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Orión, el Gran Cazador

Definición

Orión es una constelación del invierno boreal, también llamada “El Gran Cazador”, que ocupa el lugar 26 en tamaño. Se localiza en el ecuador celeste y es muy conspicua y colmada de hermosura. Ahora que escribo estas notas la contemplo durante las noches. Brilla en el cielo desde diciembre hasta finales de abril, cuando ya se oculta al oscurecer. Alcanza su máxima altura en el cielo al atardecer en los últimos días de enero. Su mejor visibilidad es entre noviembre-enero entre 75 grados Norte 65 Sur. Ocupa un área de 594,1 deg2 (o sea, 1,44 % del área total de la esfera celeste, y en las mejores condiciones de observación, pueden verse a simple vista 204 estrellas. Está situada a medio camino entre las estrellas Aldebarán (Tauro) y Sirius (Can Mayor).

Una bella fotografía de Orión. Puede verse con nitidez el cinturón, la espada y las cuatro estrellas que forman el rectángulo. Imagen de https://www.britannica.com/topic/Orion-Greek-mythology © Rastan/iStock.com

 

Hay diversas representaciones de esta constelación. Una de ellas, del astrónomo alemán Johann Elert Bode (año 1801) muestra a un gigante y cazador hincado y de frente, sosteniendo una maza con su mano derecha en alto y la piel de un león en su mano izquierda. Con sus perros fieles que lo acompañan, la estrella Sirio (Kynos Orion o el perro de Orion del Can Mayor), la más brillante del cielo y Procyon (Can Menor). En cambio, el astrónomo polaco Johannes Hevelius (siglo XVII) lo representa en la misma actitud, pero de espaldas.

Julius Schiller (1580-1627) representó a Orión con la figura de San José el carpintero padre de Jesús en su obra Coelum Stellatum Christianum, en la que quiso reemplazar las imágenes mitológicas por personajes de la cristiandad.

File:Johann Elert Bode - Orion und Haase.jpg
Orión según la representación de Bode. La larga y sinuosa fila de estrellas que empieza en el pie izquierdo del Cazador es la constelación de Eridanus, un largo río de estrellas poco brillantes que comienza con la estrella β Cursa, ‘el escañuelo de Orión’ (pie izquierdo) y termina muy al norte en la estrella α Achernar o ‘el fin del río’ Fuente:
Raremaps.com. imagen de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Johann_Elert_Bode_

Las siete estrellas más destacadas 

Puede decirse que Orión, visto de frente (según Johann Bode) posee siete estrellas que más sobresalen:

UN RECTÁNGULO, cuyas cuatro esquinas están representadas por: Betelgeuse (α Orionis, antiguamente la más brillante, una estrella variable rojiza) en el hombro derecho; Bellatrix (γ = gamma O.) en el hombro izquierdo; Saiph (κ = Kappa Orionis) que representa el centro del muslo derecho, cerca de la rodilla que apoya en el suelo y Rigel (β = Beta Orionis), una estrella blanca-azulada en el pie izquierdo. Orión persigue eternamente a las Pléyades (declinación +24°07′32″), un asterismo que se encuentra en el hombro del Toro; por eso permanece mirando insistentemente a Taurus.

EL CINTURÓN, lo más llamativo de la constelación, está formado por tres estrellas (las Tres Marías): ζ = Zeta Orionis o Alnitak, ε = Épsilon Orionis o Alnilam (la de enmedio) y δ = Delta Orionis o Mintaka. Esta última localizada a menos de un grado al sur del ecuador celeste, el punto donde vemos el Sol durante los equinoccios. Curiosamente, el cinturón apunta a la estrella alfa de Tauro o Aldebarán, hacia el oeste y al este a la estrella Sirio (su perro) la más luminosa (alfa) del Can Mayor. 

LA ESPADA, debajo del cinturón, como que cuelga de la estrella Alnilam. En la espada se encuentra la Gran Nebulosa de Orión, una masa de gases y polvo, rodeando el área de la espada con una luz difusa apenas visible a simple vista. Se encuentra a unos 1400-1500 años luz de nosotros; con centenares de estrellas jóvenes muy calientes (tipo O), agrupadas en el centro de estrellas masivas llamadas Cúmulo del Trapezio (Trapezium), o también θ Orionis = Theta O., cuya radiación excita a las estrellas de la nebulosa y las hacen brillar más.

File:Orion constellation Hevelius.jpg
Orión visto de espaldas pero de frente a Taurus (Constelación del Toro), podemos ver a la estrella rojiza Betelgeuse en su hombro izquierdo. Autor: Johannes Hevelius (28 de enero 1611 – 28 de enero 1687). http://pp3.sourceforge.net/wiki/ori.jpg

La Nebulosa Cabeza de Caballo

Esta oscura nebulosa (IC 434) o Barnard 33, se proyecta contra un fondo nuboso difuso, al lado de la estrella Zeta Orionis. Es verdaderamente difícil de ver. Usualmente se requiere de un cielo oscuro y por lo menos un telescopio de 200 mm. También se localiza a unos 1500 años luz de la Tierra.

