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cementerio, camposanto

Concepto de cementerio

Un cementerio es un terreno espacioso, pero amurallado donde se entierran los cadáveres. A veces también se refiere a un lugar de desechos, por ejemplo, cementerio radiactivo, de autos. Hay además cementerios de mascotas (gatos, perros, caballos, aves, reptiles), cuyos antecedentes más remotos son los gatos momificados en el antiguo Egipto, así como un cementerio de perros descubierto en el parque nacional de Ascalón, Israel, cuya antigüedad se estima se remonta a los siglos V-IV a. C., aunque hay vestigios de enterramientos caninos de hace unos 4.000 años. Actualmente hay cientos de estos cementerios en todo el mundo. El más antiguo en Estados Unidos, fundado en 1895, es el de Hartsdale, Nueva York, donde yacen unos 100.000 animales (perros, gatos, tortugas, jerbos, pájaros) en una superficie de unas dos hectáreas.

Cementerio canino de Hartsdale. Raga Suzzane. July 11, 2017. 12 Fascinating Pet Cemeteries Around the World. SPENCER PLATT/GETTY IMAGES.

Etimología del término cementerio

Es muy importante aclarar que la palabra «cementerio» (panteón, camposanto), no tiene absolutamente ninguna relación con el término «cemento», que se refiere al material de construcción u otros productos usado para unir o pegar algo.

La palabra cementerio proviene del latín cristiano cimiterium, a su vez del bajo latín eclesiástico coemētēriĭum, ‘cementerio’, que dio origen a: cemetière en francés, cemitério en portugués, cemetery en inglés, cimitero en italiano, cimitir en rumano, cementerio en español, cementeri en catalán, etc.

Coemētēriĭum procede a su vez del griego antiguo κοιμητήριον (koiméterion), que originalmente significa ‘lugar para dormir’, ‘dormitorio’, pero en escritores griegos del cristianismo, también comenzó a significar ‘cementerio’, ‘lugar donde los muertos duermen’, en espera de la resurrección prometida por la cristiandad. Koiméterion está compuesto por el radical koimē-, variante de koimân, ‘poner a dormir’, más el sufijo locativo griego -tērion, que indica ‘lugar de’. Y  koimân deriva de κοιμάω (koimáo), ‘reposar’, ‘dormir’, ‘descansar con tranquilidad’, ‘dormir un profundo sueño’, como el Nuevo Testamento griego, Mateo 27:52, ya en español: “y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron”. Un milagro que sólo Mateo narra y que abre muchas interrogantes.

La raíz indoeuropea *k̂ei-1 (‘estar tendido’, ‘yacer’ en Pokorny pp. 539-549) se asocia a los términos de los que se origina el vocablo ‘cementerio’.

Cementerios prehistóricos

Los enterramientos deliberados, especialmente acompañados con la colocación de ajuares, es uno de los indicios de prácticas religiosas primitivas, y algunos creen que se relaciona con la creencia de una vida posterior a la muerte. Es probable que los neandertales (Homo neanderthalensis, que aparecieron en Europa hace unos 200 000 años y vivieron hasta hace unos 40 000-30 000) hayan sido los primeros en practicar entierros desde unos 80 000 años atrás, en sepulturas de poca profundidad. En Egipto se acostumbraban las inhumaciones desde el Periodo Predinástico (circa 5000-3100 a. C.). Asimismo, muchos pueblos semíticos establecían sus cementerios en las afueras de los poblados.

Se considera que uno de los cementerios más antiguos ha sido descubierto en el norte de Jordania, cuya edad se remonta hasta hace unos 16 500 años. Estaba formado por tumbas llenas de ofrendas. Jordania es un país asiático localizado al este de Israel y del Mar Muerto.

Otro cementerio muy viejo ha sido descubierto en la cueva de Taforalt, en Marruecos, con una edad estimada entre 15 000-14 000 años, durante el Paleolítico Superior. Donde se han encontrado restos de entre 30-40 personas. Sin embargo, esto no excluye la posibilidad de que, con el paso de los años, se realicen nuevos hallazgos que modifiquen la cronología.

Los sitios seleccionados para sepultar a los muertos, es decir, los cementerios, fueron por lo general motivos de veneración.

Necrópolis

A manera de ejemplo, en Menfis, Egipto, al sur de El Cairo, se localiza el gran Cementerio o Necrópolis de Guiza, fundado durante la Segunda Dinastía (2850-2700 a. C.), con una superficie algo mayor a 150 km², casi toda el área de una vasta llanura circular de unos 15-16 km de diámetro. Necrópolis es el nombre que reciben los grandes cementerios de ciudades, especialmente las viejas, vocablo derivado del griego antiguo νεκρόπολις (nekrópolis, “ciudad de los muertos”; de nekro-, nekrós, ‘muerto’ y -polis, pólis, ‘ciudad’), palabra documentada en escritos de Estrabón (circa 60 a. C.- 21 d. C.), un geógrafo e historiador que exploró el Nilo en el año 24 antes de Cristo.

