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posada, mansión, taberna

¿Qué es una posada?

La palabra posada es un sustantivo femenino que significa:

A- Una posada es un sitio barato de hospedaje que servía de estancia destinada a alojar viajeros, a veces con sus carros, bestias, etc.

B- Establecimiento hotelero moderno que rememora, al menos en su nombre, las viejas posadas.

C- Alojamiento que se da a alguien (le dimos posada a mi hermano por unos días).

sinónimos

Albergue, alojamiento, cobijo, estancia, fonda, hospedaje, hospedería, hostal, hostería, hotel, mesón, refugio, venta.

Etimología de la palabra ‘posada’

Posada es un derivado del verbo posar, sobre todo en sus acepciones de: “alojarse en una posada, un mesón o una casa donde los viajeros pueden hospedarse”; “descansar, reposar”. Es necesario que veas el artículo ‘posar, pausar, pausa’ en este mismo sitio. 

Posar proviene a su vez de pauso, y su infinitivo presente pausāre que significa ‘detenerse’, ‘descansar’, ‘cesar’, ‘hacer una parada o interrupción’, término atestiguado, por ejemplo, en la Biblia Vulgata de los siglos IV-V. Procede a su vez de pausa (forma arcaica paussa), que significa ‘interrupción’, ‘cesación’, ‘parada’, ‘tregua’, ‘descanso’, como en las frases: pausam facere fremendi (cesar de rugir, del verbo fremo, fremere, ‘rugir’), en escritos del poeta latino Quinto Ennio (c. 239-169 a. C.) y pausam dare loquendi (cesar de hablar), en obras del escritor satírico Cayo Lucilio (148-102 a. C.). La palabra pausa se usó especialmente en el latín preclásico (ss. III-II a. C.) y tardío (ss. III-VI d. C.).

Pausa es préstamo del griego παῦσις (pausis), ‘una tregua o cese’, ‘el fin o terminación de algo’; del verbo παύω παύειν (paúo, ‘detengo’, ‘paro’, paúein, ‘hacer una parada’, ‘detenerse’, ‘apaciguar’, ‘calmar’, relacionado con παύεσθαι (paúesthai), ‘cesar’, también ‘desistir de algo’.

Nexos indoeuropeos

Estos términos se asocian a la raíz indoeuropea *paus- (dejar ir, abandonar). Vincula además a las palabras menopausia, diapausa, tropopausa, estratopausa, mesopausa, termopausa,  posada, posaderas (las nalgas, porque las posamos sobre una silla para descansar), pausado, pausar, posadero, reposar, etc.

Esquematizando: posada es un derivado del verbo posar (descansar) < pausāre <  pausa < παῦσις < παύειν < Protoindoeuropeo (PIE) *paus- (dejar ir, abandonar).

Posada es una palabra inexistente en la Antigüedad

El término posada no existía en la Antigüedad romana. Sebastián de Covarrubias (año 1673) dice: “Posar, vale descansar porque pone el hombre la carga que trae a cuestas, y de allí se dijo posada, la casa donde reciben huéspedes porque descansan su hato (porción de ganado mayor o menor) y el cansancio de sus personas. También llamamos posada, la casa propicia de cada uno. De aquí se dijo reposar, y reposo: y se puede haber dicho de pausa.” (Parte segunda del Tesoro de la Lengua Castellana o Española. Don Sebastián de Covarrubias Orozco. Madrid 1673.

El etimólogo español Joan Corominas (1905-1997) dice que pausare es palabra que se documenta desde 1129 y que proviene del griego παύω (yo detengo, yo paro).

Consideraciones históricas

Los tiempos bíblicos

Las posadas, albergues o mesones, son lugares muy antiguos. Baste decir por ejemplo, que ya en el libro bíblico del Génesis (Bereshit, o ‘El Principio’ para los hebreos) escrito entre los siglos X -VI a. C., se mencionan estas estancias. Génesis 42:27, 43:21. Así mismo en el libro del Éxodo, escrito quizá en la misma época, se habla de estos mismos establecimientos. 

Éxodo, en hebreo שְׁמוֹת, shemōt, ‘Nombres’, porque el relato comienza diciendo «Estos son los nombres de los hijos de Jacob»; pero en griego ἔξοδος, en latín éxodos, ‘Salida’.

Grecia y Roma

La existencia a lo largo de los caminos (calzadas romanas), de casas o albergues para los viajeros, comerciantes, militares y portadores de mensajes de la Antigüedad, era necesaria tanto en Roma como en Grecia, y de seguro en otras regiones europeas y asiáticas; pero como la palabra ‘posada’ no existía entonces, nos encontramos con otros vocablos de aquella época con ese significado:

1- Caupōna, ae, ‘mesón’, ‘posada’, ‘taberna’, donde los viajeros conseguían comida y alojamiento, que en griego equivalía a πανδοκεῖον, καταγώγιον, y κατάλυσις (pandokeion, katagógion, katálusis). Caupōna también significaba ‘una tienda, donde se vendía vino y carne preparada para llevar’, en griego καπηλεῖον (kapeleion). La persona que tenía una caupona se llamaba caupo, cauponis (vendedor, hostelero). Suele considerarse que estos lugares (posadas, mesones) eran sólo para personas de bajos estratos sociales, pero lo cierto es que también a veces alojaban a gente con mayor jerarquía social.

