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envidia

Introducción

La envidia es, sin duda, un trastorno psicológico de tipo emocional y afectivo que siempre ha existido, y que se manifiesta por conductas bien definidas. Es fuente de muchos problemas en las relaciones interpersonales sobre todo de tipo familiar, escolar, laboral, etc. Aunque, utilizada “racionalmente”, puede ser motivo de superación personal.

Si consultamos textos y diccionarios, podemos encontrar diversas definiciones, pero en general, hay coincidencia en ellas. He aquí algunas:

1- Dolor concebido (originado) en el ánimo del bien y prosperidad ajena.

2- Tristeza por el bien ajeno y pesar de la felicidad de otros.

3- Un sentimiento de inconformidad, mala voluntad, molestia y resentimiento, que surge al contemplar y desear las posesiones o cualidades de otro, con un fuerte deseo de tenerlas también. Incluso con el ansia o anhelo de que le vaya mal a la persona envidiada.

4- Ver a alguien con recelo mentalmente doloroso, al tomar conciencia y certidumbre de alguna ventaja disfrutada por otro, junto con el afán de tener el mismo privilegio.

Etimología de ‘envidia’

La palabra envidia procede del latín invĭdĭa y este de invĭdus, a su vez del verbo invĭdĕo, invidēre, con el significado de: ‘lanzar una mirada malévola, maliciosa o amenazante’; ‘mirar mal a otro’; ‘desear el mal’; ‘llevar odio y envidia’.

El vocablo invĭdĭa, en origen significa: ‘odio’, ‘mala voluntad’, ‘rivalidad’, ‘mala fe’, ‘antipatía’, ‘hostilidad’, ‘aversión’, como en la frase del escritor romano Cicerón: invidiam facere alicui, “hacer a alguien odioso”; invidia facti, “la odiosidad de esta acción”, en escritos de Tácito; invidia temporum, “la desgracia de los tiempos”, en la obra de Plinio el Viejo, etc.

Invĭdus era el que estaba ‘poseído por la envidia’, ‘el envidioso’, como en las expresiones: invidus laudis (de laudatus, ‘alabado’), “envidioso de la gloria de otro”:  invidus mei, “los que me tienen envidia” (en Cicerón). Aunque también en latín clásico existió la palabra invĭdiōsus, ‘la persona envidiosa’, ‘el que odia’, ‘lo que incita a envidiar’ (como el éxito o fortuna de alguien); también, ‘lo que provoca rechazo’, etc. En envidioso está presente el sufijo o terminación -oso (del latín -osus), que da la idea de ‘abundancia’, ‘demasía’, ‘exceso’, ‘cualidad’. Por ejemplo, en rabioso (con mucha rabia), fastidioso (que molesta o fastidia mucho), vergonzoso (que causa mucha vergüenza o la siente con facilidad), arenoso (donde abunda la arena).

Componentes de la palabra ‘envidia’

Todas estas palabras están básicamente compuestas por:

1- El prefijo latino in-, que designa una gran cantidad de relaciones, con diferentes significados: a veces carencia o negación, como en las voces inmortal (que no muere), inmoral (que carece de moral), infausto (no feliz, infeliz), incauto (ingenuo, que no obra con cautela), inmenso (algo tan grande, que resulta difícil o imposible de medir), ingrato (no grato), inesperado (algo que llega o sucede y que no se esperaba). A veces también indica ‘lugar’, como in bonis (entre los buenos), in vitro (en el vidrio, en el laboratorio), in situ (en el lugar preciso), in urbe (en la ciudad).  

Pero en este caso, in- lleva el significado de: ‘hacia’, con el sentido de dirección, ‘hacia dentro’, ‘interior’, ‘íntimo’.

2- El verbo vĭdĕo (yo veo), viderē (ver), de donde proceden palabras como, ‘ver’, ‘vista’, ‘visión’, ‘video o vídeo’, etc.

Vínculo indoeuropeo

Este verbo tiene nexos con la raíz indoeuropea u̯(e)id-2 o *weid- (‘ver’, ‘conocer’, según el lingüista Pokorny, página 1125). Sin entrar en detalles, las siguientes palabras tienen también relación con esta raíz hipotética: asteroide, antropoide, aviso, espermatozoide, evidente, idea, historia, revista, televisión, video y muchas más. 

Por lo tanto, ‘envidia’ es, literalmente, “ver (vidi) con enojo al o hacia (in-) el otro”. Y si la persona es proclive o propensa a desarrollar ese anhelo enfermizo de poseer lo que ‘ese otro’ tiene y ‘él no’, entonces surge el sentimiento de la “envidia”.

A guisa de ejemplo

Este breve cuento, que de momento se me ocurre, sirve para ilustrar claramente lo que es la envidia:

“Miguel y José fueron de pesca al río. Los pescados que cada quien lograba, los echaban al balde que cada uno llevaba. Miguel lo llenó, mientras que José, sólo logró llenar el suyo hasta la mitad. Cuando caminaban de regreso a casa, José no dejaba de ver con enojo el balde lleno de Miguel, y lo comparaba con el suyo a medio llenar. Entonces comenzó a desarrollar una «intensa envidia (enojo, odio, disconformidad) hacia su compañero”. Puede decirse que metía (in-) su mirada (-vidi) al balde de Miguel, y se llenaba de odio y resentimiento hacia su compañero.

Asimismo, en latín existió la palabra līventĭa, que significaba ‘envidia’, del verbo lĭvĕo, livere (ponerse amoratado, y en sentido figurado, ‘estar celoso o con envidia’), de donde también procede līvĭdus, ‘muy pálido’, ‘amoratado’, que dio origen al vocablo lívido (pálido), también la expresión ‘lividez cadavérica’, la intensa palidez de un muerto.

La envidia en escritos del griego antiguo

Hay testimonios escritos muy antiguos sobre el reconocimiento de la envidia, que, por ejemplo, los griegos le llamaban φθόνος = phthónos, palabra que se usó para denominar “la mala voluntad, la malicia, el rechazo hacia alguien, el odio y el dolor que se siente, sobre todo, al ver y darse cuenta de la buena fortuna de otros, que podemos encontrar en escritos del historiador Heródoto y el poeta Píndaro del siglo V a. C., y unos cien años después, en Aristóteles.

La envidia es a menudo un sentimiento que hace infeliz y destruye el bienestar de quien la siente. Por algo también en griego existía la palabra emparentada ϕτορά* = phtorá, que significaba ‘destrucción’, ‘ruina’, ‘perdición’ (en obras de Heródoto).

La palabra *ϕτορά se tomó para dar nombre al género de hongos Phytophthora (literalmente, ‘que destruye plantas’), que ocasionan enfermedades a muchas especies vegetales.

Sin olvidar que también hay formas de ‘envidia benigna’, como cuando decimos “me da envidia de la buena”, y en vez de causarnos ira y resentimiento, tratamos de emular (si nuestras capacidades lo permiten) o imitar de forma creativa las acciones de otro.

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 5 de febrero de 2021.

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan disímiles. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión, muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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