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paraíso, edén, cielo

Definiciones de ‘paraíso’ y ‘edén’

Paraíso

Es frecuente utilizar la palabra ‘paraíso’ con mayúscula inicial.

  • Según la biblia, el paraíso era un maravilloso jardín en el que puso Dios a Adán y Eva después de crearlos.
  • El cielo de los ángeles y los justos, o lugar donde se goza de la presencia de Dios. Los santos permanecen en el paraíso.
  • En el cristianismo, lugar donde irán las personas buenas y justas a disfrutar de la presencia de Dios, ya que pase el Juicio Final.
  • En sentido figurado, cualquier lugar agradable y de gran belleza natural, en donde uno se sienta muy a gusto, con libertad y tranquilidad. La playa que visité es un paraíso. Este parque es un paraíso en pleno corazón de la ciudad.

Un paraíso fiscal es un territorio o país, que, por sus ventajas fiscales, propicia la llegada de capitales extranjeros y la realización de operaciones financieras.

Paradisiaco o paradisíaco (adjetivo) es un lugar muy agradable y confortable. Esta palabra es un derivado del latín tardío părădīsĭacus (del griego bizantino παραδεσιακός, ‘paradeisiakós’), que se documenta en los escritos de San Avito de Vienne o Alcimus Ecdicius Avitus (¿450-519?), quien le da el significado de ‘el destino de los bienaventurados’, ‘paraíso terrestre’.

Edén

Edén también se utiliza a menudo con mayúscula, aunque no siempre. El edén es, según el Antiguo Testamento, el Paraíso. También se usa este sustantivo para designar un lugar agradable y donde todo es muy bonito. El adjetivo ‘edénico’ es lo referente o que tiene las cualidades de un edén.

Origen del término ‘paraíso’

La palabra paraíso es de origen protoindoeuropeo, rama indoirania. El español lo tomó de latín tardío y eclesiástico părădīsus, que significa ‘jardín’; ‘el paraíso terrenal‘ (Epístolas de San Jerónimo). Tertuliano (ss. II-III d. C.) lo usó con el sentido de ‘paraíso celestial’. Término que a su vez deriva del griego clásico παράδεισος = parádeisos, en una traducción hecha por el historiador Jenofonte (431-354 a. C.), del avéstico (dialecto oriental del iranio antiguo de Persia)  pairidaêzã, ‘un huerto’, ‘jardín o parque, propio de soberanos y nobles persas, cercado con una valla o tapia para su resguardo y privacidad’; de pairi, ‘alrededor’ (del mismo modo que περί = perí, ‘alrededor de’ en antiguo griego, como en pericardio y periostio), más daeza, dis, ‘cercado’, ‘tapia’, ‘valla’. 

Por lo tanto, pairidaêzã, es un “hermoso jardín o parque cercado (daeza, dis) en todo su contorno o derredor (pairi)”.

En griego antiguo παραδεισάριος = paradeisários, significa ‘jardinero’. En latín, părădīsĭacus significa ‘paradisíaco’.

 παράδεισος = parádeisos

La palabra griega de παράδεισος, en las traducciones del persa de Jenofonte significa ‘un hermoso y placentero lugar (parque, jardín de reyes y nobles persas) cercado, con abundantes árboles y césped, con ciervos y otros animales. También en la Septuaginta (LXX), literalmente 70-72 sabios judíos que hicieron la traducción de la Biblia hebrea al griego en la isla de Pharos, Alejandría, en 72 días. Fue la primera traducción de la biblia hebrea (obviamente del Antiguo Testamento) a otra lengua, hecha hacia los siglos III-II a. C.

En cambio, la biblia Vulgata en latín, ya incluye el Nuevo Testamento, pues la escribió San Jerónimo (¿347-420?) entre los siglos IV-V d. C. 

El término ‘paraíso’ en otras lenguas  

En armenio (lengua indoeuropea pero no indoirania) pardez y en hebreo bíblico o tardío pardēs פַּרְדֵּס, ‘el parque del rey persa’ (en Nehemías 2:8 y Eclesiastés 2:5). En persa moderno y árabe, firdaus = فردوس, ‘paraíso’, ‘jardín’. 

