds, James V. Kinnier Wilson. 03 September 2008. Psychoses of epilepsy in Babylon: The oldest account of the disorder. Wiley Online Library. Epilepsy. Official Journal of the International League Against Epilepsy). Las letras itálicas y lo escrito entre paréntesis van por mi cuenta.

La palabra ‘epilepsia’ tiene sus más remotos orígenes en el antiguo griego

Pero volviendo a nuestra palabra (epilepsia), procede del latín tardío ĕpĭlēpsĭa, que significa ‘un ataque’ (con el sentido de un acceso repentino de alguna enfermedad que nos aqueja), ‘epilepsia’, ‘gran mal’; documentado en la obra del biógrafo Aelius Lampridas (Lampridio) del siglo IV d. C. También en escritos de Celio Aureliano (c. siglo V) se encuentra la palabra ĕpĭleptĭcus (del griego ἐπιληπτικός, epileptikós), ‘epiléptico’, ‘que padece epilepsia’.

El vocablo ĕpĭlēpsĭa lo tomó el latín del griego ἐπιληψία = epilepsía, también ἐπίληψις o epílpepsis.

ἐπιληψία = epilepsia se documenta en los aforismos hipocráticos y escritos aristotélicos, con el significado de: a) ‘intercepción’, ‘detener algo en su camino’; ‘apoderarse de algo antes que llegue a su destino’; b) ‘interrupción o suspensión repentina’. Precisamente lo que caracteriza a un ataque epiléptico, que se apodera del individuo e interrumpe cualquier cosa que esté haciendo.

ἐπίληψις o epílpepsis significa desde la antigüedad griega: a) ‘ataque de epilepsia’; b) ‘acción de poner la mano sobre’, ‘acción de agarrar’. 

La  ἐπίληψις = epílepsis era también un término jurídico (reclamar una propiedad mediante el embargo, tomar un bien en un litigio) el equivalente a la locución latina manus injectio, que se interpreta como “apoderarse”, “atrapar entre las manos”, “apoderarse de un deudor moroso”, todavía en uso en la jurisprudencia actual.

 Ἐπιλαμβάνω

Los términos  ἐπιληψία y ἐπίληψις derivan del verbo  ἐπιλαμβάνω, -ειν (epilambáno, epilambanein) que significa ‘apoderarse’, ‘coger o tomar algo de forma repentina’. Término formado por la preposición ἐπί- = epi– que indica ‘sobre’, ‘encima de’, como en ‘epigastrio’ y ‘epidermis’, más el verbo λαμβάνω, λαμβάνειν = lambánō, lambánein, ‘tomar algo’, ‘apoderarse’ ‘despojar’, ‘hacerse de un botín’. Luego entonces, “la epilepsia es la acción de caer encima (epi-) de alguien para apoderarse de él (lambánein) y hacer que pierda el control de sí mismo. Con el sufijo griego -σίᾱ (-síā) que hace sustantivos, como en ‘amnesia’ ‘dispepsia’ ‘menopausia’, etc.

De una manera esquemática:

‘Epilepsia’, del latín moderno epilēpsia, de ĕpĭlēpsĭa en latín tardío, a su vez del antiguo griego ἐπιληψία. Palabra formada por ἐπί, ‘epí’ (sobre) + -lēpsia, equivalente a lêps(is), ‘un ataque’, del radical ληπ-, ‘lēp-’ (tomar, agarrar, coger), contenido en el verbo lambánein (recién citado) y el sufijo formador de sustantivos -σίᾱ ‘-síā. La raíz ληπ-, ‘lēp-’ forma también las palabras ‘narcolepsia’ y ‘catalepsia’, ‘organoléptico’ y otras.

La ἐπιληψία en el mundo antiguo se refería a un ataque convulsivo, pero motivado por diversas causas indeterminadas 

Es importante señalar que en el campo médico de aquellos tiempos, ἐπιληψία quiere decir ‘ataque, ‘un ataque en el que el enfermo sufre de convulsiones, ya sea originadas por lo que ahora los neurólogos llaman ‘epilepsia’, o bien, convulsiones producidas por otras razones, como traumatismos craneales, tumores cerebrales, infecciones severas, daños cerebrovasculares, alteraciones metabólicas o endocrinas, etc. Aún en nuestros días, si vemos un enfermo convulsionando, sólo un neurólogo especializado puede saber si es ‘epilepsia’ o se trata de otra patología que produce un cuadro semejante.

