definiciones
La oncología es la rama de la medicina concerniente a la prevención, diagnóstico, tratamiento y estudio del cáncer. En general trata de los tumores benignos y malignos, pero dada la importancia de estos últimos, muchas fuentes de plano definen la oncología como “disciplina médica que estudia el cáncer” y considera sinónimo a la cancerología (término híbrido, del latín cancer, ‘cangrejo’, úlcera o llaga maligna’ + el griego -λογία, ‘estudio’) o el estudio del cáncer.
En medicina, el cáncer es “un proceso celular maligno, cuya única característica es la pérdida de los mecanismos de control normales, que provoca un crecimiento sin regulación, falta de diferenciación y la capacidad de invadir los tejidos circundantes y diseminarse sistémicamente por metástasis” (El Manual Merck. 1992. P. 1406. Edición impresa). También: “una neoplasia caracterizada por el desarrollo incontrolado de células anaplásicas, que tienden a invadir los tejidos circundantes y metastatizar a sitios distantes del cuerpo”. (Mosby’s Pocket Dictionary. 1998 p. 189. U. S. A. Edición impresa).
En español Oncología; portugués, neerlandés, italiano y rumano Oncologia; alemán Onkologie.
Origen del término ‘oncología’
‘Oncología’ es un neologismo decimonónico compuesto por dos raíces griegas: ὄγκος ‘onkos‘ (bulto, mole), más -λογία, -‘logía’ (estudio, tratado). El término se documenta en inglés (oncology) hacia el año 1857. El primer diccionario español que recoge el vocablo es el de José Alemany y Bolufer (año 1917) y simplemente dice: “Del griego ὄγκος, tumor y λόγος, discurso f. Oncología. Estudio y descripción de los tumores”. No aclara nada sobre la distinción entre benignos y malignos.
‘Cancerología’
La palabra ‘cancerología’, sinónimo de ‘oncología’ es un término de menor uso y probablemente fue creado durante el siglo XX, ya que la RAE lo incluye hasta su edición 1983: “rama de la medicina que se ocupa del cáncer”; junto con términos afines como: cancerológico, cancerólogo, canceroso. La edición 2023 del DLE ya no define la palabra, sino que nos dice que es lo mismo que oncología.
En Ciudad de México se encuentra el Instituto Nacional de Cancerología, especializado en oncología, inaugurado el 25 de noviembre de 1946.
ὄγκος
Hay dos variantes del antiguo término griego ὄγκος (onkos), A y B. El primero significa ‘garfio’, ‘gancho’, ‘el gancho de una flecha’, ‘cualquier ángulo’, ‘rincón’, ‘curva’, etc. Mientras que ὄγκος B tenía el significado general de ‘bulto’, ‘volumen’, ‘mole’, ‘peso’, ‘tamaño’, ‘gran dimensión’, ‘algo abultado’ (moles en latín), pero los diccionarios del griego clásico no mencionan ningún significado que pudiera referirse a un ‘tumor’, hinchazón o bulto en el cuerpo de un animal o persona. Ὄγκος se usó con diversos sentidos (Lidell & Scott Dictionary p. 1024). Por ejemplo:
- El espacio ocupado por un cuerpo.
- Un montón o fardo de leña (Heródoto).
- Un rollo de algún material blando.
- Las cenizas de un muerto (Sófocles).
- El chongo o nudo de cabellos de las mujeres, cuando, al aliñarse el pelo, era trenzado y formaba un nudo espeso en la frente.
- En sentido metafórico: algo pesado, una dificultad o problema. Importancia, dignidad, orgullo, y en un mal sentido, pretensión, darse mucha importancia. Textos o pasajes bombásticos.
- En filósofos tardíos, ‘partícula’, ‘átomo’, como en los escritos del griego Sexto Empírico (c. 160-210 d. C.).
Relación indoeuropea de ὄγκος
El término ὄγκος A tiene relación con la raíz indoeuropea *h₂enk- (doblar, curvar), según el dicciomed en línea. En cambio ὄγκος en su variante B (masa, volumen, mole, algo voluminoso y pesado), que es de donde deriva ‘oncología’, está relacionado con la raíz IE *enek̂- (alcanzar obtener), forma arcaica *nek̑‑, cuyos detalles pueden consultarse aquí.
Con ὄγκος A (gancho), se han acuñado diversos neologismos como: oncósfera* y oncocercosis; mientras que con ὄγκος B: oncofetal, oncogénesis, oncolítico, oncotlipsis, oncotomía, oncornavirus, oncotrópico, oncovirus, y, por supuesto, oncología, oncológico y oncólogo.
*Oncósfera del griego antiguo ὄγκος (A) ‘gancho’, más + σφαῖρα ‘esfera’, ‘pelota’.
