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grillo, grillar, grillete

Grillo, grillar, grillete, concepto y definición

Un grillo es un insecto de la familia Gryllidae y del orden Orthoptera, que mide entre uno y cuatro centímetros de largo adaptado para saltar, color negruzco o marrón, cuyos machos emiten un canto muy peculiar (estridulación) al frotar la base de sus alas anteriores.

El verbo grillar

Aunque ya casi no se utiliza con este sentido, grillar es un verbo que en origen significa “cantar un grillo”. Del verbo latino grillo (o gryllo), grillāre con el mismo significado.

Pero existe otro significado muy común, al menos en México, que se refiere a “murmurar o chismorrear con la idea de obtener ventajas políticas o de dañar a otros, cuando se compite por algún puesto importante, ya sea público o laboral”, y en el mismo contexto, un grillo es “la persona que se dedica a la política como su modus vivendi y a veces hace o dice cosas que dañan a otros, anteponiendo sus intereses personales”.

Grillete 

Grillete es el hierro o grillo de un preso que se coloca en los pies del reo para evitar que se fugue, y recibió ese nombre, debido a que, al caminar, se produce un ruido metálico parecido al de un grillo, es decir, se trata de una onomatopeya.

Grillo de campo africano Gryllus bimaculatus en el Zoológico de Bristol, Bristol, Inglaterra. Fotografiado por Adrian Pingstone. Autor Arpingstone. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:African.field.cricket.arp.jpg

El sufijo -ete, -eta

Este sufijo tiene carácter diminutivo o despectivo y se une a sustantivos o adjetivos. El español lo tomó del francés -et (masculino) y -ette (femenino). Por ejemplo, en los términos vejete, caballerete, ribete, grillete, ojete (el ano, persona tonta, pero en México llamamos también ojete a una persona que obra para hacer maldades o que se niega a ayudar, aun pudiendo hacerlo. Jorge es bien ojete, porque no me presta su bicicleta. ¡Esas son ojetadas! Mira que decirle a mi jefe que no quiero obedecerlo.

Etimología del término grillo

La palabra grillo (referida al insecto, se documenta en español desde el siglo XIII) viene del latín clásico grillus: “el insecto que conocemos como grillo”, término atestiguado en la Historia Natural de Plinio el Viejo (siglo I d. C.) y en De medicina præcepta (lecciones o fórmulas médicas) del médico Serenus Sammonicus que vivió entre los siglos II-III.

La palabra grillus es una onomatopeya, es decir, un vocablo que imita el sonido de la cosa o acción designada. Del mismo modo que la palabra inglesa cricket (grillo), quiquiriquí (gallo), pío, pío (canto del pollito), ja, ja, ji, ji, jo, jo (carcajada), etc.

Gryllus

Los romanos también usaban el término gryllus con igual significado (grillo, el insecto) que era una especie de ultracorrección o hipercorrección, “consistente en «corregir» innecesariamente palabras con formación irregular pensando que lo correcto es que se parezcan a las regulares. Por tanto, se da precisamente en personas que tratan de escribir correctamente”. (Fundéu).

El motivo de gryllus es que los griegos tenían un término que, según algunos, era el origen o al menos tenía alguna relación con el grillus latino. Esta palabra, también onomatopéyica, era γρῦλος (grylos), que luego pasó a γρύλλος (grýllos), que significaba “cerdo”, “cerdito” y también cierta danza egipcia, según algunos, de carácter cómico. Por eso Plinio llegó a usar grillus con el significado de “pintura con rasgos caricaturescos” (pág. 727).

Entonces, algunos escritores romanos cambiaban por hipercorrección el gri- latino por el gry- griego. El término γρύλλος recién mencionado, también se usaba como sinónimo de γόγγρος (góngros), en latín conger después congrus (Isidoro de Sevilla), el nombre de cierto pez comestible que ahora llamamos “congrio”, del Atlántico Norte y el Mediterráneo.

Un poco sobre la biología de los grillos

Los grillos son animales del Filo Arthropoda (artrópodos), clase Insecta (insectos) y familia Gryllidae (grílidos), del género representativo Gryllus (L. 1753) más el sufijo de pluralidad -idae que en zoología indica parentesco genético. Se reconocen unas 1100 especies de grílidos en todo el mundo.

Se trata de insectos de cuerpo algo aplanado, cabeza redondeada cuyos fémures posteriores son robustos, lo que les permite saltar (aunque no tanto como un chapulín), con antenas largas y filiformes, cercos (latín científico cercus, plural cerci, del griego κέρκος = kerkos, ‘cola’) sensitivos largos que parecen antenas. En las hembras, el ovipositor (el órgano postabdominal para poner huevecillos) es muy visible y cilíndrico o semejante a una aguja.

Pueden ser carnívoros (devoradores de otros insectos), herbívoros  u omnívoros. Como todos los ortópteros, poseen una metamorfosis gradual (huevo, varios estados ninfales y adulto). El primer par de alas reciben el nombre de tegminas (del latín tegere “cubrir”, «proteger»), de consistencia coriácea que protegen a las posteriores más membranosas.

Los grillos machos emiten un “canto” muy peculiar. Como arriba lo mencioné, el nombre grillus es una onomatopeya de dicho sonido, de la misma manera que cricket (grillo) en inglés. Dicho sonido que constituye una especie de atracción o invitación sexual, se llama estridulación y en el caso de los grillos, lo producen frotando entre sí un área endurecida en la base de cada ala frontal, que posee unas pequeñas protuberancias duras.

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 28 de febrero de 2024.

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan dispares. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías y ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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