cultismos
Dejar un comentario

funeral

Definición de ‘funeral

La palabra funeral, como adjetivo, es ‘de o perteneciente al entierro, a las exequias, las honras fúnebres de un cadáver’, ‘estado de ánimo acorde a un funeral’. Como sustantivo, ‘acompañamiento suntuoso o pompa con la que se realiza un entierro’, ‘la procesión fúnebre que acompaña al difunto hasta la tumba’, ‘ceremonia o ceremonias que se realizan en relación al entierro o cremación de una persona’.

Etimología

Funeral procede del latín tardío fūnĕrālis (siglos III-VI d.C), que significa ‘fúnebre’, ‘lo propio de un funeral’, término documentado en la obra cristiana del siglo III Didascalia apostolorum escrita en siríaco, un dialecto del arameo, una lengua semita; y en los Sermones (Lecciones sobre el Nuevo Testamento) 72, 2 de San Agustín, obispo de Hipona (Aurelius Augustinus Hipponensis, nació en Tagaste, Numidia el 13 de nov. de 354 y murió el 28 de agosto de 430). La palabra fūnĕrālis proviene de fūnŭs, -eris, (quizás de la forma no atestiguada *founus) ‘funerales’, ‘ceremonia o ritos funerarios’; también significó: ‘muerte violenta’, ‘ruina‘, ‘destrucción’, ‘un difunto cuando ya estaba ardiendo en la hoguera o pira’;

Se ha llegado a decir, desde tiempos antiguos, que fūnŭs a su vez proviene de fūnis, que en latín arcaico (hacia el siglo V a. C.) significó sobre todo ‘antorcha’, y después también ‘cuerda’, o ‘cuerda gruesa retorcida’.

Pero los lingüistas rechazan esta propuesta y dicen que sólo se trata de una etimología popular sin fundamento. Así que fūnŭs es de esos términos cuyo origen es oscuro y muy discutible.

Relación indoeuropea

Como recién lo señalé, el origen de fūnŭs, fūnis es muy controversial y hay varias hipótesis al respecto. Julius Pokorny propone la raíz indoeuropea *dheu‑ 4, pág. 261; *dheuə- (cerrar, finalizar, cerrar un círculo ¿de la vida?),  en su forma sufijada *dhū-nes‑ < ¿*dhuə-nes‑?, quizás relacionada con *dheu-² (morir), raíz vinculada a la palabra inglesa death, ‘la acción de morirse’ ‘la terminación de la vida’.

Otra fuente propone la hipótesis de que fūnŭs, *founus podría derivar de la raíz indoeuropea *dte/ou-nes- (irse, alejarse), de la raíz *dh eu- ‘fallecer’, ‘irse para siempre jamás’, ‘morir’, por lo tanto, ya no volver) (de Vaan pág. 251).

Funerales durante la prehistoria

Las primeras formas predominantes de sepelios del periodo Paleolítico (circa 2,3 millones-12.000 años atrás, en el Viejo Mundo), fueron, hasta donde se sabe, las inhumaciones. Sin embargo, restos de hace unos 500.000, años del Hombre de Pekín o Sinanthropus pekinensis Black, 1927, encontrados en China, dan cierta evidencia de antropofagia o necrofagia. Los cráneos de estas antiguas criaturas fueron abiertos, tal vez para posibilitar la extracción del cerebro, que luego era consumido con el fin de que el sobreviviente pudiera asimilar las cualidades del muerto. El hombre de Neandertal, que vivió en Europa y el Medio Oriente, y se extinguió hace unos 35.000 años, practicó también la inhumación, aunque hay algunas evidencias de necrofagia (se comían a los muertos). 

Inhumaciones

La inhumación o entierro fue aparentemente el método más común del Homo sapiens sapiens (desde hace unos 30.000 años), pero en épocas más tardías de la prehistoria, se ha descubierto la práctica de la cremación. Generalmente, varios tipos de objetos valiosos son encontrados en sepulturas prehistóricas, con frecuencia los huesos están adornados con pigmentos ocres y otros bálsamos. Hay asimismo algunos lugares con entierros colectivos u osarios. Aunque el significado pleno de estos hechos no puede ser conocido con certidumbre, parece claro que en las sociedades primitivas, la muerte fue objeto de cuidados y rituales, y presumiblemente se creyó en alguna forma de existencia después de la vida que el muerto dejaba.

