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Belcebú, Beelzebú, Baltazar, Aníbal

Definición de Belcebú

Belcebú, «un ángel caído, el segundo después de Satanás», en la literatura inglesa del siglo XVII, es el nombre como también se le conoce al diablo, demonio, Satanás, Lucifer.

Etimología de la palabra Belcebú

Belcebú proviene del latín eclesiástico, en la Biblia Vulgata, Nuevo Testamento, Beelzĕbūb o Beelzĕbūl (el príncipe o el principal de los demonios); nombre tomado del griego bíblico Βεελζεβούβ (Beelzeboúb), también Βεελζεβούλ (Beelzeboúl), que aparece escrito solamente en el  Antiguo Testamento, Segundo libro de los Reyes 1:2 (“… Id y consultad a Baal-zebub dios de Ecrón…”), 1:3 (… ¿No hay Dios en Israel, que vais a consultar a Baal-zebub dios de Ecrón?).

En la Septuaginta (LXX), versión bíblica griega, traducida del hebreo entre los siglos III-II a. C., se encuentra el nombre Βεελζεβούβ ya citado y Βααλ μυῗαν*, «Baal de moscas» o “Baal muian”.

*Hay que recordar que mosca en griego antiguo se escribe μυῖα (myîa), de donde se acuñó la palabra “miasis” o una parasitosis de tejidos (vivos) de los vertebrados por larvas de ciertas moscas, lo que comúnmente se conoce como “gusanera”.

El griego tomó el término del hebreo

El Beelzeboúb griego fue tomado del hebreo בַּעַל זְבוּב (Ba’al Zəbûb o también Ba’al Zĕbhūbh) que se traduce como “el Señor de las Moscas o tal vez el que las espanta”; según algunos, es una alteración intencionada de בַּעַל זבל (Ba’al Zəbûl) que significa “El Exaltado”, “El gran Señor de la Morada Celestial”. En lengua ugarítica, hablada en Siria hace unos 4000 años, Ba’al quiere decir “Señor” y zbl b’l’ rs significa “alabar”, “enaltecer”. 

Pero es muy probable (no es seguro) que se trate de una alteración deliberadamente peyorativa, que los hebreos hicieron para satanizar, burlarse y ofender a los filisteos (pueblo que adoraba a Ba’al), con la finalidad de combatir y desterrar a divinidades distintas a su dios (Yəhōwā, Jehová); lo mismo que luego sucedió con los cristianos que lucharon contra la tradición politeísta (paganismo) de la Antigüedad grecorromana.

Probable raíz protosemítica

Los lingüistas han propuesto que Ba’al (gran Señor) es nombre semítico ligado a la hipotética raíz protosemítica *baʿl‑ (Señor, amo), de donde proceden:

  • Beelzebúb (Belcebú), del hebreo ʿal zəbûb (Señor de las moscas), una corrupción o probable alteración ofensiva de baʿal zəbûl (El primerísimo Señor). 
  • El antropónimo (nombre de persona) Aníbal, del dialecto fenicio púnico *ḥannī-baʿl, mi gracia es Ba’al; de hann (gracia). Véase la entrada «Aníbal«.
  • Belszhazzar (Baltasar), del hebreo bēlšaṣṣar, a su vez del acadio (lengua semítica mesopotámica de hace unos 3500 años) bēl-šar-uṣur (Ba’al ha protegido al rey). Belshazzar fue un príncipe babilónico del siglo VI a. C.

En el nombre Ba’al Zebuv podemos identificar:

A) el componente Ba’al (Βάαλ en griego y Báal, en latín tardío) que significa “señor”, “amo”, “dueño” “gran señor”, el nombre de un dios adorado en muchas comunidades del Medio y Cercano Oriente antiguo, en especial, entre los filisteos y canaanitas (que tenían rivalidades entre y con los israelitas) quienes lo consideraban el dios universal de la fertilidad y, por lo tanto, “el Príncipe o Señor de la Tierra”. Sin duda, uno de los dioses más importantes de su panteón o conjunto de divinidades.

B) Zəbûl con el significado de “mosca”.

