Definición
El gato es un animal doméstico mamífero (clase Mammalia) carnívoro (orden Carnivora) de la familia Felidae (félidos), subfamilia Felinae (felinos), género Felis, especie silvestris subespecie catus. Es digitígrado, con uñas retráctiles, cinco dedos en las patas delanteras y cuatro en las traseras. Una mascota o animal de compañía que los humanos tenemos en casa por su belleza y como medio para eliminar animales indeseables como roedores, algunos insectos y otros.
Etimología de la palabra ‘gato’
Es incomprensible, pero el término gato, tan usado en español y muchas lenguas, sabemos que procede del latín, pero cómo fue que llegó a esa lengua, es un tema que ha generado hipótesis, a veces, incluso, contradictorias. Vamos a ver.
La palabra gato deriva del latín cattus (Gaffiot p. 276, término documentado primero en escritos del agrónomo y escritor romano Rutilio Tauro Emiliano Paladio del siglo IV d. C.; a veces también escrito como catus (gato) y catta (gata). Cattus fue un término introducido al latín siglos después de Cristo. Fue así que cattus fue reemplazando a la palabra fēlēs, fēlis del latín que se escribía unos 700 años antes.
Ya entre los siglos VII-VIII la palabra cattus era de uso generalizado por toda Europa. Pero los biólogos retomaron fēlēs, fēlis para su uso en la nomenclatura taxonómica. Felino, de felin-us, de feles se documenta desde 1681; sin embargo, al mismo tiempo, entre los siglo XVI-XVII, los zoólogos retoman la palabra gato para nombrar a los grandes felinos como el león, tigre, puma y leopardo. El tigre siberiano es el gato (felino) más grande sobre la Tierra, que puede pesar hasta unos 230 kg, con una longitud desde el hocico hasta la punta de la cola de unos 270-274 cm.
feles o felis son términos anteriores a cattus, catta
Por eso es importante aclarar que fēlēs, fēlis que Cicerón menciona en latín clásico como ‘faeles’, ‘faelis’, ‘gato’, ‘gata’, son términos anteriores a cattus y catta. Pero fēlēs, fēlis más bien se refería a gatos salvajes o silvestres; o como nombre de otros carnívoros, por ejemplo, la marta, el hurón, la mofeta, que ahora la zoología no los tiene en la familia de los felinos. Fēlēs, fēlis también se usó en sentido figurado con el significado de ‘raptor’. El comediógrafo Plauto (siglo II a. C.) así llamó a un ladronzuelo.
Origen de cattus, catta
Ciertamente la palabra ‘gato’ en español y en portugués proviene de cattus, catta, pero las mayores interrogantes están en precisar cómo fue que estas voces llegaron al latín. He aquí la explicación más aceptada:
Cattus quizá procede de kadīs (gato) en la lengua nubia; término emparentado con kaddîska o kadīska (gato salvaje) de alguna lengua cercana. Probablemente la palabra árabe qitt, ‘gato’, puede tener el mismo origen. Las raíces más lejanas de la palabra gato se remontan con cierta imprecisión a lenguas del Norte y del Cuerno de África o idiomas camíticos (ahora llamados afroasiáticos) hablados por pueblos que se consideraban hijos de Cam, un personaje bíblico hijo de Noé. Por lo tanto, ‘gato’ es un término no indoeuropeo, aunque ha penetrado profusamente en prácticamente todos los idiomas de esta familia lingüística, entre ellas, nuestro castellano. Mientras que la palabra felino predomina sobre todo en el lenguaje biológico.
Términos derivados de cattus
La voz latina tardía (III-VI d. C.) cattus también originó kaz en bretón; kat en holandés; katt en sueco; kočka en checo; γάτα, ‘gáta’ en griego moderno; en galés kath; en italiano gatto, en francés chat; katte en antiguo frisón (ss. XI-XV); en antiguo eslavo eclesiástico kotuka, kotel’a; kotka en búlgaro; koška en ruso; kot en polaco; katė en lituano, que también originó katti en finés (lengua no indoeuropea); köttr, kǫttr en nórdico antiguo; cath en galés; cat en irlandés; kazza en antiguo alto alemán (siglos VI-XI); Katze, Hauskatze (gato doméstico) en alemán actual; catt, catte en antiguo inglés (siglos V-XII), de donde pasó al inglés medieval como cat, catte y finalmente derivó a cat en inglés actual. Todos son términos cognados porque comparten una raíz común.
