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pecado, pecar, pecador, pecaminoso

Pecado, pecar, pecador, pecaminoso. Conceptos y de definiciones

Pecado (sustantivo) del latín clásico peccatum, que más abajo explico. Es un deseo, acto, dicho, pensamiento u omisión (dejar de hacer algo necesario o conveniente) contra la ley de Dios y sus mandatos. Cualquier cosa que se desvía de lo justo y recto o que falta a lo que es debido. Exceso o defecto en cualquier conducta o comportamiento. A veces también “pecado” se usa para referirse al Diablo o Demonio.

Un pecado también se define como “una ofensa contra Dios, los principios religiosos y la normas morales”

Pecar (verbo): en tiempos posteriores a Cristo, “cometer una falta o pecado, contraviniendo las leyes divinas”. Del verbo pecco, peccare, que en latín clásico precristiano significa, “hacer cualquier cosa mala, cometer algún error o una falta”, pero sin la connotación religiosa que ahora le damos.

Pecador (adjetivo): “que comete pecado”, “transgresor”, “penitente”. Del latín tardío peccātŏr, atestiguado desde escritos del religioso Tertuliano, siglos II-III d. C.

Pecaminoso (adjetivo): “relacionado al pecado o al pecador”. En sentido figurado se aplica a cosas inmorales o censurables, no solo de índole sexual, sino referido a otras conductas moralmente reprobables, por ejemplo, la usura, codicia, especulación, etc. Pecaminoso viene del latín tardío peccāmĕn, peccamĭnis, que también significa “pecado”, más el sufijo -ōsus, que puede tener distintas funciones, pero que en este caso crea adjetivos derivados de sustantivos, e  indican un exceso de lo que significa tal sustantivo. Entonces pecaminoso es una demasía ( -ōsus) de pecados o transgresiones (peccāmĕn). 

El sufijo o terminación -oso, con la idea de exceso, también se encuentra en adjetivos como esplendoroso (con mucho esplendor), glorioso, famoso, jugoso, ocioso, majestuoso.

ETIMOLOGÍA DE LA PALABRA “PECADO”

Antes que nada, es muy importante señalar que para los romanos de los tiempos anteriores a Cristo, la palabra peccatum (pecado) se refería a “cualquier error, falta o acción mala”, pero sin el sentido religioso que ahora, de manera preponderante, se le da tanto en el cristianismo, el judaísmo el islamismo y otras religiones. Por lo tanto, el pecado como algo que ofende a Dios, es un concepto que la cristiandad creó y tomó prestado el término del latín clásico.

Peccatum es el participio pasado neutro del verbo pecco (yo hago cosas malas, cometo una falta o error), y su infinitivo peccare: “hacer algo malo, cometer una falta grave o leve” y después, en latín eclesiástico y medieval, “pecar, cometer faltas contra los mandatos divinos”. 

Para el mundo grecorromano original, las ideas sobre el infierno (infernum en latín), el purgatorio (de purgatorius, “purificante”), los pecados capitales, la redención de los pecados y esas cosas, eran inexistentes. 

Los romanos, en cambio, tenían una palabra para referirse a toda acción que iba en contra de la religiosidad o de las cosas sagradas. Este vocablo era săcrĭlěgĭum, que significa “violación de cosas sagradas”, “robar un templo”, “profanación”, “un acto de impiedad”, “faltar el respeto a un templo”. 

Explicaciones etimológicas totalmente distintas

El lingüista Michiel de Vaan (página 453) señala (mencionando a otros autores) un origen diferente al término “pecado”. Sin embargo, acepta que es una hipótesis que carece de fundamentos sólidos. Dice primero que tal vez derive de una supuesta raíz *ped-ko, con el probable significado de “tener un defecto o falla en el pie”, de manera semejante al latín mancus, “imperfecto”, “defectuoso”, “manco”, aunque en el verbo peccare no hay una evidente referencia a los pies (pes, pedis en latín), pero se toma como una posibilidad de que peccare sea algo así como dar un paso en falso, con el sentido de caminar por la senda de lo moralmente inaceptable o pecaminoso. También menciona la raíz, igualmente hipotética *pet-ko, que lleva la idea de “un error”, del indoeuropeo *pet- (caer, precipitarse), pero dice que la adición de *-ko le parece muy extraña.

Una manera distinta y más breve de decir algo semejante: “peccare” podría derivar del proto itálico *petkao, del indoeuropeo *ped- (caminar, tropezar, dar un traspié, caer). De donde también pes, pedis (latín); pou, podós (antiguo griego); pada (lituano), etc

En fin, hay otras posibles explicaciones, como la que dice que tal vez el origen de peccatum sea el vocablo latino pedicare o paedicare (vicio contra natura), que quiere decir “sodomizar”, “hacerle a alguien la penetración anal”. De paedidus, “asqueroso”, “sucio”, a su vez de paedor “porquería”, “suciedad”, “fetidez”, etc. Pero esto va demasiado lejos y limitaría la idea antigua de peccatum, peccare solamente a cuestiones sexuales

Durante la Edad Media se conocían diferentes tipos de pecado

La mayoría de las denominaciones relacionadas con peccatum (pecado), tienen su origen en la Edad Media y están, por lo tanto, en latín eclesiástico o escolástico, el que se aprendía en las escuelas medievales. Algunos ejemplos, tal y como lo define la cristiandad. No opino ni discurro nada al respecto.