No obstante, aunque la inclusión de bienes en las sepulturas se interpreta como posible creencia de una vida en el más allá, no siempre es necesariamente así. Por ejemplo, muchas sociedades modernas africanas y de otros lugares, colocan ciertos objetos valiosos con el cuerpo, pero no por la creencia de la vida ultraterrena, sino como un símbolo de la aniquilación de la posición social (causada por la muerte) que tenía el difunto, ya que los bienes representan, de algún modo, su estatus o posición social que tuvo en vida.

A pesar de ello, se sabe que en el caso de los antiguos egipcios, tales bienes estaban vinculados con la creencia en el  viaje del finado al terreno de los muertos. En la prehistoria tardía, la cremación fue haciéndose más común, culminando en Europa dicha práctica en la sociedad grecorromana. 

Información adicional sobre los funerales en algunas culturas

No es posible narrar con lujo de detalles todo lo relacionado con el rito del funeral a través de la prehistoria y la historia. Por eso, sólo mencionaré algunos hechos sobresalientes, por su carácter, a mi juicio, curioso:

Un funeral es en realidad un acto impregnado de rituales, para esconder o desaparecer un difunto de sus prójimos, por razones elementales de higiene, y por lo desagradable y espantoso que debe ser ver y oler los despojos de un familiar o amigo, en plena putrefacción.

Como ya lo señalé, la inhumación o enterramiento parece ser la práctica más común de la prehistoria. Ya en el Paleolítico Superior, cuando el hombre descubrió el fuego, comenzó a quemar sus muertos, razón por la que probablemente se encuentran menos restos humanos en ese periodo. La añeja práctica de la momificación surge entre los egipcios, pero ya en periodos históricos. Se cuenta que los sacerdotes levantaban y ponían derechos a los cadáveres, y simulaban abrir ojos y boca para introducirles ciertos principios de vida que garantizaran su supervivencia en la tumba.

En el Viejo Mundo

Los persas depositaban a los muertos sobre unas plataformas conocidas como las torres del silencio, donde eran comidos por las aves rapaces.

Los griegos sostenían la creencia que las almas de los cadáveres no sepultados no podían ingresar en los Campos Elíseos, un lugar mitológico que estaba ausente de maldad pecado. Cuando alguien moría, se le colocaba en la boca un óbolo (moneda griega de plata), con la finalidad de que pagara a Caronte, el barquero que conducía a los muertos de un lado a otro del río Aqueronte. Según algunas versiones, si el muerto no llevaba la moneda, tenía que esperar 100 años para que Caronte lo llevara gratis.

Entre los romanos, los esclavos se encargaban de lavar y perfumar el cadáver, y lo vestían con sus mejores ropas, luego lo colocaban sobre un diván o asiento alargado sin respaldo, en el atrio de la casa. En la procesión, marchaban los músicos adelante, después las plañideras (mujeres que lloraban para recibir un pago). Delante del muerto se llevaban imágenes del difunto y las de sus antepasados. El cuerpo, sobre un féretro o litera era cargado por parientes y libertos, y al final, lo depositaban dentro de un sarcófago, pero era más frecuente la incineración.

Comenzó a ser más frecuente la inhumación en el Imperio romano, a partir de los últimos años del siglo ll d. C.

Pueblos prehispánicos

Entre los aztecas era común la incineración, pasando sus almas al inframundo. En cambio, en el caso de leprosos y ahogados, eran inhumados para que pudieran encontrarse con Tláloc o el Dios de la lluvia.

Los mayas, incineraban nada más a personas de alto rango, mientras que la gente común era sepultada en la parte trasera de las casas.

En fin, esto es solamente una probadita de la enorme información que existe sobre la ceremonia de los funerales, que presenta grandes variaciones a través del tiempo y en diferentes culturas.

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 25 de octubre de 2020.

Categoría: cultismos

por

Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan disímiles. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión, muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *