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eyacular, eyaculación

Eyacular, eyaculación definiciones

Eyacular es arrojar o descargar un órgano algún fluido o secreción, especialmente semen en el varón y el macho de los mamíferos. En la mujer, segregar un líquido viscoso las glándulas de Skene, durante el clímax del coito.

Eyaculación es la acción o efecto de eyacular.

Etimología de “eyacular”

Este término es de origen totalmente latino. Inicialmente no tenía la connotación biológica de ahora, pues simplemente significaba, desde la antigüedad romana, lanzar o arrojar con fuerza, especialmente dardos, jabalinas, o cualquier cosa que se pudiera lanzar desde lejos. Sólo que los biólogos, por analogía, comenzaron a utilizarlo desde finales del siglo XVI con el sentido biológico actual.

Si nos basamos en el significado etimológico original, y aunque no creo que se haya aplicado alguna vez, una pistola, por ejemplo, “eyacula” balas, porque las arroja con gran fuerza y velocidad (alrededor de 700 metros por segundo, es decir, el doble de la velocidad del sonido). Pero esto no es más que una reflexión muy personal.

  • El diccionario español de Esteban de Terreros de 1787 recoge el sustantivo “eyaculación”, la acción de eyacular; mientras que el de Gaspar y Roig de 1853, el verbo “eyacular”. En ambos, con sentido biológico.
  • En francés, éjaculer significa sólamente “lanzar” en el siglo XVI, pero en a principios del XVII ya se documenta como proceso fisiológico o “arrojar fluidos del cuerpo”.
  • Para 1578 ya aparece en inglés (eyaculate) el verbo “eyacular”, como “depositar semen dentro de la matriz”; pero antes sólo como “lanzar un proyectil”. En el s. XVII, “lanzar súbitamente una plegaria”, pero también “la emisión rápida de semillas (en plantas) o fluidos corporales”. Menciono esto, como una manera de evidenciar que eyacular, eyaculación, no necesariamente se ha referido siempre a la expulsión del semen a través de la uretra masculina.

Seguir la pista al origen del verbo eyacular, implica mencionar una serie de términos. Veamos

“Eyacular” deriva del latín clásico ēiăcŭlor, eiāculari, más tardíamente ēiăcŭlo, eiaculāre: “lanzar hacia fuera algo con fuerza”. Formado por el prefijo ex-, e-, que en este caso indica “hacia fuera” más iăcŭlor, iăcŭlari «tirar la jabalina o un dardo», a su vez de de iăcŭlum «jabalina, flecha, dardo, todo lo que se pueda arrojar o lanzar desde lejos»; finalmente del verbo iăcĭo, iacere* «tirar lanzar» + -culum, un sufijo instrumental. Todos estos verbos se asocian a la raíz indoeuropea *i̯ē- : i̯ǝ- que contiene la idea de ‘arrojar’ (véase aquí). Palabras como proyecto, adjetivo, conjeturar, jactancia, enema, inyección, yacimiento, yacer, subyacente y otras, se vinculan a esta misma raíz IE.

*Es muy importante saber que además del verbo iăcĭo o jăcĭo, iacēre, jacēre (tirar, lanzar), de donde deriva “eyacular”, existe jăcĕo, jacēre (con j o con i, es lo mismo), que significa estar tirado o tendido, de donde vienen subyacer, yacimiento o yacer. Sin embargo, ambos verbos se relacionan con la misma raíz arriba citada. 

Sintetizando: eyacular < eiāculari  < e- + iăcŭlari <  iăcŭlum < iacere + -culum, un sufijo instrumental.

 ēiăcŭlor, eiāculari es lo mismo que ējăcŭlor, ejāculari

En muchos diccionarios de latín aparece ējăcŭlor, ejāculari; jăcŭlor, jăcŭlari, etc., debido a que en latín no existía la letra ‘j’, pero durante el Renacimiento, con la llegada de la imprenta durante el siglo XV, los holandeses reemplazaron la i longa o larga de la antigüedad romana por la ‘j’.    

Eyaculación femenina 

Recientemente también se habla de eyaculación femenina, que, como lo mencioné anteriormente, consiste en la descarga (durante el coito) de un líquido viscoso, transparente o algo blanquecino, desde un par de glándulas parauretrales, embebidas en la pared de la uretra,   llamadas de Skene, homólogas a la próstata en el hombre. Su orificio de descarga se encuentra a cada lado del meato uretral, por donde sale la orina.

