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ladrar, ladrido

Verbo ladrar, sustantivo ladrido

Ladrar: refiriéndose a un perro, dar ladridos, emitir su sonido característico. Los coyotes producen una serie más variada de sonidos, como ladridos, aullidos, chillidos, principalmente en las noches y en manada. El perro no me dejó dormir, ladró toda la noche. Escuchaba el ladrido y los aullidos de los coyotes en la espesura de la noche. Perro que ladra no muerde ¡quién sabe!

Ladrido es la voz que producen o emiten los perros y coyotes, y que se corresponde más o menos con la onomatopeya “guau”. El tono de los ladridos de un perro revela diferentes cosas: nerviosismo, agresividad, temor, incomodidad, hambre, juego, gusto, etc.

sentido figurado y coloquial de ‘ladrar’ y ‘ladrido’

Pero tanto el verbo l., como el sustantivo ladrido, se usan muy a menudo en sentido coloquial:

Ladrar

Ladrar es hablar a gritos, profiriendo insultos, tratando de impugnar y desprestigiar. Amenazar a alguien, pero sin atacar o realmente acometer. Déjalos que ladren, que al cabo nadie les va a creer.

Ladrido

Calumnia, chisme, con que se agravia y menosprecia a alguien. Algunos siguen ladrando con la intención de zaherir a mi hermano.

Etimología de “ladrar”

Antes que nada, debo mencionar que las palabras ladrón (lătro, latrōnis) y ladrar (del verbo latrāre), guardan semejanza y ambas derivan del latín, pero provienen de distintos términos y diferentes raíces indoeuropeas.

La palabra ‘ladrar’ proviene del latín preclásico y clásico lātro, latrāre, verbo que significa: ladrar, y en sentido figurado, chillar, gritar, ladrar detrás de algo, demandar o pedir a grandes gritos, seguir o atacar a alguien. 

Según el Diccionario de la Lengua Española, ladrido es un derivado del verbo ladrar (latrāre), pero en realidad deriva de latir, con el sentido de «l. un perro», del verbo glattīre, «ladrar los perritos o cachorros»… Eso lo explico con más detalle en el artículo «latir, latido, ladrido«.

Expresiones con latrāre

Stomăchus latrans (Horacio): “estómago que pide comida, que está hambriento, que gruñe porque quiere algo de comida”.

Latrāle alĭquem (Plauto): “hablar mal de uno, oprobiar, infamar” ¡Desde hace 2300 ya tenía ese sentido!

Latrāle nubĭla (Papinius Statius o Estacio, siglo I d. C.): “ladrar a la luna”. Nubĭla se refiere a las nubes, pero en sentido poético alude a la luna. También designa pesadumbre, tristeza, aflicción, melancolía; deriva de de nūbĭlus: nublado, triste, perturbador, sombría, tenebroso, del sustantivo nūbēs, nube, pesadumbre, tristeza. Los días nublados e invernales me entristecen. 

A manera de anécdota

A propósito —es cierto ¿eh?— Hace algunos años le pregunté a un compadre —ya fallecido— si aún compraba boletos de lotería; y me contestó con una franqueza que nunca voy a olvidar: “No compadre, eso es como ladrarle a la luna”. Porque ¿Cuando se ha visto que la luna responda a los ladridos de un perro? Una muy sabia analogía con lo que sucede al que compra boletos de lotería, sacarse un premio es posible, pero ínfimamente probable.

Cuando mi compadre vivía (ya se fue), a menudo pasaba unos días en su casa de Colorado, USA, e íbamos juntos a comprar el Colorado Lotto.

Aboyer, abbaire, bark

El francés creó el verbo aboyer y el italiano abbaiare; ambos significan: ‘ladrar’, y en sentido figurado, ‘amenazar sin acometer o atacar’, del latín baubor, baubāri (a veces también baubo, baubāre), ‘ladrar’, ‘aullar’. El español, ‘ladrar’, el portugués ‘latir’, ‘ladrar’, y el rumano lătra se formaron del latín lātro, latrāre arriba explicado.
Mientras que el inglés, bark, verbo y sustantivo (‘ladrar’, ‘ladrido’) proviene del inglés medio berken, berkien, a su vez del inglés antiguo beorcan; como berkja (vociferar, echar bravatas) en nórdico antiguo, una onomatopeya. Hay un dicho inglés: His bark is worse than his bite (literalmente “su ladrido es peor que su mordida”), “amenaza mucho pero hace poco”, “perro ladrador poco mordedor”, igual a nuestro “perro que ladra no muerde”.

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 29 de octubre de 2023.

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan disímiles. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión, muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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