P. capitale. P. capital (de caput, “cabeza”) o mortal: culpa que despoja al hombre de la gracia y lo convierte en enemigo de Dios y merecedor de la pena eterna.

Peccatum actuale. Pecado actual: acción con la que uno peca voluntariamente.

P. carnale. Los que se relacionan con los deseos carnales, la lujuria, concupiscencia, lascivia, impudicia, pornografía, promiscuidad.

P. comissionis o de comisión. Obra deseo o palabra que prohíbe la ley de Dios o moral. Del latín commissum, en su acepción de culpa o delito.

P. contra naturam. Es la sodomía (coito anal) o cualquier otro acto contrario a la generación o acción de engendrar. Del latín natura “modo de ser”, “naturaleza”, “cualidades con las que se nace”; de nascor, nasceris, “producirse”, “nacer”, “derivarse”.

P. omissionis. P. de omisión. Aquel que uno comete al dejar de hacer lo que manda la ley divina. De omissus, “negligente”, “indiferente”

P. veniale. P. venial. El que se opone a la ley de Dios, pero levemente. Sea por la pequeñez de la materia o por la falta de la debida advertencia. De venia, “permiso”, “venia”, “favor”, “indulgencia”. Bona venia tua dixerim, “con tu venia (permiso) me atrevería a decir…”.

LOS SIETE PECADOS CAPITALES

En orden alfabético, los siete pecados capitales son: avaricia, envidia, gula, ira, lujuria, pereza y soberbia. Pero inicialmente, en el siglo IV, el monje Evagrio el Póntico (345-399), propuso ocho “malos pensamientos” o pasiones humanas pecaminosas: ira, soberbia, vanidad, envidia, avaricia, cobardía, gula y lujuria. Un siglo después, Juan Casiano (c. 360-435) las redujo a las siete arriba citadas (quitó la vanidad), y finalmente, en el  siglo VI, el papa Gregorio Magno (540-604), las oficializó. Unos 650 años después, retomando el tema, el teólogo italiano Tomás de Aquino (1224-1274) hizo la aclaración  de que se llaman capitales, no tanto por su gravedad, sino porque de ellos emanan el resto de los pecados.

Y es que nuestra existencia está cercada de tentaciones que nos provocan deseos, que nos llevan a un montón de riesgos y amenazas capaces de hacernos sucumbir. Es por eso, que sin mediar disquisiciones éticas muy trascendentes, ni conocimientos profundos en psicología y otras ciencias de la conducta, el judaísmo primero, y después el cristianismo, se dieron a la tarea de encasillar estas tentaciones en los siete pecados capitales.

Los antónimos (opuestos) a estos pecados son las virtudes o la disposición sincera y firme de hacer el bien, de proceder con rectitud:

Avaricia / Generosidad. Envidia / Caridad. Gula/ Templanza. Ira / Paciencia. Lujuria / Castidad. Pereza / Diligencia.

CONSIDERACIONES FINALES

Todo depende de como uno quiera verlo, pero los actos moralmente reprobables, son considerados por la religión como pecados, conductas pecaminosas.

Como en todas las culturas se da necesariamente una interrelación social, la idea de pecado, o más bien violación a las normas morales, ha estado presente de seguro desde la prehistoria.

El pecado Original

No sólo se ha formado el concepto de pecado como una acción individual, sino que también se desarrolló la noción del pecado colectivo, el llamado Pecado Original, que nos afecta a todos los humanos, y que surge en la narrativa de la caída del hombre desde una condición de inocencia primitiva y feliz. Nada más asómense al Génesis 3:1-24, donde el pecado se entiende según el monoteísmo hebreo, y los actos pecaminosos son entendidos como un reto a los mandamientos emanados de Dios.

El pecado original es la condición moralmente viciada en la que uno se encuentra al nacer como miembro de una raza pecadora. En Génesis 3, se describe como una consecuencia heredada del primer pecado humano, es decir, el de Adán. 

En cambio, en el Nuevo Testamento, si bien se acepta el concepto hebreo del pecado individual y colectivo, se considera a Jesucristo como un redentor, cuya misión es salvar al mundo

El cristianismo y el judaísmo ven el pecado como una violación intencionada  de la voluntad de Dios, causada por el orgullo, el egocentrismo y la desobediencia humanos. El cristianismo dice que el mal es el resultado del uso indebido de la libre voluntad y que el cuerpo, con sus pasiones e impulsos, no debe ser ignorado ni despreciado sino santificado; en la Biblia, la “carne” no es el cuerpo, sino la naturaleza humana en sedición contra Dios.

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 3 de abril de 2024.

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan dispares. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías y ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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