Se llaman glándulas de Skene en honor al médico y ginecólogo escocés Alexander Johnston Chalmera Skene (1837-1900), quien fue el primero en describirlas de manera pormenorizada. Si se separan los márgenes de la uretra, y se everte su mucosa, pueden verse a cada lado del piso uretral. En casos de gonorrea aguda, estas glándulas resultan infectadas, y a veces también pueden taparse los orificios de salida y formarse quistes. Skenitis es la inflamación de estas glándulas. El eskenoscopio sirve para inspeccionarlas.  

No en todas las mujeres tienen el mismo grado de desarrollo y sensibilidad. Además, como reciben el influjo hormonal, ya en la menopausia se atrofian y van perdiendo sus funciones.

La eyaculación masculina

La eyaculación es el clímax del acto sexual masculino, y sucede cuando los estímulos sexuales se hacen extremadamente intensos, lo que motiva a que los centros del reflejo del cordón espinal, comiencen a emitir impulsos del simpático (porción toracolumbar del sistema nervioso autónomo) entre la T12 (la vértebra torácica 12) y la L2 (lumbar 2), que llegan a los órganos genitales para iniciar la eyaculación.

Todo comienza con la contracción de los vasos deferentes y su ampolla (dilatación irregular, justo antes de la unión con el ducto secretorio de las vesículas seminales), para que el semen llegue a la uretra. En seguida, las contracciones prostáticas, seguidas por las de las vesículas seminales, expelen fluido prostático y seminal hacia la uretra, forzando al esperma a seguir hacia adelante. De manera que estos fluidos se mezclan en la luz uretral con moco segregado por las glándulas bulbouretrales, y así forman el semen, culminando con la “emisión” o etapa precursora o inmediatamente anterior a la eyaculación propiamente dicha.

El llenado de la uretra con semen, provoca sensaciones que se transmiten por el nervio pudendo a las regiones sacras de la médula espinal, dando la súbita e intensa sensación placentera en todos los órganos genitales. Estas sensaciones tan profundas excitan para que se produzcan contracciones rítmicas de los órganos sexuales, causando además contracciones del músculo isquiocavernoso y bulbocavernoso, que comprimen el tejido de la base del pene erecto.

La llegada de la eyaculación y la terminación del orgasmo

Asimismo, estos efectos juntos causan ondas rítmicas que hacen crecer la presión en el tejido eréctil del pene, los ductos de la uretra y genitales, que terminan por lanzar o arrojar al semen hasta el exterior. Este proceso final, prominente o culminante es lo que se llama eyaculación. Luego llega un estado de relajación, más propiamente de resolución y en cuestión de muy pocos minutos (de 1 a 2), el pene pierde su erección, llega un período de reposo y, si es un hombre joven, y bajo ciertas condiciones que propicien una nueva excitación, puede volver otra  erección y otro coito. Pero esto depende de muchos factores orgánicos, emocionales, relación de pareja, el lugar y el momento y por supuesto, la participación del cerebro, así como los sentidos del olfato, gusto, visión, audición y táctil. 

El periodo completo de emisión y eyaculación es lo que se llama orgasmo masculino. En la mujer suceden sensaciones o cosas semejantes, pero ellas pueden experimentar más orgasmos en un tiempo relativamente más corto.

Mediante la masturbación se logra también llegar al orgasmo, con eyaculación y todo, pero creo que la auténtica plenitud o compleción se disfruta en el coito. 

Eyaculación precoz

La eyaculación precoz se caracteriza por la aparición del orgasmo y la eyaculación con un mínimo de estimulación sexual, que sucede de forma persistente, antes, durante o inmediatamente después de la penetración, y antes de que el varón lo desee. 

Este problema se da usualmente cuando el acto sexual sucede con una pareja, ya que la inmensa mayoría de los hombres pueden retrasar el orgasmo, cuando se masturban, mucho más que en el coito. Este desorden probablemente resulta de una combinación de causas fisiológicas y psicológicas.

En los jóvenes, pueden influir la ansiedad, ciertos temores, como sentimientos de culpa o pecado, el miedo a ser descubierto, de embarazar a la muchacha o de contraer alguna infección venérea. Causas también comunes en el adulto, pero además problemas interpersonales, sobre todo con la compañera sexual. Pocas veces se debe a prostatitis o alguna anomalía de las vías nerviosas. 

Lecturas sugeridas:

  • Guyton & Hall. 2000. Textbook of Medical Physiology. pp. 916-926. USA.
  • El Manual Merck de diagnóstico y terapéutica. 1992. Pp. 1755-1756. Edición Española.

Las dos obras son impresas. 

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 7 de marzo de 2024.

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan disímiles. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión, muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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