ἰερὰ νοσος

Los griegos llamaban también a la epilepsia ἰερὰ νοσος = iera nosos que significa ‘enfermedad sagrada’ (de Sacer Morbus o Morbo Sacro en latín); de ἰερὰ, plural neutro de ιερός = ierós (sagrado) y νοσος = nosos (enfermedad). Hay un escrito con este nombre (ἰερὰ νοσος) que algunos atribuyen a Hipócrates, pero otros creen que quizá fue obra de algún otro médico de la época (c. siglo V a. C.). 

Pero lo importante es que contiene un mensaje en el que se afirma que la epilepsia no es un padecimiento de origen divino o demoníaco, sino que simplemente es una enfermedad como cualquier otra, pero con manifestaciones muy espectaculares (aparición repentina, boca espumosa, ojos en blanco, pérdida de la conciencia, emisión de ciertos ruidos, convulsiones). Estas afirmaciones marcan el comienzo de la medicina racional o científica de occidente, que, sin embargo, inició plenamente unos 2300 años después.

En latín

Morbus comitiălis, comitiălis vitium, morbus sontĭcus

Curiosamente los romanos llamaban (en latín) a la epilepsia morbus comitiălis, literalmente “enfermedad de los comicios”; de morbus, ‘enfermedad’ y comitiālis, ‘lo relacionado a los comicios’, que eran reuniones de carácter político que tenían los romanos, para tratar asuntos de interés público ¿Por qué? Si durante una de esas reuniones, alguien presentaba un ataque de epilepsia, las suspendían para organizar conjuros encaminados a curar al enfermo, y también, debido a que lo interpretaban como un mal augurio para la reunión.

Comitiālis vitium 

Otro nombre que le daban era  comitiālis vitium literalmente “comicios o reuniones imperfectas, de mal agüero’. De vitium (deformidad, defecto, imperfección del alma, mal agüero), del verbo vitiare (invalidar, alterar, corromper). No hace falta pensar mucho para entender el motivo de esta denominación. Tampoco se necesita saber tanto para entender que de vitium deriva nuestra palabra ‘vicio’, y también ‘vitiligo’.

cădūcus

El escritor romano Apuleyo usó el término cădūcus para denominar a una persona que padece de epilepsia o convulsiones, debido a que durante un ataque cae súbitamente. Del verbo cado, cadere, ‘caer’.

Sonticus morbus 

Los romanos también llamaron Sonticus morbus (Gaffiot p. 1458) a la enfermedad de la epilepsia, (o gota coral) de sontĭcus, ‘grave’, ‘peligroso’, a su vez de sons, ‘dañoso’, ‘criminal’, ‘funesto’.

CONSIDERACIONES ADICIONALES SOBRE LA EPILEPSIA

Naturalmente que la epilepsia —de la que se han reconocido más de 40 variantes— es un trastorno neurológico muy impresionante y complejo, en cuanto a su etiología, patofisiología, sintomatología, tratamiento, etc. pero de una manera muy general, podemos caracterizarla con los siguientes síntomas:

Miedo que el paciente experimenta de forma repentina; confusión; náuseas, hormigueo o parestesias en ciertas partes del cuerpo, alucinaciones o visiones extrañas, como figuras, colores, luces; fantosmia o percepción intermitente o continua de olores, especialmente, desagradables; escuchar ruidos extraños o anormales; afasia, total o parcial, es decir, ausencia o al menos dificultad para hablar; tener la idea, ilusión o sensación de haber vivido antes una experiencia concreta (del francés déjà vu, ‘algo ya antes visto’).

Y signos como: Nivel de conciencia alterado, con ausencias; realizar movimientos repetitivos o automatismos; crisis tónica o rigidez muscular en una parte o todo el cuerpo; sacudidas musculares; espasmos tónicos (rigidez) clónicos (contracción-relajación); disfunción de esfínteres, o sea, el enfermo puede orinar o defecar sin control, saliva espumosa.

Según Schuelein, “se trata de epilepsia, cuando un individuo tiene dos o más ataques, pero que no se deben a infecciones, traumatismos u otras causas conocidas que dañan al cerebro”.

