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epitafio, inscripción sobre una tumba

¿Qué es un epitafio?

Un epitafio es una inscripción, generalmente breve, en una tumba o sepultura en memoria de la persona enterrada en ella. Casi invariablemente se anotan las fechas de nacimiento y muerte. Por extensión, también: una breve declaración que conmemora o compendia la vida de una persona fallecida o algo del pasado.

Los epitafios suelen revelar actitudes ante la muerte, expresiones de profunda aflicción, dolor y duelo o, a veces ¿Por qué no? comicidad y buen humor. Cada uno manifiesta un aspecto de las costumbres y cultos en torno a la muerte… pero también hacia la vida. Reflexiones, buenos deseos, deprecaciones, ruegos, añoranzas, recuerdos lejanos de algo que no volverá jamás…

Hay evidencias de epitafios (inscripciones sobre tumbas) que se remontan hasta la antigüedad egipcia y grecorromana… y ¡todavía pervive la tradición!

Epitafio del general francés Louis J. DE Lamoricière. Catedral de Nantes. Autor Florestan. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Cath%C3%A9drale_de_Nantes_-_%C3%A9pitaphe_de_Lamorici%C3%A8re.jpg

Etimología de “epitafio”

La palabra ‘epitafio’ nació en la Grecia de la antigüedad: ἐπιτάφιος, ον = epitáphios, on, que literalmente significa “sobre o en una tumba”; pero también llamaban así: a) los “juegos fúnebres en honor de los caídos en el combate, que se celebraban en la Antigüedad griega, ya mencionados desde Homero (hacia los siglos IX-VIII a. C.); b) oración mortuoria que pronunciaban en Atenas, durante el enterramiento de los soldados muertos en la batalla (según Tucídides), como una manera de honrarlos; tradición que inició desde los tiempos de Solón (siglo VI a. C.). En el discurso fúnebre no sólo se elogiaba al difunto, sino también al Estado ateniense y a sus familiares.

ἐπιτάφιος λογος    

La antigua expresión ἐπιτάφιος λογος (epitaphios logos) significa textualmente “palabras o lo que se dice durante un funeral”. Recordemos que λογος (logos), originalmente significa “decir”, “razonar”, “discurso”, “palabra”. Todavía en nuestro tiempo, a veces alguien pronuncia unas breves palabras, algunos minutos antes de que depositen el féretro en la tumba. Cuando murió mi madre (abril de 1992), una de mis hermanas me sugirió que lo hiciera, pero sentí que mis palabras no fluían y mejor me negué.

ἐπιτάφιος ἐξ οἰκίας

Así mismo, ἐπιτάφιος ἐξ οἰκίας = epitáphios éx oikías era la forma como llamaban los griegos a “la acción de llevar al difunto desde su casa al enterramiento”; lo que ahora se hace en una carroza fúnebre durante la partida del sepelio. Éx significa “hacia afuera” y oikías de οἶκος (oikos), “casa”, como en los términos ecología, ecocidio y economía. 

Demóstenes, Lisias, Hipérides 

Destacan los discursos fúnebres de Demóstenes y Lisias, así como de Hipérides y Pericles de los que se sabe, ellos personalmente los pronunciaban.

Entre los epitafios (palabras que elogiaban al difunto caído en la batalla) que se conservan, puede citarse el de Hipérides —elaborado por él mismo—, pronunciado en el año —322 en honor a los fallecidos durante el primer año de la guerra de Lamia contra el general macedonio Antípatro.

Pericles

Durante el siglo —V, el gran orador, militar y político griego Pericles (495-429 a. C.) pronunciaba epitafios en la exequias de los soldados caídos, ya que en aquel tiempo, más o menos entre el fin de las guerras médicas (449 a. C.) y la guerra de Peloponeso (431-404 a. C.), nunca dejó de haber enfrentamientos bélicos.

Ἐπιτάφιος: ἐπί + -τάφιος

La palabra ἐπιτάφιος está compuesto por el prefijo ἐπί (epí-) que significa ‘sobre’ y -τάφιος (-táphios) de ταφος (taphos), que originalmente (desde Homero) significa “un funeral” (funus en latín), “los rituales del funeral o enterramiento”, “el sepelio”, “la acción de inhumar”. Luego también “la sepultura en sí misma”, pero este último significado no se encuentra en los poemas homéricos, sino en escritores posteriores como Hesíodo, Píndaro y Heródoto. A la persona que se encargaba de elaborar los epitafios o discursos fúnebres la llamaban ἐπιτάφιος σοφιστής = epitáphios sophistés. 

Así mismo, ταφος es un derivado del verbo θάπτω, -ειν (thápto, thaptein), cuyos significados son: “dar las últimas honras a un muerto”, “alabar mediante ciertos ritos fúnebres”, lo que en los viejos tiempos se hacía quemando el cuerpo y después enterrar sus cenizas; ya que la cremación era una costumbre muy común, que fue introducida al mundo occidental por los griegos hace unos tres mil años, aunque parece que esta práctica tiene su origen al menos hace unos 12 000 años.

