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El coyote Canis latrans, Say 1823

El coyote, del náhuatl coyotl (por lo tanto, un mexicanismo), significa propiamente ‘coyote’, ‘un mamífero carnívoro semejante a la zorra o raposa o también al adive’, es una especie propia de Norte y Centroamérica (desde Alaska hasta Colombia), que pertenece a la clase Mammalia, orden Carnivora, superfamilia Canoidea, familia Canidae (cánidos, los perros), subfamilia Caninae, tribu Canini, subtribu Canina, género Canis, especie latrans. 

En inglés, francés e italiano ‘coyote’; portugués coiote; alemán, Praiewolf (lobo de las praderas), Kojote, Coyote; griego, κογιότ (kogiót); ruso койо́т.

La especie Canis latrans fue bautizada en 1823 por el naturalista, zoólogo, entomólogo y malacólogo estadounidense Thomas Say (1787-1834), nacido en Filadelfia, y que hizo expediciones a las Montañas Rocallosas, Minnesota, Georgia, Florida y México, entre 1818-1829. Como en aquellos años todavía los estados del actual suroeste de Estados Unidos eran territorio mexicano, debe haber explorado también California, Utah, Nevada, Arizona, Nuevo México, Colorado, etc.

Say merece el reconocimiento por haber sido el primer biólogo en describir al coyote (Canis latrans en latín científico, literalmente “perro ladrador”), durante una expedición hecha a las Montañas Rocosas entre 1819-1820. Algunas cosas que anotó en su descripción:

“Los lobos de las praderas [nombre común de los coyotes en el siglo XIX] vagan por las llanuras en número considerable, y durante la noche, cuando suceden sus principales cacerías, se aventuran muy cerca del campamento del viajero. Son con mucho los más numerosos de nuestros lobos, y a menudo se unen en manadas con el propósito de perseguir ciervos, a los que muy a menudo consiguen atacar y matar. Esta, sin embargo, es una hazaña que les resulta muy difícil, y en la que el esfuerzo de su máxima rapidez y astucia es tan a menudo inútil, que a veces se ven reducidos a la necesidad de comer ciruelas silvestres y otras frutas, para ellos casi indigestas, con el fin de distender el estómago y apaciguar en cierta medida las ansias de hambre.

Su ladrido se parece mucho más al del perro doméstico que al de cualquier otro animal; de hecho, las dos o tres primeras notas no podrían distinguirse del ladrido de un pequeño terrier, pero estas notas van seguidas de un grito prolongado”. (Edwin James, Account of an Expedition from Pittsburgh to the Rocky Mountains, Performed in the Years 1819-1820). https://faculty.evansville.edu/ck6/bstud/coyote.html.

El coyote en la mitología prehispánica

Desde la época prehispánica, este animal ya era importante para los pueblos indígenas. Precisamente una de las divinidades de los mexicas era Huehuecoyotl (literalmente “coyote muy viejo”, de huehue, ‘viejo’, como en la palabra ahuehuete o “árbol viejo que crece a la orilla del agua”). Huehuecoyotl simbolizaba la danza, el placer y la lujuria. El que guiaba a los adolescentes y adultos.

Algo más sobre la etología de esta especie

Debido a su pelaje color bronceado o gris amarillento, estos animales se esconden con facilidad entre pastizales, arbustos de baja altura y rocas

Como cazadores, los coyotes usan su vista aguda y penetrante, así como sus sentidos del olfato y del oído muy desarrollados. Asimismo, pueden trotar largas distancias en búsqueda de presas, y alcanzar a veces una velocidad de hasta 65 km/h.

No obstante que pertenecen al orden de los carnívoros, los coyotes pueden comer casi de todo, o sea, son prácticamente omnívoros. Durante el estiaje, se alimentan de roedores, conejos, insectos y a veces también peces y anfibios. Lo mismo se lanzan sobre reptiles como lagartijas y culebras. Pero además pueden comer algo de grama, nueces, frutos secos y algunas cucurbitáceas. Durante la temporada invernal, pueden devorar ciervos y otros animales que yacen muertos en la nieve. Algunos matan corderos y terneros ya sea en la pradera o arrimándose a las rancherías, donde también se comen las gallinas y otras aves domésticas. Por eso los granjeros han intentado —con poco éxito—ahuyentarlos con armas de fuego, venenos y trampas.