La constelación de Orión y las civilizaciones más antiguas

Orión ha sido observado como un grupo de estrellas estacionales muy notorias desde hace miles de años. Tal vez es la segunda constelación, después de La Osa Mayor, mejor reconocida en el hemisferio norte. 

Casi a finales de siglo XX fue encontrada en una caverna una talla prehistórica Auriñaciense, donde se representa a esta constelación en marfil de mamut, cerca de Blaubeuren, al sur de Alemania, con una edad estimada de entre 32 000-38 000 años. Es la más antigua  simbolización encontrada de este grupo de estrellas (véase este artículo).

Entre los sumerios y el imperio Acadio (c. milenio III a. C.) era venerado un dios llamado Ningirsu o Ninurta, relacionado con esta constelación. Ninurta era un dios de los campos que traía fertilidad a la tierra, pero también un guerrero y un cazador, el líder de los dioses celestiales.

Los caldeos (antiguo pueblo semítico de Babilonia, región sur del actual Irak) le dieron el nombre de Tammuz al mes en el que las tres estrellas del cinturón salían muy temprano, un poco antes del amanecer, lo que sucede más o menos en el mes de abril, justo en los inicios de la primavera, ya que así se llamaba el dios que personificaba a esa estación del año y a las buenas cosechas. Por eso Orión deja de verse en los cielos nocturnos entre mayo y octubre.

Los asirios de la Alta Mesopotamia (c. III-I milenio a. C.) llamaban a esta constelación Al Jabbar que quiere decir “El Gigante”.

Para los egipcios, Orión era el sitio donde descansaba Sahu o el alma de Osiris. 

Griegos y romanos

En la mitología griega, Orión fue un gigante (en lengua griega significa tal vez ‘nacido de la Tierra’, igual que el gigante cíclope Polifemo) y un gran cazador quien figura en muchas leyendas, de rostro y cuerpo muy hermoso, que ya Homero, hacia el siglo VIII a. C., reconoce el nombre para la constelación en el libro XVIII de la Ilíada. De su historia hay distintas versiones, pero parece que la más popular dice que era hijo de Poseidón y de Euríale. Su padre le había dado el don de caminar pisando el fondo del mar, ya que era tan alto, que por más profundo que estuviera, su cabeza sobresalía sobre la superficie de las aguas. 

Se le relaciona con la isla de Quíos (al sur de Lesbos, frente al Asia Menor) de donde se dice que expulsó a las fieras. Allí mismo se enamoró de Mérope, hija del rey Enopión, quien nunca lo quiso y posponía continuamente la boda, hasta que un mal día lo dejó ciego*. Orión cruzó entonces el mar en dirección norte-noroeste hasta Lemnos, para pedir ayuda al dios Hefesto para recuperar la vista. Prestando su ayudante Kedalion (Cedalion), el dios dirigió al gigante al lugar de nacimiento del sol donde Helios le devolvió la visión. Al regresar, Orión buscó a Enopión  para vengarse, pero el rey, aterrorizado, se escondió en una cámara de bronce subterránea.

*Cierta versión dice que Orión, una vez que se emborrachó violó a Mérope.

El gigante se retiró entonces a la isla de Creta, donde se convirtió en compañero de caza de la diosa Artemisa. 

La muerte de Orión

Las versiones sobre su muerte son variadas. Algunas dicen que fue muerto por Artemisa porque intentó violarla. Otras que por los celos de Apolo por el amor de Artemisa (su hermana gemela) hacia Orión, que por amarlo descuidaba su labor de iluminar las noches, pues a esta diosa la relacionaron además con Selene (Σελήνη) o la diosa Luna. También existe la leyenda que, por pregonar que él podía vencer a cualquier fiera, se trabó en una intensa lucha con un escorpión enorme y monstruoso (algunos dicen que Apolo lo soltó para que persiguiera a Orión en el mar) que finalmente lo mató, y que por eso en el cielo están muy separados, pues cuando las últimas estrellas de Orión (constelación invernal) se están ocultando por el occidente, las primeras de Escorpión (constelación estival) están saliendo por el oriente.

H. Levy cuenta otra interpretación sobre la muerte de este cazador gigante, y dice que Apolo, “el hermano gemelo de Artemisa al ver a Orión nadando muy lejos en el mar, desafió a su hermana a disparar a lo que no era más que un punto, apenas perceptible entre las olas. Sin darse cuenta de quién se trataba, Artemisa apostó a que era la mejor arquera, lanzó una flecha y lo mató. Más tarde, cuando el cuerpo de Orión apareció en la orilla, ella vio lo que había hecho. Inconsolable, envió su cuerpo al cielo junto con sus perros de caza (Sirio y Procyon). Su dolor explica por qué la Luna se ve tan triste y fría”. 