Origen de ‘edén’

‘Edén’ proviene del hebreo bíblico o tardío ‘ēden, גַּן עֵדֶן literalmente “delicia”, “deleite”, “goce”, “lugar extremadamente placentero” Con mayúscula, ʿÉeḏen ‘el jardín terrenal o el edén, donde Dios dejó a Adán y Eva después de su creación, pero del que luego fueron expulsados por su desobediencia. 

Este término (‘ēden), probablemente deriva del término acadio —lengua semítica extinta, de la familia lingüística afroasiática, que existió al menos hace 4200 años— edinu (estepa, planicie, llanura), a su vez del sumerio (lengua mesopotámica escrita más antigua que se conoce, ni semítica, ni indoeuropea) e-din. Por lo tanto, «edén» debe tener sus orígenes desde hace 5000 a 6000 años.

Paraíso y edén

Aunque a veces se utilizan como o casi como sinónimos, el Edén es un término preferentemente veterotestamentario, y se refiere, en primerísimo lugar,  a un sitio geográfico concreto (que nunca ha sido precisado con seguridad). En cambio, el Paraíso es algo abstracto, no referido a un lugar preciso. Además, el Edén o el Jardín del Edén, se cita en el Antiguo Testamento como la primera morada de Adán y Eva.

En cambio, el Paraíso adquiere relevancia en el Nuevo testamento, como el Cielo* lugar a donde los justos y buenos vivirán para siempre al lado de Dios, después de su muerte. A veces también, un lugar de quietud y descanso en el que las almas justas esperan la Resurrección. En un sentido figurado, cualquier lugar idealizado donde reina la belleza y el amor.

*El cielo (del latín caelum, ī), en términos astronómicos es ‘el espacio que rodea a la Tierra, donde vemos al Sol, la Luna, las estrellas, los cometas y otros meteoros’. En cambio, en teología, el Cielo es ‘el lugar de completa felicidad o descanso perfecto, alcanzado por los justos después de su muerte’. Especialmente en el cristianismo: el estado en el que logran los elegidos la completa unión con Dios y la vida eterna. El lugar donde reside Dios, sus ángeles y los bienaventurados.

Una vez escuché que alguien decía a su hijo pequeño ¿Ves todas esas estrellas? Son lucecitas desde donde nuestros antepasados nos vigilan y permanecen esperándonos ¡No cabe duda que el lenguaje es maravilloso

Un poco más sobre el Paraíso

Muchas religiones incluyen la idea de una vida plena más allá del sepulcro. Una tierra idealizada donde no habrá sufrimiento ni muerte, una abundancia de las necesidades vitales y la permanente presencia de Dios junto al hombre. Los relatos de un Paraíso Terrenal van desde el Jardín de Vida (islamismo, judaísmo, cristianismo) a una Edad de Oro de la sociedad humana durante el inicio de cada ciclo de la existencia de los seres humanos (hinduismo, budismo); a un estado final de inmensa dicha, concebido de varias maneras: como la vida en el Cielo (islamismo, cristianismo), la unión con lo divino (hinduismo), o una condición eterna o inmutable paz (budismo).

La idea del Paraíso existe en muchos pueblos

La idea o creencia de un Paraíso original, que se ha perdido en algún remoto pasado, por la influencia de un poder maléfico, es un hecho común en muchos pueblos o culturas.

Esto sirve para fundamentar la existencia del mal, por lo general, poco compatible con la bondad de Dios o de los dioses con sus excepcionales poderes mágicos o místicos. 

Los griegos, por ejemplo, en la pluma del poeta Hesíodo tenían la idea de la edad de oro, que se describe en su obra Los trabajos y los días (c. siglo VIII a. C.), donde eran inexistentes la enfermedad, la guerra y la vejez. Los hombres morían, pero de una forma tranquila y en paz. Abundaban los frutos, el clima era muy agradable y no usaban ropa. 

En fin, hay una abundante literatura sobre diversas variantes de esta tradición, del mismo modo que sobre el diluvio universal y otras narraciones comunes a muchas civilizaciones, pero con distintas modalidades.

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 4 de junio de 2023.

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan disímiles. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión, muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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