καρκίνος, καρκίνωμα (carcinoma, cáncer)
Hipócrates (siglo IV a. C.) no aplicó el término onkos con sentido médico, pero llamó καρκίνος y su derivado καρκίνωμα (karkínos, karkínoma, carcinoma en español) a los tumores y llagas (sobre todo en las mamas femeninas) cancerosas invasivas y erosivas, a veces endurecidas, de tratamiento difícil, pero de seguro no siempre se trataba de lo que ahora conocemos por un cáncer. Aunque καρκίνος significa originalmente en antiguo griego ‘cangrejo’ (latín cancer), referido a estos crustáceos, también Cáncer, el signo del Zodiaco. Debe asimismo decirse que tanto Hipócrates como siglos después el médico Celso, consideraban que los cánceres de mama eran muy voraces e incurables, y recomendaban mejor no intentar cortar y cauterizar, ya que eso empeoraba el pronóstico.
A los carcinomas, los médicos romanos, como Celso (25 a. C.-50 d. C.), haciendo un calco de karkínos los llamaron cancer, cancri, (‘chancro’, ‘llaga’, ‘cáncer’, pero en origen, ‘cangrejo’).
¿Porqué el nombre de cáncer para esta milenaria enfermedad?
Hay varios intentos de explicar sobre el porqué le dieron este nombre. Quizá la más antigua es que los tumores cancerosos se extienden como las patas de un cangrejo o que las lesiones y venas (a veces verduzcas) circundantes toman a veces la apariencia de sus 10 patas. Hipócrates llegó a decir que (el nombre) es debido a que muchos cánceres tienen una consistencia dura, como el cuerpo calcificado de estos artrópodos; o tal vez se debe a que un cáncer se aferra vorazmente al cuerpo del enfermo como las tenazas de los cangrejos.
Sabemos que en sus estados avanzados, los enfermos de cáncer requieren de cirugías invasivas, quimioterapias y radiaciones que ocasionan severos daños, y muchas veces, aun así, ¡el paciente pierde esa terrible batalla! ¿Quién no ha tenido la experiencia de tener o haber tenido un familiar canceroso? O tal vez ahora lo sufre o ¡salió victorioso de haberlo padecido!
-λογία
La palabra ‘oncología’ está constituida por onco-, arriba explicado, más -logía, del griego -λογία, ‘estudio’, ‘tratado’, de λόγος, ‘explicación’, ‘discurso’, ‘narrativa’; nombre verbal de λέγω (légō), ‘yo digo’, ‘yo converso’. La mayoría (no todas, como astrofísica, astronomía y química) de las ciencias tienen en su nombre este componente: acarología, angiología, bacteriología, biología, cardiología, citología, climatología, ecología, edafología, entomología, espeleología, ficología, fisiología, geología, herpetología, histología, inmunología, limnología, malacología, mastozoología, meteorología, micología, microbiología, mineralogía, parasitología, sismología, virología, zoología…
COMENTARIOS ADICIONALES
No es necesario saber muchas cosas para entender que el cáncer ha existido durante un número indeterminado de millones de años. Lo mismo lo padecían los dinosaurios, que vivieron entre 250-65 millones de años atrás, que los mastodontes que existieron desde el Mioceno hasta el Pleistoceno. Pueden enfermar de cáncer langostas, peces, cocodrilos, gallinas, caballos, perros, gatos, humanos, etc.
Desde las primeras formas humanoides, como los Australopithecus (hace unos 4,0-1,4 millones de años), hasta un destacado político, actor o científico de nuestro tiempo, todos estamos expuestos a contraer cáncer.
Aunque me encantaría escribir algo más sobre esta terrible enfermedad, me limito a agregar sólo algunas notas que encontré por ahí.
Algunos de los primeros indicios de cáncer se encuentran en tumores óseos fosilizados, momias humanas del antiguo Egipto y manuscritos antiguos. En las momias se han observado tumores que sugieren la presencia de cáncer óseo (el osteosarcoma). También se han encontrado destrucciones óseas del cráneo, como en el cáncer de cabeza y cuello.
Los primeros escritos que tratan sobre el cáncer
El registro escrito más antiguo que se conoce sobre cáncer (aunque, por supuesto, la palabra no existía ni remotamente) se descubrió en Egipto y data aproximadamente del año 3000 a. C. Se trata del Papiro Edwin Smith y es una copia de parte de un antiguo libro de texto egipcio sobre cirugía traumatológica. En él se describen 8 casos de tumores o úlceras de mama que fueron extirpados mediante cauterización con una herramienta llamada «taladro de fuego». En el escrito se dice que para esta enfermedad “No hay tratamiento» (American Cancer Society. Understanding What Cancer Is. : January 4, 2018).
Los antiguos griegos y la Edad Media
También se tienen las breves descripciones del Corpus Hippocraticum de los «cánceres ocultos» (karkinoi kryptoi) en las mamas y otras partes del cuerpo, «hinchazones» que se consideraban —como lo explico en otra parte de este artículo— incurables, aunque se intentaba eliminarlas mediante intervención quirúrgica (médico griego Αρχιγένης, Archígenes o Arquígenes, siglo II d. C.). Incluso durante la Edad Media (c. 500-1500 d. C.), las prácticas tradicionales no pudieron conseguir una terapia exitosa.