Relación indoeuropea  

Ταφος  y θάπτω, -ειν se relacionan con la raíz indoeuropea *dhembh-, *dhm̥bh- (enterrar), y derivados que llevan la idea de “escarbar”. Las palabras cenotafio, tafonomía (estudio de los procesos de fosilización) y otras, pertenecen al mismo grupo.

Del griego al latín y de éste al español “epitafio”

La palabra “epitafio” llegó al español del latín tardío epitaphĭum, en latín clásico ĕpĭtăphĭus (del multicitado ἐπιτάφιος) con el mismo significado: ‘discurso fúnebre dedicado por el Estado ateniense’. Cicerón cita los que pronunciaba el orador y político Pericles (495-429 a. C.) para elogiar a los muertos en combate en la ceremonia del enterramiento, coincidente, por ejemplo, con el Menéxeno, que unos 40 años después escribió el filósofo Platón.

Por todo lo arriba mencionado, debe entenderse que “epitafio” < ĕpĭtăphĭus < ἐπιτάφιος inicialmente tuvo el significado de ‘oración o discurso fúnebre. Pero siglos después fue tomando el sentido (ahora prevalente) de “inscripción hecha sobre una tumba”, aunque éstas ya existían en Egipto, Grecia y después en el mundo romano. 

NOTAS ADICIONALES

Egipcios y griegos

Los epitafios más antiguos que se conocen fueron inscritos sobre sarcófagos durante la antigüedad egipcia. Casi todos contienen ruegos a Osiris o al dios Ptah (desde el milenio II a. C. o antes), el patrón de los constructores, artesanos y arquitectos, o alguna otra deidad misericordiosa. Los e. griegos revelan diversos sentimientos y estilos literarios;  tal y como puede verse en el ejemplo atribuido al poeta Simónides de Ceos (siglo V a. C.) sobre la tumba de los héroes espartanos de la batalla de las Termópilas (480 a. C.) en la guerra de los persas contra los griegos, que dice: «Ve, dile a los espartanos, amable transeúnte, que aquí, obedientes a su ley, yacemos».

Los romanos

Los romanos de la época más antigua, parece que no se preocuparon tanto por glorificar a sus muertos. Sin embargo, tiempo después, la clase privilegiada demandó epitafios exornados (floridos) para adornar las tumbas que se encontraban en el camino de Roma a Atenas o a Marsella. La leyenda común de los epitafios era Sta, viator (¡Detente viajero!), y después, como imitando a los egipcios, se anotaba el nombre del muerto, así como su rango y reputación. Por ejemplo, el e. de un hombre rico, adoptaba un estilo literario, pero no precisamente poético, como el de Juvenal: Hoc volo, sic jubeo, sit pro ratione voluntas: «Lo quiero, así lo mando, baste mi voluntad como razón». El poeta romano Horacio del siglo I a. C., escribió su propio epitafio: Exegi monumentum aere perennius, Odes 3.30 «He creado un monumento más duro que el bronze».

En los tiempos de la Roma antigua, “durante una ceremonia funeraria, un miembro varón de la familia pronunciaba un panegírico en el que relataba las hazañas del difunto. A continuación, una procesión salía de la ciudad para enterrar al muerto”. “Las antiguas lápidas romanas eran más descriptivas, a menudo con largos epitafios que describían la vida, los logros o la personalidad del difunto, ofrecían fragmentos de filosofía o grababan un mensaje que deseaba dejar para la posteridad” (Gregory Aldrete, Ph.D., University of Wisconsin-Green Bay). Aquí pueden leer más epitafios en latín.

En la Edad Media

Después de la caída del Imperio romano de Occidente, los epitafios no fueron tan populares, hasta que llegó el Renacimiento. Siguieron escribiéndose en latín hasta el siglo XVIII.

Epitafio en la base del Haymarket Martyrs’ MonumentWaldheim Cemetery, Forest Park, Illinois. Dice: «llegará el día en que nuestro silencio será más poderoso que las voces que hoy degolláis». http://flag.blackened.net/anarpics/

Millones de epitafios

Si le damos la vuelta al mundo y visitamos los cementerios, de seguro nunca terminaríamos de leer todos los epitafios que se cuentan por millones y millones. Aquí algunos ejemplos de Japón y acá uno de Vietnam.

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 2 de agosto de 2023.

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan disímiles. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión, muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

1 Comentario

  1. Jorge Castro Covarrubias dice

    Estimado amigo,recuerdo un epitafio,pero no recuerdo el libro o el autor y decía: si en la nada me pierdo,si con mi ausencia padeceis quebranto,no me lloréis,que el llanto,ahogaria lentamente mi recuerdo.
    Hay otro que dice: aquí yace un padre afortunado que tuvo la dicha de cruzar el río con Caronte,primero que sus hijos.
    Y te mando el mío el que quiero sobre mi tumba o inscrito en mi urna y dice: Aquí sigue descansando Jorge c.c.
    Jajajaja gracias mi amigo Gerita.

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