Diferentes hipótesis sobre el significado de «Señor de las moscas»

Como recién señalé, la idea de que se haya cambiado el nombre con fines despectivos y de desprestigio, es una de las hipótesis. Sin embargo, hace mucho se sugirió la posibilidad de que existiera una relación entre Ba’al, el multicitado dios filisteo, adorado en Ecrón (una milenaria ciudad  ubicada en la actual región central de Israel, hacia el segundo milenio a. C.) y ciertos cultos relacionados con las moscas, consideradas como plagas que se alimentaban de deyecciones humanas y animales, que este dios se dedicaba a ahuyentar por ser causa de enfermedades entre las personas. Este argumento probablemente puede ser no comprobable o concluyente, pero a lo mejor tiene algún grado de verosimilitud, si vemos que en el Antiguo Testamento se hace referencia a Ba’al como una divinidad con poderes o dedicada al arte de la curación. No se puede saber con certidumbre, pues hace tanto tiempo, ¡Alrededor de 1 300 000 días! Son eventos que se difuminan en la niebla de los siglos.

Podemos entonces concluir que ʿal zəbûb (El Señor de las moscas) hebreo ya empezaba a tener una connotación peyorativa (acaso de repugnancia y maldad), que luego pasó al griego como Βεελζεβούβ y por último como Beelzĕbūb en latín, en la Biblia Vulgata (siglos IV-V d. C.).

De cómo el nombre bíblico latino Beelzĕbūb tomó el mismo significado de diablo, demonio y Satanás

Los expertos en estudios bíblicos consideran que a partir de la cita del Nuevo Testamento de Lucas 11:15 “Pero algunos de ellos decían: Por Beelzebú, príncipe de los demonios, echa fuera los demonios”, se hizo su nombre popular y se considera otra forma de nombrar a Satanás, el demonio o el diablo. El Intelectual y poeta inglés John Milton (1608-1674), usó el nombre Beelzebub para referirse a “uno de los ángeles caídos, el segundo después de Satanás”, en su poema épico Paradise Lost (Paraíso Perdido), publicado por vez primera en 1667.

Belcebú y sus acompañantes disparan flechas. De John Bunyan (1678) imagen tomada de https://en.wikipedia.org/wiki/Beelzebub#/media/File:Beelzebub_and_them_with_him.jpg

Otros datos sobre el dios Baal

Baal, en cananeo semítico, 𐤁𐤏𐤋 (baʕal), “amo”, “señor”; en hebreo antiguo, בָּעַל‎ (Báʿal), “superior”, fue también llamado «el Señor de la lluvia y del rocío», las dos fuentes de humedad indispensables en los suelos fértiles de Canaán, región enclavada entre el Mediterráneo y el río Jordán o el llamado Creciente fértil. En el idioma ugarítico y el Viejo Testamento hebreo, el epíteto de Baal como el dios de las tormentas, fue “el que cabalga en las nubes». Entre los fenicios fue llamado Baal Shamen o “el Señor de los Cielos”.

Lo que se conoce de este dios proviene principalmente de varias tablillas descubiertas en 1929, en Ugarit (ahora Ras Shamra), una antigua ciudad que floreció durante el milenio II a. C., entre los años 1450-1200 y que se encontraba en la costa del Mediterráneo al norte de Siria.

En realidad hubo muchas divinidades en aquella región que llevaban en su nombre el componente Ba’al:

  • Baal-peor, dios de Peor (nombre de una cumbre que mira hacia el desierto, nombrada en Números 23:28, cuyos rituales parece que eran orgiásticos (Números 25:3, 5, 25).
  • Baal-berith, un dios local de Shechem. Citado en Jueces 8:33 y 9:4.

Además, hay lugares y nombres también con Ba’al: 

  • Baalbek (antigua ciudad que los griegos llamaron Heliópolis o Ciudad del Sol, muy prominente en la época romana.
  • Baal-zephon, un lugar cerca del cruce del mar Rojo de los israelitas. Citado en Éxodo 14:2, 9.
  • Baal-hazor, lugar sagrado donde un esclavo de Absalón mató a Amón, según el libro II de Samuel 13:23-30. 
  • Baalis, rey de los Ammonites (los hijos de Amón), contemporáneo de Jeremías. Libro de Jeremías 40:14.

Por lo tanto, Belcebú es nombre con un muy remoto origen semita, que data al menos de hace unos 4500 años. Pasó al griego hace unos 2400 años, después al latín eclesiástico y por último al castellano.

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 3 de agosto de 2021.

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan dispares. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías y ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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