Siglos XVII-XVIII
Hubo que esperar hasta mucho después del inicio de la Ilustración para que investigadores como el francés Henry François Le Dran (1685-1770) pudieran rastrear los pasos esenciales del desarrollo (aunque todavía no la causa) del cáncer en los cuerpos de personas fallecidas. Cirujanos como el británico John Hunter (1728-1793) reconocieron que los tumores sólidos podían estar localizados durante algún tiempo antes de extenderse fatalmente y, por tanto, eran curables.
Siglos XIX-XX
En el siglo XIX y principios del XX, la cirugía fue la primera disciplina en desarrollar un abordaje del cáncer individualizado y adaptado a cada estadio, gracias a los avances en asepsia y anestesia, asociados a nombres como el cirujano estadounidense William Stewart Halsted (1852-1922), quien realizó una mastectomía radical; Christian Albert Theodor Billroth (1829-1894), cirujano alemán; el cirujano inglés William Sampson Handley (1872-1962), destacado por desarrollar la teoría de la diseminación del cáncer de mama y muchos otros.
Una tarea esencial de los cirujanos de entonces (y todavía hoy), era seleccionar tumores localizados y operables y evitar intervenciones inútiles. Una vez que el cáncer hacía metástasis, había que limitarse a tratamientos paliativos, pues aún no se conocían la quimioterapia ni la radioterapia. Trabajos como los del cirujano inglés Stephen Paget (1855-1926) aportaron conocimientos más sutiles sobre la propagación prevista y además propuso una teoría sobre la metástasis. Sin embargo, si se descubría durante la operación, ésta debía darse por terminada sin ningún resultado. Incluso actualmente siguen existiendo procedimientos diagnósticos de este tipo, por ejemplo en la cavidad abdominal (laparotomía exploratoria), aunque cada vez son menos frecuentes a medida que mejora la imagen radiológica.
La mastectomía radical
Dado que al principio sólo los pacientes operados tenían alguna posibilidad de curarse, las insufribles intervenciones inhumanas para los estándares actuales, como la «mastectomía radical» de Halsted (antes citado), en la que también se extirpaban los músculos pectorales y parte de las costillas, continuaron en el siglo XX. Sólo se abandonaron cuando la radioterapia y más tarde la quimioterapia se erigieron en otros recursos del tratamiento del cáncer junto a la cirugía.
Los iniciso de la radioterapia
El médico y pintor francés Georges Chicotot (1855-1937) hizo en 1907 su primer intento de irradiar un cáncer de mama.
El vienés Leopold Freund (1868-1943), judío austriaco, está considerado el primer radioterapeuta del mundo, que entre 1897 y 1908 publicó un resumen de su experiencia con los rayos X contra los carcinomas.
Siguiendo los descubrimientos en el campo de la física a cada paso, primero se extendió el tratamiento con radiaciones procedentes de tubos de rayos X (que sólo llegaban a poca profundidad), luego con muestras radiactivas naturales procedentes sobre todo del radio descubierto por los Curie, después con radionucleidos artificiales como el I-131 y, por último, con radiaciones de fotones y partículas de alta energía procedentes de aceleradores. Al principio, los radiólogos trabajaban con todos estos métodos.
Desde 1976, con la creciente diversificación de recursos terapéuticos, se hizo necesaria la introducción de nuevos títulos de especialista en radioterapia y medicina nuclear, que ahora deben desempeñar su trabajo en los grandes hospitales oncológicos. Hoy en día, aproximadamente un 30% de pacientes de cáncer se trata con radioterapia sola, o combinada con otros recursos terapéuticos.
La quimioterapia a mediados del siglo XX
La quimioterapia comenzó durante los años de la Segunda Guerra Mundial, cuando, en 1942, se descubrió por casualidad en el laboratorio de la Facultad de Medicina de Yale el efecto del gas mostaza contra el linfoma, un cáncer de las células hematopoyéticas (las que generan las células sanguíneas). Tras el final de la guerra, el primer citostático (que detiene el crecimiento de las células sin destruirlas) utilizado en pacientes —el óxido de nitrógeno—, se desarrolló a partir de éste. Casi al mismo tiempo, Sidney Farber (1903-1973), patólogo pediatra considerado el padre de la quimioterapia moderna, logró los primeros éxitos contra la leucemia infantil, con un precursor del metotrexato, que se sigue utilizando aún.
Estos cánceres «difusos» de la sangre y la médula ósea, se volvieron mucho más accesibles a la quimioterapia que los tumores «sólidos» (cáncer de mama, de pulmón, de colon, gástrico, etc.), lo que propició que la doctrina convencional de que todo tumor debía tratarse radicalmente a nivel local ya no se sostuvo.
Hoy en día, la quimioterapia es el método de elección contra las leucemias y los linfomas. Y también en el caso de los tumores sólidos, la estrategia desarrollada en cooperación entre las disciplinas antes mencionadas, tiene hoy como objetivo alcanzar la limitación local de la enfermedad, pero si no se logra, se utiliza la quimioterapia, dando así acceso de nuevo a la radioterapia local y a la cirugía (algunos pasajes de estos comentarios se tomaron de Wikipedia durchsuchen. https://de.wikipedia.org/wiki/Onkologie).
Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 16 de enero de 2023.