Agonía
Agonía es un sustantivo femenino que significa:
- La lucha de un moribundo contra la muerte.
- Angustia, sufrimiento o congoja del que se le está acabando la vida, del moribundo.
- Condición que anticipa la muerte.
- Una extrema aflicción o pena por desasosiegos espirituales.
- Sufrimiento intenso, dolor agudo, incertidumbre que quema. Un intenso y repentino malestar o sufrimiento. Un dolor tan intenso que es insoportable, insufrible. Martirio.
- Ciertos cambios psíquicos y físicos, por lo general patognomónicos (indicios característicos e inconfundibles de una enfermedad o condición concreta) que anteceden a la muerte. La lucha postrera contra la muerte.
- Sufrimiento mental o físico extremo. Lucha contra la muerte.
El sufrimiento de Cristo en el jardín de Gethsemane, del griego Γεθσημανἰ = Gethsēmani, (Getsemaní, en español, literalmente ‘prensa de aceite), que se halla al pie del Monte de los Olivos, Jerusalén. Donde, una noche antes de su arresto, sufrió una agónica tristeza. Según Mateo 26:38 («Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo») y Marcos 14:32-34.
Agonista
En cambio, agonista (en principio ‘lo que está involucrado en una lucha o forcejeo’), en farmacología ‘es una droga (fármaco) que se une al receptor y estimula su función’. Las drogas que se asemejan a las propias funciones regulatorias propias del cuerpo, se llaman agonistas. Como sucede con la morfina y las endorfinas (que el cerebro produce), el isoproterenol, un agonista de la adrenalina. En fisiología, un músculo que se ocupa en la contracción, se diferencia de otro que tiende a relajar al mismo tiempo. Así, por ejemplo, al doblar el codo, el bíceps braquial es el agonista, y el tríceps, el antagonista.
Agonista es término que proviene del latín tardío ăgōnista (atleta, combatiente de los juegos públicos), término que encontramos en escritos de San Agustín de Hipona (354-430 d. C.), tomado del griego agōnistḗs = ἀγωνιστής (oponente, contendiente en los juegos, a veces también actor, de donde viene «protagonista» o actor principal), del verbo agōnízesthai, ἀγωνίζεσθαι (contender, pelear), más el sufijo latino -ista, -istēs, del griego ιστης (-istēs), que indica ‘oficio’, ‘ocupación’. Entonces un ăgōnistés, ἀγωνστής era una persona dedicada a combatir durante los juegos, en Grecia y en Roma. Y el oponente era el antagonista, del latín tardío antăgōnista, documentado en obras de San Jerónimo (340-420), del griego antiguo ἀνταγωνιστής = antagonistḗs (contrincante, oponente).
Origen de la palabra agonía
La palabra agonía procede del latín tardío ăgōnĭa, ‘víctima sagrada’, ‘combate’, pero también, ‘la agonía, pena y congoja de un moribundo’ (atestiguado en Sexto Pompeyo Festo, del siglo II d.C., y otros escritores romanos) ; relacionado con el verbo ăgōnĭzo, -are, ăgōnizor, -ari, ‘combatir, luchar contra’, derivado del griego antiguo ἀγωνία = agonía, que significa ‘una competencia’, ‘lucha’, ‘disputa’, ‘combate’, ‘lucha por la victoria, cuyo premio solía ser una corona’. Tuvo también otros significados semejantes: ‘ejercicios gimnásticos’, ‘pelea’. En referencia a la mente, ‘angustia’, agonía’, ‘sufrimiento muy intenso’; y ἀγωνισμα = agonisma significa ‘lucha’, ‘conflicto’, en plural, ‘hazañas bravías hechas durante las batallas’.
Algunos términos latinos relacionados con ăgōnĭa
1- ăgōnālis: ‘lo relacionado con los juegos’.
2- ăgōnīcus: ‘un concurso donde el ganador era premiado.
3- ăgōnistarcha: ‘el director o presidente de los juegos’.
4- ăgōnĭum: ‘día destinado al sacrificio de la víctima’. Los romanos no acostumbraban sacrificios humanos, sino que elegían animales para ello.
ἀγωνία
A su vez, el antiguo término griego ἀγωνία = agonía, procede de ᾰ̓γών (ος) = agṓn (os), ‘la pelea’, y su genitivo ᾰ̓γῶνος = agonos, que originalmente significó: a) ‘reunión’, ‘asamblea’, ‘una reunión de personas para ver competencias en juegos (documentado en la Ilíada de Homero, hacia el siglo VIII a. C.), b) ‘un lugar destinado para la lucha’, c) ‘la arena o lugar de combate’; en general, ‘cualquier lucha o competencia’. El vocablo ᾰ̓γών pasó al latín como ăgōn, -ōnis, sustantivo masculino que quiere decir esencialmente lo mismo: ‘’lucha’, ‘la pelea’, ‘el combate’, ‘los juegos públicos’, término documentado en los escritores romanos Plinio el Viejo, Suetonio y Tertuliano. Agōnālia, -ium, -iorum, eran ‘las Agonales’, las fiestas celebradas en honor al dios Jano, el dios de las dos caras, de cuyo nombre procede el nombre del mes de enero (Ianuaris* en latín, January en inglés).