Otras hipótesis sobre el origen de cattus
Otras hipótesis sugieren que cattus proviene del copto (una lengua egipcia religiosa que se remonta a varios siglos antes de Cristo) ϣⲁⲩ, šau que significa «gato», o su forma sufijada femenina con -t. Así mismo, cattus puede ser que proceda de otra lengua afroasiática o nilosahariana (región del Sahara en el área del río Nilo). El término nubio kaddîska (gato salvaje) y kadīs con igual significado en lengua nobiin son cognados. Del mismo modo, se cree probable que la palabra nubia kaddîska quizá sea un préstamo del árabe قَط qaṭṭ ~ قِطّ qiṭṭ.
Probable origen Europeo
Otros creen incluso que acaso la palabra cattus (gato) pueda derivar de una palabra proto germánica (descendiente a su vez del protoindoeuropeo, aunque algunos sugieren que también tiene componentes no protoindoeuropeos) muy lejana en el tiempo (hacia la segunda mitad del primer milenio a. C.), que pasó al latín, luego al griego, al siríaco o caldeo (dialecto del arameo) y al árabe. Así que entonces se postula un proceso inverso, es decir, el origen estaría en las añejas lenguas germánicas y de las regiones nórdicas de Europa, y, finalmente, también ser un préstamo del grupo lingüístico urálico; por ejemplo: gáđfi (armiño hembra) en sami septentrional y hölgy (armiño hembra) en húngaro, del proto-urálico *käďwä (un animal hembra con pelo). Aunque por supuesto, el armiño es un mustélido, mientras que el gato es un felino.
catta, cătus
Catta (el femenino de cattus) es un hápax (nada más utilizada una vez) que se registra hacia el año 70 por el poeta latino Marco Valerio Marcial (40-104 d. C.), para referirse a cierto tipo de ave desconocida de la región de Panonia, y escribió cattae Pannonicae. Panonia (Pannonia) es una región al sur del río Danubio, conquistada por Roma a finales del siglo I antes de Cristo, que actualmente comprende el oeste de Hungría, Austria, Croacia, etc.
Cătus es una palabra latina de origen sabino, cuyo significado es equivalente a acūtus: ‘circunspecto’, ‘astuto’, ‘hábil’, ‘ingenioso’, ‘recatado’, ‘agudo’; que encontramos en frases como: cata dicta (dichos agudos), catus jaculari cervos (hábil o diestro para cazar ciervos), legum catus (jurista sabio). Así mismo, Vegecio Renato del siglo IV usó este mismo término para nombrar cierta máquina militar, con un significado semejante a vinĕa (máquina de guerra, también viñedo), plutĕus (parapeto o cubierta militar).
es una suposición muy personal, pero si el nombre biológico del gato doméstico es Felis silvestris catus Schreber 1775 o Felis catus Linneo 1758, probablemente los taxónomos quisieron decir «felino astuto o hábil», ya que eso significa catus en latín, pues todos somos testigos de la astucia con la que nuestros mininos cazan a sus presas.
ἄιλουρος, κάττα
Los antiguos griegos llamaban ἄιλουρος, ‘ailouros’ (literalmente ‘movimiento ondulante de la cola’, por la forma en la que menean la cola al caminar) al gato. Encontramos esta palabra en escritos de Heródoto (siglo V a. C.) ya con el significado de ‘gato doméstico’ y un siglo después en la Historia Animal de Aristóteles.
En griego tardío, fue el médico y político Caesarius (Cesáreo de Nicianzo, 330-368), quien parece fue el primero en escribir hacia el año 350 d. C., la palabra κάττα, ‘katta’ como el nombre del gato doméstico. Seguramente tomado del latín cattus.
Domesticación del gato
De una manera muy general, puede decirse que los antiguos ancestros salvajes de nuestros gatos se dispersaron, sin ser todavía domésticos, desde el suroeste de Asia (el Medio Oriente) allá por el año 4400 a. C. Probablemente estos animales comenzaron a merodear o vagar cerca de las comunidades agrícolas de Mesopotamia, Persia y el Mediterráneo Oriental hará unos 8000 años (hacia el 6000 a. C.); donde al principio eran simplemente tolerados por el hombre, pero probablemente entraron en un mutuo beneficio con los humanos al controlar los roedores de los graneros donde se guardaban excedentes de la agricultura de aquellas épocas.
