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etimología, neologismo, cultismos, patrimoniales

Significado de ‘etimología’

La etimología es «el origen y desarrollo de una palabra, afijo, frase, etc. Es el examen detenido de una palabra, tan lejos en el pasado, como sea posible, identificando la influencia que recibe de lenguas (idiomas) contemporáneas o antiguas”. Es pues, la rama o especialidad de la lingüística, que trata sobre el origen y evolución de las palabras o cualquiera de sus elementos. También puede decirse de otra manera que es «el origen y desarrollo histórico de una forma lingüística, como se muestra en sus elementos básicos, su primer uso conocido y sus cambios en forma y significado, indagando su paso de una lengua a otra, identificando sus cognados (emparentados morfológicos) en otras lenguas, y reconstruyendo mediante inferencias sus formas ancestrales cuando esto es posible”.

Origen del término ‘etimología’

En cuanto a la etimología del término etimología, este procede del latín clásico ĕtymŏlŏgĭa, ae, con el significado de: ‘el origen de una palabra, su etimología. y ĕtymŏlŏgĭcē, ēs era como los romanos llamaban a la ciencia o el estudio de la etimología.

Cicerón (ss. II-I a. C.) también le dio el nombre de notatio, que significa ‘examen’, ‘juicio’, ‘averiguación’, ‘indagación’, del verbo noto, notare, ‘marcar’, ‘examinar’, ‘aclarar’, ‘dar a conocer’, ‘señalar’. Además, la nombró vērĭlŏquĭum, ‘veracidad’, de vērĭlŏquus, ‘verídico’, ‘que dice o lleva la verdad’.

En cambio, el escritor latino Quintiliano (h. 35-100 d. C.) la denominó ŏrīgĭnātĭo, de orīgo, ‘origen’, ‘comienzo’, ‘principio’, ‘causa’, ‘ascendientes’; a su vez del verbo orior, oriri (de donde se deriva la palabra oriente, por ser donde se origina o aparece el sol, cuando amanece), que significa ‘aparecer’, ‘surgir’, ‘ascender de’, ‘nacer’, ‘originarse’. 

Debo agregar que los escritores romanos Marco Terencio Varrón (116-27 a. C.), y después Aulo Gelio (125-180 d. C.) usaron el término latino ĕtymŏn con el significado de ‘etimología’, tomado del griego ἔτυμον (etymon) que en seguida explicaremos.

El vocablo latino ĕtymŏlŏgĭa fue un préstamo del griego

Asimismo, ĕtymŏlŏgĭa llegó del antiguo griego ἐτυμολογία (etumología o etymología), un sustantivo que significa ‘el análisis de una palabra hasta encontrar su origen’, término atestiguado, por ejemplo, en escritos del griego Estrabón (que vivió hacia los años 60 a. C-21 d. C). Así como el verbo ἐτυμολογέω (etymologéo), ‘analizar una palabra y encontrar su origen’.

En estas palabras griegas podemos ver los componentes ἔτυμον = etymon, ‘el sentido o significado verdadero de una palabra según su origen, el neutro de ἔτυμος = etymos que significa ‘verdadero’, ‘real’, ‘seguro’, y -λογία (-logía), ‘estudio de’, ‘tratado’, ‘ciencia’, de λόγος (lógos), ‘la palabra’ o sea, la manera de manifestar o externar lo que interiormente se piensa o ‘el pensamiento en sí mismo’.

Nexo indoeuropeo de lógos

Logos está vinculado a la raíz indoeuropea *leg-, forma original *leg̑‑ en Pokorny (colectar, seleccionar, recoger) y el sufijo de cualidad o acción -ια (-ia). Con -logía, -logos se han formado centenares de palabras, tal vez la mayoría en referencia de alguna ciencia: geología, astrología, epistemología, histología, inmunología, fisiología, etc. Naturalmente que λόγος tuvo en el griego antiguo otros sentidos y aplicaciones en distintos contextos, entre otros: ‘oración con la cual algo se dice’, ‘el simple nombre de una cosa’, ‘una proposición’, ‘un proverbio’, ‘una máxima’, ‘una declaración’, etc. 