Río de Janeiro
*Curiosamente, el nombre de la ciudad Río de Janeiro, literalmente significa «río de enero», ya que en portugués enero se dice janeiro. Esto, debido a que ese lugar fue descubierto el 1 de enero de 1502, y los portugueses creían que era un río, lo que realmente es la bahía de Guanabara, donde fue fundada esta ciudad.
Raíz indoeuropea *ag-
la palabra ἀγωνία = agonía y otras relacionadas se vincula a la raíz indoeuropea *ag- (Pokorny ag̑‑) que indica “conducir», una raíz muy prolífica y que puede analizarse aquí, o también acá.
Información adicional
Es interesante reiterar que, en virtud de que los griegos daban gran valor a muchos deportes y eventos de competencia atlética, muy a menudo había actividades deportivas en los días festivos. Y la lucha o esfuerzo por ganar el premio en dichos concursos, fue llamado agṓn, que, con el sufijo de pertenencia -ia, se traduce como “lo perteneciente a la lucha o combate”. Por lo tanto, la agonía previa al fallecimiento, no es otra cosa que «una terrible lucha contra la muerte». Lucha en la que, por desventura, el moribundo resulta vencido.
Esta palabra llegó a usarse también para denominar cualquier lucha física y difícil, y después, para el dolor físico o mental que producía. Es increíble, pero nuestra palabra española agonía que básicamente significó para el mundo grecorromano, algo divertido, relacionado con el júbilo por el desenlace de una lucha entre combatientes, pasó a nuestra lengua con un sentido de lucha pero contra la muerte en un moribundo; también dolor físico o emocional intenso.
Agonía se usó en español con el significado de ‘lucha’ desde los siglos XII-XIII. Hacia mediados del siglo XV ya significó ‘agonía de un moribundo’.
Lucas 22:44
Jesús ora en Getsemaní: Lucas 22:44 “Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra”. Según la Biblia Vulgata del siglo IV; edición Reina-Valera, edición 1862.
Agonia (así, sin acento) aparece en el diccionario español de 1591, de Percibal. En 1611 lo incluye con acento (agonía) Francisco del Rosal y dice que es ‘’la pelea”.
La agonía bajo la perspectiva médica
Desde el punto de vista médico, pueden considerarse la fase preagónica y la agónica propiamente dicha.
La primera consiste en: a) el deterioro del estado general, negación para comer, y, con frecuencia, una aparente mejoría sorpresiva, o sea, «de pronto parece estar mejorando, para luego morir». Curioso ¿no?, pero a menudo sucede; b) comportamiento errático, como accesos de ira, tendencia a permanecer callado(a), agitación, arrugar repetidamente las sábanas, adoptar una posición fetal.
En la etapa agónica se altera más profundamente la conciencia, se produce somnolencia, deterioro del tono muscular, trastornos respiratorios con pausas sobrecogedoras frecuentes; enfriamiento gradual de pies y manos; retorcimiento de las alas de la nariz; piel pálida; globos oculares fijos y más o menos secos; mirada perdida; incremento en las irregularidades respiratorias; cambios en la pupila, etc.
En cuanto a los aspectos psicológicos, una persona en estado agónico o un moribundo, se considera que atraviesa por cinco etapas: a) negación (no es posible que me pase esto), b) ira (una furia intensa), que se manifiesta por insultos y maltratos a médicos, enfermeras, familiares, c) negociación (pues ni modo, que se haga la voluntad de Dios), d) depresión (desconsuelo, pesar, melancolía, dejadez), e) aceptación (bueno, llegó mi fin, moriré). Para más información, véase este artículo.
La agonía es un proceso que se da en personas que mueren, por lo general, de enfermedades crónicas o degenerativas, aunque también por otras causas, por ejemplo, traumatismos que no producen la muerte inmediata.
Pero no experimenta agonía quien muere de algún evento repentino: accidente automovilístico muy violento, desplome de un avión, fulguración, rayo, una bala en la cabeza, la caída de una gran altura, explosiones intensas, incendios, muerte súbita de origen cardiovascular o cerebral (lo que en medicina se llama ictus, del latín, ictŭs, ūs, golpe, golpe súbito; también significa ‘el latido cardiaco’, ‘el pulso arterial’, etc.). En esas circunstancias, no hay tiempo para agonizar, luchar, combatir contra la muerte…
Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 10 de diciembre de 2020.