Al perseguir a los roedores, los gatos se aproximaban a las viviendas y comenzaron a tener los primeros contactos con el humano, lo que gradualmente posibilitó su domesticación. Lo que contrasta con la domesticación del perro, que algunos calculan sucedió hace unos 30 000 años, cuando los hombres prehistóricos eran cazadores y recolectores, de modo que los canes (según se cree manadas de lobos) se acercaban para comer residuos de carne. Siendo entonces la domesticación del gato una consecuencia del desarrollo de la agricultura en esta región, que se inició hacia el año 9500 a. C.
Algunas precisiones sobre la cronología de la domesticación del gato
Aunque la cronología es insegura, la domesticación de los gatos se remonta al menos al 3.600 a. C. Lo que claramente son gatos domésticos aparecen representados en las pinturas de las tumbas del Nuevo Imperio egipcio (c. 1550-1070 a. C.) Sin embargo, la evidencia arqueológica más antigua de lo que parece una domesticación de gatos data de al menos el año 9.500 a. C., en la isla de Creta, la más grande de Grecia (habitada por humanos desde hace al menos unos 130 000 años); y restos de gatos también se han datado en 8.700 a. C. en Jericó, considerada por algunos como la ciudad más antigua del mundo, ubicada en el valle del río Jordán, al este de Jerusalén.
La domesticación del gato es más reciente que la del perro
Teniendo en cuenta estos datos, un periodo razonable para la domesticación de los gatos es entre 9500-3600 a. C. (máximo entre los años 11 000-4000), a partir de la especie salvaje Felis silvestris lybica del Oriente Próximo, que parece tener unos 131 000 años de antigüedad.
En resumen, las evidencias genéticas parecen revelar un prolongado episodio de domesticación, que incorporó múltiples matrices de gatos salvajes en el área cultural humana del Cercano Oriente. Esta evolución puede entenderse más claramente en el contexto de los patrones de desarrollo agrícola, que fueron un escenario ideal para la domesticación del gato.
De cualquier manera, la domesticación del gato resulta muy modesta si la comparamos con el tiempo que tiene la del perro. Los gatos se aferran al lugar donde viven, en cambio, los perros siguen a su amo de muy buena gana a donde quiera que él los lleva. La cara y la mirada de un perro es mucho más expresiva que la de un gato, que no revela muchas expresiones de afecto hacia el amo. Algunas veces intenté llevar a mi gato en brazos fuera de casa. Nada más me alejaba unos 50 m y tenía que soltarlo, porque se retorcía y me arañaba.
Los gatos en Egipto y otras cultura
Aunque los gatos eran sagrados en Egipto durante la V y VI dinastía (h. 2465-2160 a. C.), como lo muestran centenares de momias de estos carnívoros enterradas en honor de la diosa Bastet, que se representaba con cuerpo femenino pero con cabeza de gato (¿o gata?) y que era adorada en la ciudad de Bubastis desde hace unos 5.000 años, se estima que su domesticación definitiva se dio en esa región, pero a mediados del milenio II a.C.
Los gatos se conocen desde la antigüedad en otras culturas. En la isla griega de Creta arriba mencionada, existen escritos sobre gatos cazadores hacia el año 1.600 a. C. Según la literatura y el arte en Grecia, el gato doméstico ya se tenía al menos para el siglo V a.C. En India los gatos fueron mencionados en lengua sánscrita desde el año 100 a. C.
Denominación taxonómica
Linneo propuso en 1758 el nombre científico Felis catus (felis, el primer nombre del ‘gato’ y catus, ‘gato’ en latín tardío). Tiempo después, su alumno Johann Ch. D. von Schrelier (1739-1810), introdujo en 1775 el nombre Felis silvestris para nombrar a los gatos silvestres de Europa, Asia y parte de África. Del latín silvestris (salvaje, que vive libre en el campo).
Me gustó mucho el dato curioso de los cinco deditos en las patas delanteras y cuatro deditos en las patas traseras. Muy interesante artículo.
Gracias, Profesor Treviñl.