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crepúsculo

Significado del término «crepúsculo»

El crepúsculo es la luz del cielo que se observa entre la noche plena y la salida del Sol (de oscuridad a luz de día) o entre la puesta del sol y la noche absoluta (de la luz de día a las sombras de la noche). Se debe a la difusión de la luz solar a través de la atmósfera, que contiene polvo y otras impurezas. El término se usa más para referirse al anochecer, ocaso del día, oscurecer o véspero, que al amanecer o alba. 

También se usa a veces el vocablo crepúsculo con el sentido figurado de “los últimos tiempos de nuestra existencia”. Aunque es más común hablar del “ocaso o el declinar de la vida”, cuando “irremisiblemente la vejez nos sorprende”. 

Twilight

En inglés se llama twilight, (documentado desde el siglo XV), una palabra compuesta por two que significa ‘dos’, más light, ‘luz’. Pero en este caso two lleva el sentido de algo incierto o intermedio entre dos cosas: la plena luz del día y las tinieblas de la noche. 

Origen del término “crepúsculo”

La palabra crepúsculo se documenta en algunos escritos en español desde finales del siglo XV, y aparece primero en el diccionario hispano latino-inglés (1617) de John Minsheu. En francés —desde la segunda mitad del siglo XIII— crépuscule; portugués e italiano crepusculo; en inglés, se usó también (desde el s. XIV) crepuscle, crepuscule, pero ahora no es muy común.

“Crepúsculo” procede del latín preclásico crĕpuscŭlum (crepúsculo, tenue claridad). El comediógrafo romano Plauto cita el nombre en su obra Casina, escrita hacia el año 200 a. C. Ovidio usa el vocablo en su obra Metamorfosis con el sentido figurado de “oscuridad”. Ya en la alta Edad Media, Isidoro de Sevilla escribió crĕpuscŭlascens hora o “tiempos del crepúsculo por la tarde-noche; hōra, hōræ en latín significa ‘hora’, ‘horas’ ‘momento’, ‘tiempos de’.

Asimismo, crĕpuscŭlum es el diminutivo de crěpěr (solo en singular neutro) que significa ‘tenebroso’, ‘oscuro’, ‘incierto’, ‘dudoso’. Algunos creen que crěpěr tiene alguna relación con κνέφᾰς (knéphas) en antiguo griego, que desde Homero significa oscuridad, pero con el sentido de anochecer y tiempo después ‘el amanecer’.

Crĕpuscŭlum (crěpěr + -culum) lleva el sufijo diminutivo -culum, el acusativo de -culus, que significa ‘poco’, ‘pequeño’. Como en los antiguos términos: osculum (boquita, de os, oris, ‘boca’); ostiolum (puerta pequeña, de ostium, ‘puerta); otiolum (pequeño descanso, de otium, ‘ociosidad’); conventiculum (una reunión o junta de poca importancia, de conventus, ‘reunión’).

dĭlūcŭlum en latín; ἀμφιλύκη en antiguo griego, otras maneras de referirse al crepúsculo 

En latín también existe el término dĭlūcŭlum (despuntar del día, luz intermedia o incierta, entre la oscuridad y la plena claridad) del verbo dīlūcĕo, ēre (aclarar algún asunto, de donde deriva la palabra “dilucidar”). En latín lūcŭlentus es un adjetivo que significa ‘claro’, ‘brillante’, ‘luminoso’, ‘hermoso’ (de lux, lūcis ‘luz’). Y en antiguo griego ἀμφιλύκη = amphi-luke significa la luz del amanecer, lo grisáceo del alba. De ἀμφι- = amphi- (de un lado y otro, ambiguo, ni uno ni otro, como el crepúsculo cuya luz no es del día ni de la noche) y el radical *λύκη = kúle que en latín equivale a lux, lūcis (luz); luceo, lucere (brillar, resplandecer como el lucero); luna (luna); lumen (luz natural o artificial como de una antorcha. Los médicos llaman ‘lumen’ desde el siglo XIX, al espacio interior de alguna estructura anatómica, como el intestino o un vaso sanguíneo).

