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Alejandro, Álex, Alessandra, Sandra

Etimología de «Alejandro»

El nombre “Alejandro” aparece escrito en latín clásico como Alexandĕr, dri, en la obra Historiae Alexandri Magni (Historias de Alejandro Magno) de Quinto Curcio Rufo del siglo I d. C., tomado del griego antiguo Ἀλέξανδρος (Aléxandros). Nombre formado por el verbo ἀλέξω (aléxō, ‘yo defiendo o yo ayudo), más‎ ἀνδρός (andrós, genitivo de ἀνήρ (anḗr, ‘hombre’, vir en latín). Es decir, «el que ayuda o defiende a los hombres».

Según la mitología griega (narrada en la Ilíada), Ἀλέξανδρος o “el hombre defensor” fue otro nombre de Paris (Πάρις), un príncipe troyano, quien, con la ayuda de Afrodita se robó a Helena de Esparta y se la llevó a Troya, lo que provocó la legendaria Guerra de Troya, que narra Homero en la Ilíada, hacia el siglo VIII a. C. Paris era hijo de Príamo (Πρίαμος) y hermano de Héctor (῞Εκτωρ). En una antigua inscripción griega está la palabra ἀλέξανδρος (aléxandros) que significa “que protege a los hombres”: ἀλέξω + ἀνήρ.

Ἀλέξανδρα = Alexandra, era otro nombre de Cassandra, Kassandra, Kasandra (Κασσάνδρα o Κασάνδρα quizá del verbo κέκασμαι, καίνυμαι = kékasmai, kaínumai, “superar”), hija de Príamo y de Hécuba. Sandra es un acortamiento de Cassandra y fue introducida primero al inglés en el siglo XIX por el británico George Meredith es su novela Emilia en England (1864)

Para ver otros nombres griegos con el enigmático componente kass-, invito al lector a que lea el artículo Casiopea en este mismo sitio. Alexina, Lexa, Alexa y otros, son nombres femeninos derivados de Alessandra. Y hablando de Alexa (Amazon Alexa), esa aplicación que posee tantas funciones, le viene bien el nombre, de ἀλέξω (aléxō) ya citado que significa “yo ayudo”.

El caso irresoluto del nombre Alakshandu o Alakschandu

Históricamente los griegos tuvieron contacto con la región de Anatolia (hoy Turquía) desde tiempos muy remotos, y no debe olvidarse que la Guerra de Troya (c. siglos XIII-XII a. C.) —en la que se menciona el nombre Ἀλέξανδρος—  se desarrolló en esas tierras. Pues bien, a principios del siglo XX, el arqueólogo alemán Hugo Winckler desenterró miles de tablillas de arcilla en Boghaz-Keui, en el centro-norte de Turquía, probablemente de los siglos —XIV-XII, más o menos coincidente con dicha guerra. 

En los numerosos escritos, en lengua hitita (ya extinta), aparece el nombre Alakshandu —obviamente no en caracteres latinos o griegos—, que guarda una gran afinidad con el  Ἀλέξανδρος de los griegos. Este hallazgo nos lleva a pensar que hay una conexión entre ambos nombres. Por lo tanto, o los hititas lo tomaron del griego, o éstos de los primeros, y tal vez Aléxandros (el defensor de los hombres) sea una etimología popular de los griegos.

Si el origen de Alakshandu es hitita, entonces estamos ante un nombre de origen indoeuropeo en su rama anatolia, que, dicho sea de paso, los lingüistas creen que es la más antigua. “Alejandro” es un nombre que bien puede tener una antigüedad de al menos unos 3500-4000 años. (D. D. Luckenbill)

EL NOMBRE «ALEJANDRO» A TRAVÉS DE LA HISTORIA

“Alejandro” es un nombre común en decenas de lenguas alrededor del mundo, escrito con las variantes propias de cada idioma. Si consultamos diversas fuentes, encontraremos personajes y lugares destacados desde la antigüedad:

  • Alejandro Magno o Alejandro III de Macedonia (— 356 a —323), en griego Ἀλέξανδρος ὁ Μέɣας, en latín Aléxandrŏs hŏ Mégas (el primero fue Alejandro I Fileleno —498 a —454), quien fue discípulo de Aristóteles, y en tan solo en 33 años de existencia, fue un hombre con grandes conquistas bélicas, que le permitieron fundar un dominio este-oeste de unos  unos 6200 km de ancho.
  • Alejandría, en Egipto, El-Iskandariya, ubicada en el litoral occidental del delta del Nilo, fundada por Alejandro Magno (entre los años 332-331 a. C.), en la que se erigieron monumentales edificaciones, y en la que Ptolomeo I fundó hacia el año —290 la famosa Biblioteca de Alejandría.
  • El Alejandrismo es una corriente filosófica que trata sobre la naturaleza del alma humana, toma su nombre de Alejandro de Afrodisias (siglo II d. C.), un comentarista de Aristóteles.
  • La iglesia católica ha tenido ocho papas con este nombre, desde San Alejandro I (siglos I-II), hasta Alejandro VIII del siglo XVII, papa italiano cuyo verdadero nombre fue Pietro V. Ottoboni. En fin, con este nombre ha habido infinidad de personajes relevantes… y conozco muchos Alejandros y muchas Alejandras, que en México las llamamos Ale, Álex, Janda, Jando.

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 2 de octubre de 2023.

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan disímiles. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión, muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

1 Comentario

  1. Andrea dice

    Gracias por este juicioso/valioso ejercicio de investigación y por la generosidad de compartirlo con los demás.

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