CONSIDERACIONES COMPLEMENTARIAS

Se pueden hacer muchos comentarios adicionales sobre la palabra etimología, su trascendencia y razón de ser. Sin embargo, escribiré algunos datos que ayudarán al lector a comprender mejor este vocablo, que de hecho es el alma del nombre que he dado a este sitio:

Primeros intentos de explicar el origen de las palabras

Los antecedentes más antiguos que se conocen sobre la intención de explicar el origen de las palabras se remontan acaso a gramáticos y estudiosos del lenguaje en India, que intentaron analizar entre los siglos V-II a. C. el sánscrito, una lengua indoirania indoeuropea, cuyos orígenes se remontan al segundo milenio a. C., y que evolucionó gradualmente dando lugar a idiomas como el hindi, urdu, bengalí, punyabí, maratí y otros hablados en India y Pakistán. Del mismo modo que el latín vulgar (también lengua indoeuropea, pero de la rama itálica) terminó por originar más de 30 lenguas romances después de la caída del Imperio romano (s. V d. C.), como el español, portugués, italiano, rumano, siciliano, gallego, sardo, occitano, sefardí, normando, etc.

Los antecedentes greco-romanos

En Grecia, el poeta Píndaro (h. 518-438 a. C.) y siglos después el historiador Plutarco (h. 50-127 d. C.) hicieron algunos comentarios etimológicos en sus escritos. El ilustre filósofo griego Platón en su diálogo Crátilo, escrito hacia el año 360 a. C., dedica casi la mitad de la obra a discutir las etimologías del nombre de personajes o antroponimias

En tiempos de la Antigüedad Clásica greco-romana, entre los siglos V a. C.-II d. C., la etimología hacía referencia al significado de las palabras, después, a sus historias. Posteriormente, las etimologías clásicas cristianas y paganas fundamentaban sus explicaciones en alegorías y conjeturas, con la ausencia de registros históricos y método científico para analizar adecuadamente las cosas, hasta que esta disciplina o área del conocimiento cayó en el desprestigio por casi 1000 años, a tal grado, que algunos llegaron a decir que las etimologías eran cosa sencilla, con la ayuda del latín y algo de ingenio. Fue más o menos a mediados del siglo XVII que la etimología se consideró como una rama de la lingüística que trataba el origen y la evolución de las palabras; pero desde el siglo XV se intentó hacer un registro de la historia particular de cada palabra.

Las palabras cambian a través de los siglos

Puesto que la etimología es la historia de los cambios que tienen las palabras a través de su evolución, su existencia carecería de sentido si los vocablos no se transformaran, pero resulta que sí sucede, del mismo modo que pasa en los seres vivos, las estrellas, planetas, sociedades, el conocimiento, la ciencia, la tecnología y así sucesivamente.

Las palabras cambian en todas partes, siempre y de muchas maneras. Pero hay dos cosas muy relevantes: (1) Cada idioma toma en préstamo palabras de otras lenguas, como sucedió al latín que tomó muchas palabras del griego, pero también pasó lo inverso; lo que provoca deshacerse de algunas palabras nativas o restringir su uso. (2) Aun sin préstamos cada lenguaje tiende a cambiar la forma de sus palabras y a modificar su significado y pronunciación.

Leyendo el español medieval, prueba de cambios de las palabras

Nada más invito al lector que trate de leer alguna obra en español medieval, o incluso, alto renacentista para que lo compruebe. Los etimologistas intentan identificar cada cambio en el significado de los términos y su pronunciación, siguiendo, hasta donde es posible evidencias históricas, cuando se dispone de ellas. Por ello, es muy importante señalar que muchas veces los expertos, al seguir el rastro de una palabra incluyen algunos vocablos o radicales acompañados de un asterisco (*) inicial, para dar a entender que se trata de una voz o raíz hipotética, de las que no se tienen pruebas escritas o testimonios; sin embargo, se mencionan porque, siguiendo las leyes de la lingüística, se asume que tal palabra o radical debe haber existido con cierto grado de probabilidad.