Los coyotes suelen vivir en familia

Los coyotes pueden vivir agrupados en familia, incluyendo los padres y las crías. Cada familia conserva su propia área que marcan con orina para mostrar que está reservada y la defienden con fiereza, especialmente en la primavera, cuando nacen las crías y los adultos deben garantizar su alimentación y seguridad. 

Tanto los machos como las hembras adultas mastican parcialmente el alimento y lo degluten, que luego devuelven a la boca para que coman sus hijos. Las crías aprenden a cazar persiguiendo insectos, o a veces uno de los padres les lleva un ratón vivo para que practiquen. Ya para el otoño, los jóvenes son capaces de capturar presas por sí mismos o con cierta ayuda.

Los adultos ladran suavemente a sus hijos para alertarlos, pero un ladrido más firme es una señal para que los enemigos se mantengan alejados.

Durante los atardeceres, varios coyotes pueden cantar en grupo o en coros. Uno de ellos inicia con una secuencia de breves ladridos o “ladriditos”, que luego se convierte en un aullido, y de inmediato otros inician y por fin el sonido y sus ecos cruzan llanuras y colinas.

Dimensiones corporales

Los coyotes son algo más pequeños que los lobos:

Cabeza y cuerpo 80-95 cm, cola 40 cm.

Peso, muy variable, entre 10-24 kg.

Duración de vida, 5-6 años en el hábitat silvestre, pero pueden prolongar la vida hasta los 14 años o algo más.

Reproducción, después de 60-63 días de gestación (como los perros y los lobos), paren entre 3-12 cachorros. (Información tomada de National Geographic. 1981. Book of Mammals. Vol. One. pp. 162-165. USA.). Edición impresa.

Imagen comparativa de un coyote y un lobo gris. 11 de abril de 2014. Fuente: File:Canis latrans -Furnace Creek Golf Course, Death Valley, California, USA-8.jpg & File:Mexican wolf canis lupus baileyi.jpg. Autor: Dawn Beattie & Clark Jim, U.S. Fish and Wildlife Service. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Canis_latrans_%26_Canis_lupus.jpg

¿Porqué Canis latrans?

Ya mencioné que Say decidió dar este nombre biológico al coyote. Pero todos sabemos que es mucho más común usar ‘ladrar’, ‘ladrido’, para típicamente referirnos a los perros. Sin embargo, el naturalista sueco Carlos Linneo (1707-1778), decidió en 1758 (65 años antes) bautizar biológicamente al perro como Canis familiaris o “el perro que vive junto a las familias humanas, de las que depende y tradicionalmente protege o simplemente agrada”. 

Es decir, Linneo le dio más importancia al hecho de que los perros vivieran en las casas, que a su muy característico ladrido. 

De cănis (perro) y fămĭlĭāris (relativo a la familia, la casa, lo doméstico) el genitivo de fămĭlĭa (conjunto de esclavos de una casa, la casa donde vive la familia, el hogar). Así que Say —yo creo— eligió Canis latrans para el coyote, que al fin y al cabo, entre los sonidos que emite, están también los ladridos.

“COYOTE” EN SENTIDO FIGURADO

En algunos países, sobre todo México, Centroamérica y parte de América del Sur, un ‘coyote’ es una persona dedicada de manera ilegal, oficiosa y corrupta, a efectuar trámites, por ejemplo para los emigrantes que no tienen en regla sus papeles para internarse a los Estados Unidos. 

Pero son tantas las cosas que hacen esos “coyotes” —particularmente en México— que la palabra coyote se usa muchísimo más para referirse a ellos, que al animal antes citado, por cierto muy abundante, sobre todo en el Altiplano Mexicano, en las llanuras, y en las regiones montañosas y áridas del país.

¿Por qué llaman “coyotes” a esas personas?

Así se les llama en sentido figurado porque son muy astutos en sus actividades, del mismo modo que estos mamíferos carnívoros, sobre los cuáles, durante muchos siglos los nativos los han considerado como una de las criaturas más tramposas y astutas que hay, y en la vida real rápidamente toman ventaja con una gran artería y agudeza de todo lo que suceda a su alrededor.