COMENTARIOS ADICIONALES

El crepúsculo vespertino es el periodo que transcurre al anochecer, cuando la luz comienza a declinar, desde el momento en el que se oculta el sol, por el oeste, hasta la noche plena. Y el crepúsculo matutino sucede de manera inversa, pues inicia cuando surgen las primeras luces del nuevo día, que gradualmente van aumentando, hasta que sale el sol sobre el horizonte, en el este. El origen de esta luz es el brillo del sol sobre la atmósfera que está encima del observador. Es un tiempo de cambios lumínicos atmosférico lentos y graduales, sin variaciones bruscas, pero ofrece coloraciones muy variadas en el cielo y en las nubes (si las hay), con predominio del rojizo, anaranjado, amarillo, en combinaciones muy hermosas. 

Las tres etapas del crpúsculo

Sin embargo, el crepúsculo —este suave y continuo proceso de cambio luminoso—  lo han dividido los astrónomos y geógrafos en tres etapas, definidas por la distancia angular a la que se encuentra el centro del disco solar, por debajo del horizonte astronómico, el gran círculo que se encuentra a 90° del zenit o punto que se localiza directamente sobre la cabeza de un observador.

Las tres etapas son: crepúsculo civil, c. náutico y c. astronómico. Obviamente, estas tres fases ocurren en sucesión inversa, si comparamos el crepúsculo vespertino (civil, náutico, astronómico) con el matutino (astronómico, náutico, civil).

Anochecer

C. civil:

Es el tiempo que transcurre desde la puesta del sol, cuando está en el borde del horizonte, hasta que su centro se encuentra 6° por debajo, o sea, 1/30 de la bóveda celeste. Pasado este tiempo, se va incrementando la dificultad para leer algún escrito sin la ayuda de alguna fuente de luz artificial. Creo que se llama civil, porque aún permite a las personas (ciudadanos, civiles) realizar actividades en el exterior, sin problemas importantes de visibilidad.

C. náutico:

Comprende el período durante el cual el sol está entre los 6-12° por debajo del horizonte. Se llama náutico, porque durante este tiempo del anochecer comienzan a hacerse visibles las estrellas (o también algunos planetas, como Venus y Júpiter, si es que es temporada que pueden verse por las noches) más brillantes del cielo, que tradicionalmente los navegantes usaban para orientarse en el mar. Así mismo, en este período todavía puede distinguirse el horizonte (la línea que separa el mar del cielo), pero se hace cada vez más difícil su observación.

C. astronómico:

Termina cuando el sol llega a los 18° por debajo del horizonte y el cielo es ya totalmente oscuro, al menos lejos de donde el sol se ocultó. Lo que ya permite hacer observaciones astronómicas detalladas, y podemos ver con claridad constelaciones como Orión, Tauro, Can Mayor, Osa Mayor, Casiopea, Pegaso, Sagitario, Escorpión, Paloma, Centauro, etc.

Aunque ya no podemos considerarlo como parte del crepúsculo, en ninguna parte de la atmósfera, incluyendo la región por donde el sol se ocultó, podemos ver algún vestigio de luz solar, cuando el astro rey ya se encuentra 24° por debajo del horizonte.  

Amanecer

Ya he dicho que al amanecer las cosas suceden al revés. Primero, durante el c. astronómico, tal vez veamos al hermoso lucero de la mañana (Venus), la luna, próxima ya a su novilunio, algún otro planeta, acaso Marte o Mercurio.

La duración de los crepúsculos varía con la latitud y la época del año

La región ecuatorial es la que tiene los crepúsculos más cortos. En los trópicos, el sol se desplaza en el cielo casi verticalmente, completando con relativa rapidez los 6-12-18° en los anocheceres, porque durante los amaneceres el orden es 18-12-6°. Pero en la medida que se avanza a latitudes mayores, los tiempos crepusculares se van haciendo cada vez mayores, hasta que en las regiones polares, el movimiento diario del sol puede darse realmente casi a lo largo del horizonte, de tal modo que el tiempo crepuscular, puede prolongarse tanto, que no permita la oscuridad nocturna durante las 24 horas.

En latitudes medias, el c. civil puede durar unos 30 minutos, el náutico una hora y el astronómico unos 90 minutos, de modo que las tres etapas suman tres horas.

Los crepúsculos más cortos suceden en el ecuador terrestre, pero concretamente durante los dos equinoccios anuales: 21 de marzo y 22 de septiembre.

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 1 de diciembre de 2023.

Categoría: ciencia

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan disímiles. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión, muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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