Raíces indoeuropeas (IE)

Por ejemplo, al explicar la etimología de agua, se cita la raíz indoeuropea *akʷā- (agua, mojado), que los expertos en lingüística comparativa y filología han propuesto de manera hipotética como un radical no atestiguado en ningún escrito, pero que se infiere como posible, con una existencia que nos remonta a unos 6000 años o todavía más atrás. Siguiendo esta línea de razonamientos, *wed (au̯(e)-9, au̯ed-, au̯er-), pp. 78-79) es una raíz indoeuropea que da la idea de ‘fluir’, ‘mojar’, en la que se agrupan palabras como, vodka, whisky, hidrógeno, hidráulico, water (en inglés), todas con la idea o significado común de algo que se relaciona con el agua o algo mojado.

Los etimólogos explican cómo es que las palabras perro en castellano, dog en inglés, chien en francés, cane en italiano, cão en portugués, собака en ruso, Hund en germano, kutya en húngaro e inu en japonés se refieren a la misma cosa, ‘el animal doméstico que ha acompañado al hombre hace miles de años y que ladra’ ¡Grandiosa tarea!

Voces patrimoniales, cultismos, neologismos

Patrimoniales

También debe señalarse que existen en español y demás lenguas romances, las llamadas palabras patrimoniales o vulgarismos (de vulgaris, ‘lo relativo o perteneciente al pueblo’, ‘lo común’, ‘lo ordinario’; de vulgus ‘el pueblo’, ‘la muchedumbre’), cuyo origen se remonta a los siglos V-IX, y que han evolucionado, por distorsiones, a partir del latín vulgar, según las leyes fonéticas propias del lenguaje.

Asimismo, se llaman patrimoniales (del latín tardío patrimonialis, de patrimonium, ‘el patrimonio, lo que se hereda de nuestros antepasados’, a su vez de pater, ‘antepasados, padre‘), porque han llegado al castellano del latín que hablaba el pueblo durante el Medievo. Por ejemplo, los términos: a) ojo, de oculus (vista, ojo); pie, de pedem (pie), el acusativo de pes, del radical ped-; b) oro, de aurum oro, monedas de oro, color del oro. La mayoría de las palabras que usamos de manera cotidiana son patrimoniales.

Cultismos

Mientras que los cultismos (del latín cultus, ‘educación’, ‘civilización’, ‘refinamiento’, ‘elegancia’, pureza; del verbo colo, colere, ‘cuidar’, ‘estudiar’, ‘interesarse por’), son voces de origen latino o griego, pero que no sufrieron tantas transformaciones morfológicas como las patrimoniales. Se trata de palabras que no eran tan usadas por el pueblo durante la gestación de las lenguas romances. Por eso, guardan más semejanza con la palabra antigua de la que proceden, y, por lo general, fueron introducidas al español más tardíamente. Durante la Edad Media se introdujeron muchos cultismos, en el ámbito literario y otras ramas del saber. Algunos ejemplos de cultismos:

  1. De procedencia latina: crepúsculo (de crepusculum); fémina (de femĭna, ‘hembra’, ‘mujer’); dígito (de digĭtus, ‘dedo’).
  2. De origen griego: fobia (de φόβος = phóbos, ‘miedo’, ‘temor’); filia (de φιλία = philía, ‘amor o afecto por algo o alguien’); monarquía (de μοναρχία = monarchía ‘forma de gobierno en la que el mandato está concentrado en una sola persona).

Neologismos

Un neologismo es una palabra nueva, o un significado nuevo para una palabra ya existente.

El término neologismo es la unión de tres componentes griegos: neo-, del griego νεός = neos (joven, nuevo, como en los vocablos neonato, neoplasia y neotenia); -logía, de -λογία = logía, (estudio, tratado, ‘la palabra’; originalmente razonar, decir, que vemos en términos como biología, geología y teología); más el sufijo -ismo(s), del griego -ισμός = -ismós que indica ‘proceso’ (reumatismo, raquitismo), ‘doctrina o creencia’ (capitalismo, socialismo, cristianismo, creacionismo); pero se usa mucho en la construcción de palabras científicas o técnicas, por ejemplo: autismo, paludismo, alcoholismo, etc.