La antigüedad grecorromana

Entre los griegos, primero cada individuo tenía su propia sepultura dentro de su propiedad. Sin embargo, con el paso de los años, salvo en Esparta (al sur de Peloponeso), que continuó enterrando a sus muertos dentro de las ciudades, ser inhumado en los espacios destinados para ello por la ciudad se hizo como un símbolo de galardón público, de manera que los cadáveres o cenizas de la gente común eran compasivamente depositados a los lados de los caminos, afuera de las ciudades. Pero la gente muerta de más bajo nivel social (esclavos, las personas pobres, los reos ajusticiados), era depositada en fosas comunes.

Los cementerios cristianos, camposantos

Los romanos inicialmente sepultaban a sus muertos, pero tiempo después practicaban la cremación. Los pudientes construían sus sepulcros para sí mismos y su descendencia, incluyendo a veces esclavos y libertos. A partir del siglo III d. C., la iglesia cristiana prohibió la cremación, empezando la época de los cementerios cristianos, primero en las afueras de los núcleos de población, pero después, hacia los siglo IX-XI, en un terreno adyacente que rodeaba a la iglesia, por la solicitud de la gente pudiente de tener el honor de ser sepultados en terrenos sagrados. De donde surgió la denominación de camposanto (campo santo), por encontrarse aledaño a donde se rendía culto a los santos.

Para el siglo XIII, se consideraba que un cementerio sin iglesia era improcedente, y su zona de enterramiento era como «su seno», es decir un área que protegía el lugar de reposo de los muertos. Pero el destino final de la gente pobre y menesterosa sigue siendo la fosa común, todavía en el siglo XVIII. Sin embargo, para este tiempo, el crecimiento poblacional y cambios en las medidas sanitarias favorecieron la creación de cementerios en la periferia de las ciudades y aldeas, alejados de las iglesias

El cementerio cristiano más antiguo: es “Coemeterium Callixti”, establecido a mediados del siglo II. El papa Ceferino (primer papa allí enterrado el año 217) confió su administración al diácono Calixto. En él fueron sepultados 16 papas de los siglo II-III d. C.

Rotonda de las Personas Ilustres
Rotonda de las Personas Ilustres en el panteón de Dolores abierto desde 1875, administrado desde entonces sin la intervención religiosa, como aún se acostumbraba en aquellos años. Ciudad de México. Foto de Virgilio Valdés. National Geographic: ‘5 cementerios para morirse en México’. Consulta del 10 de octubre de 2020.

Camposanto

Camposanto es palabra que resulta de la unión de campo más santo.

Campo (terreno amplio, espacio abierto destinado a diversos fines). Del latín campus (diccionario Gaffiot p. 251) ‘campo’, ‘llanura’, ‘tierra cultivable’, ‘campo de batalla‘, ‘campo para ejercicios‘, ‘la palestra donde celebraban fiestas’, etc. Y santo, es decir, ‘perfecto y libre de toda culpa’, referido a una persona: ‘que ha tenido una vida virtuosa, reconocida de forma oficial por la Iglesia católica, que la hace digna de recibir culto’. Santo deriva del latín sanctus (diccionario Gaffiot p. 1389), que significa ‘inviolable’, ‘sagrado’, ‘justo’, ‘virtuoso’, ‘bueno’, ‘augusto’, ‘respetable’, ‘divino’, ‘inocente’, ‘puro’, ‘casto‘; del verbo sancio, sancire, ‘volver inviolable a través de un acto religioso’, ‘decretar’, ‘ordenar’, de donde sanctio, onis (sanción, cláusula penal de una ley, ‘decreto’, ‘castigo’, ‘pena’).

En Francia, por ejemplo, en el año 1776 se decreta la prohibición de enterrar cadáveres en las iglesias, salvo caso excepcionales de personas distinguidas (sacerdotes, mecenas, obispos).

File:Church Heddal no 060815.jpg
Una iglesia cristiana medieval (h. siglos XII-XIII) localizada en Heddal, municipalidad de Notodden, Noruega. Se aprecian viejas tumbas a su derredor, de donde surge el concepto de camposanto. Foto tomada por el danés Jorgen Larsen en agosto de 2006. https://en.wikipedia.org/wiki/Heddal_Stave_Church#/media/File:Stavechurch-heddal.jpghttps://en.wikipedia.org/wiki/Heddal_Stave_Church#/media/File:Stavechurch-heddal.jpg

Diccionarios españoles de los siglos XVII-XX

El diccionario español de Sebastián Covarrubias (1611) dice: Cementerio, “el lugar pegado con el mismo cuerpo de la iglesia a donde se entierran los cuerpos de los fieles y se les da eclesiástica sepultura; vale tanto como dormitorio, del griego κοιμάω, nombre propísimo (sic), en razón del artículo de Fe de la resurrección de la carne. Y conociendo esta verdad universalmente, a la muerte llama”.

El diccionario de Manuel Rodríguez Navas y Carrasco (1918) define así Camposanto: “lugar sagrado por la Iglesia Católica para enterramiento de personas. 

En términos generales, y para fines prácticos, cementerio, panteón y camposanto son, en nuestros días, (año 2020) palabras que pueden considerarse como sinónimos. Mientras que necrópolis suele designar a los cementerios o sitios de enterramiento de ciudades de la antigüedad. También llaman necrópolis a los enormes cementerios de las grandes urbes.

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 8 de octubre de 2020.

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan dispares. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías y ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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