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corsario, corso, patente de corso

¿Qué es un corsario?

Un corsario es un bandido del mar, especialmente uno de la costa berberisca, así llamada entre los siglos XVI-XIX a las áreas costeras de Libia, Túnez, Argelia y Marruecos. Los corsarios navegaban en embarcaciones armadas en corso, es decir, con patente o reconocimiento de su nación, en contraposición de los piratas que cometen actos de violencia por cuenta propia y para su provecho…  unos delincuentes del mar.

Estas embarcaciones perseguían barcos enemigos para apoderarse de ellos y de los productos que llevaban. A esta autorización pública la llamaban «patente de corso» que ahora, por extensión, así se llama al derecho que alguien se atribuye para hacer o decir lo que le venga en gana, del mismo modo que los corsarios de aquellos tiempos, que merodeaban en el Mediterráneo. Destacan corsarios famosos como: Eustaquio el Monje (1170-1217), Francis Drake (1540-1596) Jean Bart (1650-1702), René Duguay-Trouin (1673-1736) y otros.

Naturalmente que el derecho de corso —que surgió durante la Edad Media— que legitimaba a los corsarios, muchas veces terminaba por convertirse en una auténtica piratería, ya sin el reconocimiento de algún gobierno. Desde el siglo XVIII se hicieron esfuerzos por eliminar a los corsarios (practicantes del pillaje mediante estrategias de guerra marítima), fue hasta 1856, con los acuerdos del Congreso Internacional de París, que logró abolirse con un convenio de muchas naciones, pero España, Estados Unidos y México no participaron.

Corso

1- «Corso» puede ser un sustantivo para denominar a una lengua romance que se habla en la isla francesa de Córcega localizada en el Mediterráneo o un gentilicio que se refiere a las personas que viven en dicha isla, que ya los romanos de la antigüedad llamaban Corsus.

2- Pero corso, al que en este caso me estoy refiriendo, es una campaña u operación marítima —ajustada a las leyes de la guerra— que hacían los buques mercantes con patente o licencia de su gobierno, para perseguir a los piratas o a embarcaciones enemigas.

Los diccionarios españoles y el término ‘corso’

El diccionario de Girolamo Vittori de 1609 dice que “ir en corso es una expedición de guerra en el mar”. El de Sebastián de Covarrubias (1611) explica algo más: “corso deriva del italiano corso: Andar de corso, andar robando por el mar, de donde se dijo corsario, y perdida la ‘r’, cosario”. “Ir en corso, andar a corso, salir a corso, venir de corso”. Corso en italiano en realidad tiene muchas connotaciones, pero una de ellas es: “ir a la batalla, ser corsario”, a su vez del latín cŭrsusūs (carrera), de curro, cŭrrĕre (correr). Véase mi artículo curriculum vitae

Origen de ‘corsario’

El término español ‘corsario’ (de corso + -ario) es un derivado del francés corsaire (atestiguado en el año 1443), “marino que captura buques mercantes enemigos”; del provenzal (dialecto del occitano) corsari (inicios del siglo XIV), tomado del italiano corsaro, que se documenta hacia 1315 en la Divina Comedia de Dante; del bajo latín (medieval) cursarius en 1243, según el francés Du Cange;  y finalmente del latín cŭrsusūs (carrera), del verbo curro, cŭrrĕre (correr). CNRTL en línea.

Por lo tanto, la secuencia es:

Corsario en español < corsaire en francés < corsari en provenzal < corsaro en italiano <  bajo latín cursarius < latín clásico cŭrsusūs (carrera, curso), del verbo curro, cŭrrĕre (correr). Más la terminación nominal -ario, que indica ‘alguien que se dedica o está relacionado con’, ‘lugar de’ como en ‘empresario’ y  ‘campanario’. Terminación derivada del latín -arium y su acusativo masculino -arius. Entonces, ‘corsario’ es la persona que se dedica (-ario) a “andar de corso”, recorriendo (cŭrsus, cŭrrĕre) los mares.

Patente de corso

Según el DLE, la locución (femenina) patente de corso es “el derecho que alguien se atribuye para hacer o decir lo que le viene en gana», en alusión a la patente o licencia que los gobiernos daban a los corsarios, para operar en el mar contra barcos piratas o enemigos. Y el “Despacho con que el Gobierno de un Estado autorizaba a particulares para hacer el corso contra los enemigos de la nación”.

¿De dónde salió “patente de corso”?

“Patente de corso” proviene de la expresión francesa lettre de course (del latín cŭrsus) o carta de corso, también lettre de marque, letra de marca, privilegio o permiso, como ya dije, abolido desde 1856, así que probablemente duró al menos unos 700 años. Es decir, el permiso o autorización que daban los monarcas europeos durante la Edad Media y la Edad Moderna (hasta el siglo XIX), para que ciertos buques persiguieran hasta capturar embarcaciones mercantes enemigas. Es por ello que actuar como si alguien tiene “patente de corso” o lettre de course, consiste en creerse con la autorización o derecho de hacer o expresar cosas que a otros están prohibidas.

Lettre de Marque concedida el 27 de febrero de 1809 al corsario francés Capitán Antoine Bollo en los tiempos de las Guerras Napoleónicas. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Lettre-de-marque2.png

Sobre patente, medicina de patente 

La palabra patente (que puede ser adjetivo o sustantivo), deriva del latín clásico pătens, entis, ‘abierto a’, ‘patente’, ‘accesible’, ‘descubierto’; participio activo del verbo pătĕo, ēre ‘estar expuesto a’, ‘estar libre, disponible o accesible’, por ejemplo, un camino; ‘ser claro o evidente’.

Las medicinas de patente son aquellas que están disponibles o accesibles (pătens, entis) para su uso médico, porque las investigaciones ya demostraron su efectividad y su uso relativamente seguro, y como la empresa encargada de la investigación invirtió grandes sumas de dinnero, el gobierno les otorga exclusividad (patente) para su comercialización, de la misma manera que los gobernantes daban el derecho exclusivo (patente) de perseguir y asaltar embarcaciones a los corsarios.

La patente de los medicamentos en México tiene una duración de «20 años improrrogables a partir de la fecha de presentación de la solicitud». Pasado ese tiempo, ya se permite la venta de los genéricos.

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 6 de octubre de 2023.

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan disímiles. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión, muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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