La mayoría de los neologismos son de origen grecolatino.

Generalmente, estos neologismos se forjan con elementos del antiguo griego, como ‘psiquiatría’ y ‘cardiología’ por ejemplo, o elementos puramente latinos: ‘invertebrado’, ‘suprarrenal’ y ‘cutícula’, o combinando griego con latín como en poríferos (las esponjas, animales invertebrados sésiles acuáticos).

Los neologismos se construyen o se acuñan y se latinizan; como el caso de monotrema, en latín científico es Monotremata, y patología es pathologia. Casi siempre es posible encontrar la(s) persona(s) y la fecha en que se acuñó o compuso la palabra. Por ejemplo, el francés Georges Cuvier (1769-1832) acuñó en 1835 la palabra quiróptero, además de otras en diferentes fechas como tisanuro, digitígrado, braquiópodo, etc.

Los neologismos de nuestro tiempo, absolutamente desconocidos en la antigüedad

Lo curioso es que los neologismos son voces que no existían en la antigüedad. Veamos:

Cardiomegalia o agrandamiento patológico del corazón. Los griegos no conocían la palabra, pero sí, καρδία (kardía, ‘corazón) y μεγαλία (megalia, ‘algo de gran tamaño’).

Acrocianosis, el color azuloso en las extremidades, de ἄκρος (akros, ‘la punta de algo’, ‘el extremo’) y κυανός (kyanós, ‘azul’, ‘azul intenso’).

Helicóptero, un tipo de aeronave que asciende de forma vertical (no requiere pista de despegue), capaz de sobrevolar y moverse en cualquier dirección, de ἕλιξ (helix, ‘espiral’ y πτερόν (pterón, ‘ala’). ¡Por supuesto que los griegos jamás vieron un helicóptero, ni llamaron cianosis al hecho de verse azulosos los pies y manos!

Pero no crea el lector que los neologismos solo se forman a partir del griego y el latín antiguos. Muchas veces se integran con palabras de otras lenguas. Por mencionar unos ejemplos:

  1. El término robótica proviene del idioma checo robota que significa ‘trabajo forzado o esclavizado’
  2. Jet (avión que se impulsa con motores de reacción), procede del inglés jet, a su vez del francés jeter, literalmente ‘lanzar’; del latín iacto, iactare o jacto, jactare el frecuentativo del verbo iacere o jacere (‘lanzar’, ‘arrojar’), de donde precisamente viene el verbo español ‘jactar’. Es decir, ‘lanzar una persona con mucha frecuencia expresiones, presumiendo ciertos logros o poderes buenos o malos’.

Etimologías populares

Este tema es, por supuesto, inagotable, pero finalmente debo señalar que existe el concepto de ‘etimología popular’, que consiste en la interpretación espontánea que se da vulgarmente a una palabra, relacionándola con otra de distinto origen. La relación que así se establece puede dar lugar a cambios semánticos o causar deformaciones fonéticas, es decir, de sonido. No obstante, debe mencionarse, que, aunque se habla de ‘etimologías populares’, no es necesariamente el vulgo o el pueblo común el que las elabora, sino más bien personas que presumen de poseer cierto nivel cultural, por encima de la gente poco preparada.

Reflexión final

A modo de epílogo terminaré con una cita textual del lexicógrafo y lingüista, el doctor Guido Gómez de Silva (1925-2013), quien en la pasta posterior de su libro Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Española. 1998. México., dice:

La etimología es la historia de las palabras, y como las palabras representan cosas, con frecuencia es la historia de las cosas, y por tanto de la civilización.

Dr. Guido Gómez de Silva (1925-2013)

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 27 de mayo de 2020.

Categoría: ciencia, cultismos

por

Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan disímiles. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión, muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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