2- Mansĭo, onis, ‘acción de quedarse, ‘lugar para quedarse’, ‘mesón’, ‘hostería’, ‘posada’, ‘taberna’, ‘estancia’, albergue’, ‘morada’, ‘lugar donde detenerse, descansar y cambiar de animales para proseguir el viaje ’. Había muchos lugares de este tipo por los caminos empedrados romanos. Del latín mansio procede nuestra palabra ‘mesón’ (lugar para alojarse) a través del francés maison, un término con muchas acepciones. De mansio deriva ‘mansión’ o casa suntuosa, pero eso ya fue un significado mucho más tardío (RAE, 1984). 

3- Mūtātĭo, onis, ‘cambio’, ‘cambio de caballerías’, ‘lugar donde se cambiaban las bestias durante un viaje’.

La taberna

4- Tăberna (tiendita, puesto, cabaña, choza, almacén) y tăberna diversoria, o también diversorium o deversorium. A lo largo de todos los grandes caminos de Italia había posadas, aunque el alojamiento que ofrecían era generalmente de mala calidad. En Roma debieron existir muchas posadas para alojar a los forasteros, pero poco se habla de ellas. Sin embargo, encontramos frecuentes menciones de casas donde se vendía vino y provisiones ya preparadas, y que parecen haber sido numerosas en todas las partes de la ciudad. Las casas en las que se podía comer y beber no las llamaban cauponae, sino normalmente pŏpīna, ae (taberna, figón, hostería). Eran frecuentadas principalmente por los esclavos y las clases bajas (Cicerón), y por lo tanto sólo estaban equipadas con taburetes para sentarse en lugar de sofás, por lo que Marcial llama a estos lugares sellariolas pŏpīnas, de sella, ‘silla’, ‘asiento’.

Los que tenían las posadas en la antigüedad grecorromana no eran muy vistos

En general, a las personas que mantenían posadas o casas de entretenimiento público de cualquier tipo, eran tenidas en baja estima tanto entre los griegos como entre los romanos; y aunque los epítetos de perfidi (con mala fe) y maligni (mezquino, malo), que Horacio les da (Sat. I.1 .29, I.5.4), pueden tal vez referirse sólo a posaderos particulares, pero parecen expresar la opinión común que se tenía de toda la clase. El lector interesado en este tema puede leer mucho más en este enlace.

La festividad religiosa de las posadas originada en México durante el siglo XVI

Las posadas son una serie de celebraciones que se hacen en algunos países de Hispanoamérica y que duran 9 días (novenario), del 16 al 24 de diciembre. Representan el culto navideño previo a la Nochebuena. Su origen se remonta al año 1587 en el Virreinato de la Nueva España, concretamente en México.

Todo comenzó cuando el fraile agustino español Diego Soria (1558-1613), obispo por 10 años de Nueva Segovia, Filipinas, en una visita a México (donde fundó la hospedería de San Jacinto), solicitó permiso al papa Sixto V (1521-1590) de realizar un novenario dedicado a invitar a los indígenas paganos a adoptar la fe católica y hacer que participaran en la fiesta para honrar el nacimiento del Niño Dios (Jesucristo), para reforzar la labor de evangelización, es decir, predicar la fe de Cristo.

El ex convento de San Agustín de Acolman, Estado de México, México. Donde, según los historiadores, nació la celebración de las posadas a finales del siglo XVI. Foto de Armando Olivo Martín del Campo 10 de agosto de 2019. Armando Olivo Martín del Campo, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons. https://es.wikipedia.org/wiki/Templo_y_exconvento_de_San_Agust%C3%ADn_(Acolman)#/media/Archivo:Ex_Convento_de_Acolman.jpg

Las fiestas para honrar a Huitzilopochtli

Los españoles aprovecharon hábilmente que en esas mismas fechas los indígenas de la Nueva España organizaban sus propias fiestas para honrar a Huitzilopochtli, el dios azteca del Sol y la guerra en el mes quince del año, que llamaban panquetzaliztli y que también aludía al “levantamiento o enarbolamiento de banderas”, “fiesta”, “celebración anual a los dioses”, según Durán, 1579;  Tezozomoc,1598 y Clavijero, 1780 (Gran Diccionario Náhuatl); equivalente al mes de diciembre del calendario gregoriano. Estas solemnes fiestas iniciaban el día 6 y terminaban el 26 (veinte días), antecedidas por cuatro días de abstinencia de toda comida (ayuno) coronando a su dios y colocando banderas en los árboles y en el templo principal.

La gente se reunía en los templos y aguardaban el solsticio (claro que los aztecas no conocían esta palabra) de invierno, cuando el Sol culminaba su desplazamiento hacia el sur, para reiniciar su movimiento de nuevo al norte, hasta llegar al solsticio de verano boreal el 21-22 de junio. Los festejos se hacían en las casas, regalando comida. 