El cruce ilegal a Estados Unidos

Ya hace muchos años, la frontera de México-USA está plagada de esos coyotes que constituyen una auténtica organización delictiva organizada, que cobran una cuantiosa paga a los emigrantes hispanos por “pasarlos” a aquel país en busca del “sueño americano”. Conozco muchos mexicanos (mis coterráneos) que me han contado de primera mano las penurias y peligros por los que tienen que pasar en el intento de cruce. Anualmente miles son arrestados, muchos corren con peor suerte, ya que mueren en el intento, como víctimas del maltrato y de los criminales, o de sed, hambre, frío o calor, ya que con mucha frecuencia tienen que caminar grandes distancias, hasta llegar a alguna ciudad estadounidense cercana a la frontera.

Los famosos gestores —que manejan una situación problemática—, muy a menudo no son otra cosa que “coyotes” que “ayudan” a tantas cosas: tramitar licencias de conducir, permisos para construcción, escrituraciones, llenar formularios para pasaportes y visas, agendar citas con personajes públicos, omitir ciertas obligaciones y mil cosas más.

¿Coyote? Bueno, pues

Bueno, ¡hasta yo fui coyote! —no en ese sentido, naturalmente— Porque hace ya muchos muchos años me dediqué de manera informal a la compra-venta de autos usados, y a esas personas las llaman en México “coyotes”. Me iba a los tianguis de automóviles (un tiempo en Guadalajara, Jal y otra época en Monterrey N. L.), compraba un vehículo con el fin de venderlo a los pocos días, dizque para ganar unos pesos. No siempre me resultaba ganancioso, pero ¡Ah cómo me divertía!

ALGUNAS NOTAS Y DEFINICIONES MUY MEXICANAS SOBRE LOS COYOTES

1- Criollo o hijo de español.

2- Traficante en cambios, comisiones, descuentos y operaciones de bolsa, que trabaja habitualmente en la calle y de ocasión.

3- Persona que se dedica a ejercer el trabajo de intermediario para facilitar trámites, resolver dificultades legales o evitar estorbos burocráticos, que actúa siempre entre los no muy precisos límites entre lo legal y lo ilegal; soluciona problemas administrativos en relación con oficinas del gobierno, o bien gestiona la beneficiosa  solución de cuestiones judiciales o policiales, todo, por un pago de una cantidad acordada o de un porcentaje sobre la cuantía de la operación, con frecuencia es un conducto en la costumbre del soborno.

4- Intermediario en cualquier tipo de negocios o transacciones, obrando por corretaje, porcentaje, o participación.

5- Juego entre dos, que se ejecuta sobre un tablero, formado por un cuadrado dividido por líneas horizontales y diagonales en 32 triángulos.

6- rábula o picapleitos sin título de abogado que negocia en asuntos curialescos, ya sea que gestione por cuenta propia (según su atrevimiento) o mediante un profesional, al que le consigue asuntos o negocios y que le da alguna paga. Los coyotes en todos los ambientes forman una auténtica plaga, sobre todo en los tribunales.

7- coyoteada. Intervención propia del coyote. Echarse una buena coyoteada.

8- Coyotear. Realizar en las cárceles el mal oficio del coyote. Los reclusos que dominan el ambiente dentro de la prisión y golpean y extorsionan a muchos reclusos.

9- Coyoteo. Dícese de cualquier operación rápida de compra-venta o cambio hecha en la calle. La acción de coyotear.

10- Coyotera. Una congregación de coyotes, y en sentido figurado, un griterío, un conjunto de voces confusas y a gran volumen, como el aullido-gritería que forman los coyotes. Aquellas señoras armaron una coyotera, que ni te imaginas.

11- Coyotilla. Realizar algún trabajo remunerado fuera del habitual. Me voy a echar una coyotilla mañana en el taller.

12- Perro coyotero. El entrenado para perseguir y correr coyotes. 

Lecturas

  • Palomar de Miguel Juan. 2005. Diccionario de México. pp. 403-404. Trillas. Edición impresa.
  • Santamaría Francisco J. Ed. 2005. Diccionario de Mejicanismos. Editorial Porrúa. Coyote. pp. 308-309. México. Ed. impresa. 

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 30 de octubre de 2023.

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan disímiles. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión, muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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