“Se sabe que los ataques epilépticos ocurren cuando las neuronas cerebrales liberan súbitamente una gran descarga de energía eléctrica, ya que de manera normal, se produce cierta energía eléctrica que fluye a través del sistema nervioso, activando los músculos. Pero el cerebro de los epilépticos a veces falla en controlar la emisión de esos flujos”.

Ataques parciales o generalizados

“Los ataques epilépticos se clasifican como parciales o generalizados (pequeño mal, gran mal), que afectan todo el cerebro al mismo tiempo”.

“Los ataques parciales comienzan en un área específica del cerebro y en ocasiones se extienden a otras. La epilepsia psicomotora es un tipo común de ataque parcial, que se caracteriza por obnubilación de la conciencia y por movimientos raros y repetitivos llamados ‘automatismos’; además, el paciente se aísla y actúa extrañamente por unos minutos, y puede vagar alrededor de la habitación y a veces jalarse la ropa. El ataque suele durar entre 1-3 minutos, y el individuo no recuerda nada, excepto el aura”.

Gran mal-pequeño mal

“Cuando se presenta el gran mal —el tipo más dramático de ataque epiléptico—, suceden  descargas extremas en todas las áreas del cerebro (córtex, las regiones más profundas, el tallo cerebral y el tálamo, transmitidas al cordón espinal), el paciente pierde repentinamente la conciencia, se desploma, al menos que esté soportado en algo, y sus músculos se sacuden. La mayoría de las veces dura unos minutos (3-4) y después el paciente entra en la fase postictal —que más arriba explico— y entra en un sueño profundo”.

“Durante los episodios del pequeño mal, el enfermo tiene una visión en blanco (como vacía) de lo que le rodea durante algunos segundos (entre 3-30). Puede mostrarse turbado o confundido, pero no se cae, aunque muchos de esos episodios ni siquiera se notan. La mayoría de las veces, el pequeño mal sucede en niños”.

“Un epiléptico puede sufrir un ataque a cualquier hora del día o de la noche. Algunos los tienen con frecuencia, pero otros sólo raras veces. Parecen ocurrir sin razón aparente, pero tal vez la fatiga o el exceso de estrés emocional, pueden hacer que se repita con más frecuencia. Casi siempre el primer ataque sucede durante la niñez”.

Algunos tipos de epilepsia son causados por factores genéticos. Aproximadamente la mitad de las crisis epilépticas tienen una causa desconocida y se denominan idiopáticas (habitualmente comienzan entre los 2-14 años). No es contagiosa”.

En general, el riesgo de desarrollar epilepsia es del 1% desde el nacimiento a los 20 años de edad y 3% después de los 70 años. 

Otras causas que provocan cuadros clínicos epileptoides (que parecen pero no son epilépticos)

Menciono una larga lista de causas que pueden ocasionar un cuadro semejante a la epilepsia, sin tratarse es sí mismo de este padecimiento:  

Eclampsia, encefalopatía hipertensiva, síndrome de Adams-Stokes, suspensión de la respiración, como por un berrinche en niños entre 0,5-4 años de edad, intoxicación por monóxido de carbono, hipersensibilidad del seno carotídeo, infarto cerebral, trauma cerebral como el causado por maniobras en una distocia, fractura de cráneo, sida, absceso cerebral, cisticercosis en el cerebro, encefalitis, malaria por Falciparum, meningitis, neurosífilis, rabia, tétanos, toxoplasmosis, neoplasias, hemorragia intracraneal, golpe de calor.

Desórdenes metabólicos, por ejemplo, hiperglucemia, hipernatremia, hipocalcemia, hipoglucemia, hipomagnesemia, hiponatremia, hipoparatiroidismo, fenilcetonuria.

Uso de convulsivantes y de drogas de alta toxicidad: alcohol, alcanfor, estricnina, cloroquina, cocaína, picrotoxina, pentilentetrazol.

Fuentes:

Gibbs Frederic A. Epilepsy. Encyclopedia Americana. Vol. 10. p. 509-510. 2002. U. S. A.

Schuelein Marianne. Epilepsy. The World Work Encyclopedia. Vol. 6. p. 343. U. S. A.   

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 12 de mayo de 2023.

Categoría: ciencia

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan disímiles. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión, muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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