El propósito de los conquistadores fue entonces, que las posadas de carácter cristiano, sustituyeran gradualmente a las fiestas del mes panquetzaliztli azteca; que las posadas cabalgaran sobre estas festividades prehispánicas… y ¡Lo lograron! 

Las posadas y el Nuevo Testamento 

Lucas 2:7

La celebración de las posadas está basada en la peregrinación de San José y la Virgen María desde Nazaret hasta Belén, durante nueve días antes del nacimiento de Jesús, según la cita bíblica del libro de Lucas 2:7 (Nuevo Testamento): “Y dio a luz a su hijo, el primogénito y lo envolvió con bandas de tela y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en el lugar de alojamiento”, es decir, no había quien les diera posada

Lucas 2:1-6

Esta es la esencia de la celebración: “en aquellos días salió un decreto de César Augusto* de que se inscribiera toda la tierra habitada… y todos se pusieron a viajar para inscribirse cada uno a su propia ciudad. Por supuesto José también subió desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser miembro de la casa y familia de David, para inscribirse con María, quien le había sido dada en matrimonio según se había prometido, y a la sazón estaba en estado avanzado de gravidez… (Lucas 2:1-6). En conclusión, era tanto el flujo de viajeros, que no había lugar en las posadas. ¡Así que Jesús nació en un pesebre! No había más dónde alojarse.

*César Augusto cuyo nombre original fue Gaius Octavius, nacimiento, 63 a. C., muerte, 14 d. C., fue el primer emperador romano y gobernó durante cuatro décadas, desde el año ―27 hasta el 14. En el tiempo de Augusto el Imperio romano se había extendido al oriente hasta Siria, Judea (Tierra Santa) y la región del Nilo en Egipto. Como se muestra en esta imagen del año 400:

 San Agustín de Acolman

Con el permiso del papa Sixto V, Diego Soria congregó a los indígenas en el Convento de San Agustín de Acolman del Estado de México (al noreste de la Ciudad de México), donde se realizarían “las misas de aguinaldo” (aguinaldo significa ‘regalo’) que luego se llamaron “posadas”. Nueve días de festividades en las que se representaban las dificultades durante la peregrinación del matrimonio, en busca de una posada donde María pudiera parir a Jesús.

Con el paso de los años, las posadas se propagaron por otras colonias de la Nueva España, hasta transformarse en fiestas religiosas que además servían como alegría y distracción de niños y jóvenes.

El clásico ritual de las posadas

Cada día del novenario se comenzaba con el rezo del Santo Rosario. Luego se simbolizaba el peregrinaje a Belén, los niños arrullaban al Niño Dios y le cantaban villancicos. Al último, los curas repartían un aguinaldo o regalo como fruta y dulces, como símbolo de la gracia de recibir a Dios (Eugenia Miras). 

Los asistentes a la fiesta representan la petición de alojamiento de José y María en su camino a Belén. Para ello, forman dos grupos. Uno de ellos pide posada con sus velitas encendidas y cantando al pie de la puerta: “En el nombre del cielo, os pido posada, pues no puede andar mi esposa amada”.

Entre tanto, los que se quedaron dentro de la vivienda, deben, inicialmente,  negar la posada, cantando “aquí no es mesón, sigan adelante, no les puedo abrir, no vaya ser un tunante” (un bribón, un vago, un maleante), forzando de este modo a los peregrinos a seguir pidiendo unas veces más.

Ya para terminar, se da albergue a los peregrinos con el siguiente canto o letanía: “entren santos peregrinos, peregrinos reciban este rincón, que aunque es pobre la morada (estancia, posada), os la doy de corazón”. Concedida la posada empieza el convivio entre los asistentes y concluye al romper la piñata, colmada de dulces fruta y otras golosinas (National Geographic en español).

Después de cinco siglos del inicio virreinal

Pero como en todo, los tiempos cambian, actualmente sólo en algunos lugares se mantienen los rituales, y ahora las posadas significan: baile, exceso de alcohol, tabaco, algarabía… y ¡Todos al goce el placer y la alegría!

Lo que inició hace unos cinco siglos para catequizar a los indígenas, como una celebración religiosa hecha en las iglesias, ahora se realiza en las casas y salones de fiesta, perdiendo en general su prístino sentido y se ha convertido en un pretexto para una diversión donde predomina el baile y el jolgorio. Desde el siglo XVII comenzó poco a poco el desplazamiento de la fiesta religiosa a las casas de particulares. Fue un proceso lento pero inexorable. Igual que el ineluctable paso del tiempo, que nunca se deja vencer por ruegos ni súplicas fervientes. El tiempo se desliza y arrasa con todo.

Lecturas sugeridas:

  • Eugenia Miras. 23 de diciembre de 2017. Las posadas, el secreto mejor guardado de la Navidad de Nueva España. Diario ABC. Madrid, España. En línea.
  • NATIONAL GEOGRAPHIC en español. 19 de diciembre de 2019. ¿Cuál es el origen de las posadas en México?. En línea.

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 9 de diciembre de 2021.

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan disímiles. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión, muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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