Puede verse al “Gran Cazador” con una buena dosis de imaginación fantasiosa, con su garrote, su piel de león, su cinturón y su espada, persiguiendo eternamente a las pléyades (un grupo de estrellas que forman parte de la constelación Tauro o el Toro) y al mismo tiempo, es perseguido, aunque a mucho mayor distancia por el Escorpión.

El mito romano sobre Orión (Orīōn)

Los romanos tenían a la diosa de la cacería Dīāna, hija de Júpiter y Leto, con las mismas funciones de la Artemisa griega (Ἄρτεμις, que los romanos llamaban Artĕmis, -ĭdis) . Pues bien, Orión se convirtió en el compañero de Diana en la cacería, quien finalmente, según algunas leyendas, termina matándolo de una manera que varía según diferentes autores, y lo envía al cielo, donde ocupa un eterno lugar como un grupo de estrellas.

Sobre Orión hay una rica bibliografía antigua, pues numerosos personajes escribieron acerca de su mito. Entre los griegos: Homero, Hesíodo, Esopo, Píndaro, Apolodoro de Atenas, Arato, Diódoro Sículo, Estrabón. Y los romanos: Higinio, Ovidio, Virgilio, Plinio el Viejo, Valerio Flaco,  etc. Lo interesante es que cada uno escribe con numerosas variantes los detalles del mito.   

Etimología de ‘Orión’

Sin duda, no hay una explicación completamente satisfactoria sobre el origen de esta palabra. Al español llegó del latín Orīōn, -onis, con el significado de “cazador convertido en constelación”. Término tomado del antiguo griego ᾨρίων (Ôriôn), en este caso, un gigante y poderoso cazador amado por Eos (Ἠώς Ēṓs, titánide y diosa de los amaneceres, Aurora entre los romanos), pero asesinado por Artemisa. Esta es otra narrativa sobre su mito.

Los beocios (la leyenda dice que Orión nació en Beocia) también tenían sus propias historias sobre el cazador estelar. Según su versión del mito, nació de Gaia o la madre Tierra, en cierta ocasión, cuando tres dioses -Zeus, Poseidón y Hermes- viajaban juntos por la tierra, fueron muy bien recibidos por el rey Hirieo. En gratitud por tan gran hospitalidad, le prometieron concederle cualquier cosa que él pidiese; entonces Hirieo pidió un hijo. Los tres dioses entonces tomaron una piel de buey, orinaron sobre ella y la enterraron. Nueve meses después Orión surgió del suelo (Gaia).

Esta versión sirvió para que surgiera la etimología popular de que el nombre griego Ὠρίων (Ôriôn) significa ‘orina’, que en antiguo griego se escribe οὔρον (oȗron, término citado, por ejemplo, por Hipócrates y Heródoto), en latín urina, que en origen significa ‘líquido’ y después ‘orina’. El oȗron griego y urina en latín probablemente guardan algún nexos indoeuropeo, pero uno no deriva del otro.

La etimología que parece más convincente

Pero esta explicación es generalmente rechazada por los lingüistas. En su lugar se afirma que lo más probable es que ᾨρίων (Ôriôn) derive de ὤριος (horios), α, ον, la versión poética de ὡραῑος (horaios) que significa “todo aquello que se produce o aparece (como Orión) de manera estacional, como en la expresión ὤρια πάντα (horia panta), que quiere decir “todos aquellos frutos de cierta estación del año” (en la Odisea de Homero y en escritos de Hesíodo). Recordemos además que los griegos tenían una diosa de las estaciones a la que llamaban Ὧραι, (Hōrai). Véase este enlace.

Este probable origen puede explicarse por el hecho de que Orión, con su inconfundible apariencia y sobre todo su patente carácter estacional, bien pudo ganarse este nombre entre los griegos de la Antigüedad, que luego pasó como Orīōn, -onis al latín. Pero persisten aún dudas al respecto.

Fuentes:

1- Britannica, T. Editors of Encyclopaedia. «Orion.» Encyclopedia Britannica, August 31, 2016. https://www.britannica.com/topic/Orion-Greek-mythology. On line.

2- Levy H. David. 2007. A Guide to Skywatching. pp . 194-95. U. S. A. Edición impresa.

3- New Larousse Encyclopedia of Mythology. 1969. P. 144. Paris. Ed. impresa.

4- Schilling Govert. 2019. Constellations. Edición Impresa.

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 15 de febrero de 2022.

Categoría: ciencia, cultismos

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan dispares. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías y ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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