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odio, un sentimiento negativo, aversión, antipatía

Odio es un sentimiento opuesto al amor, perdurable y tenaz, relacionado con una marcada respuesta emocional de aversión, ira, antipatía, hostilidad, miedo, o rechazo intenso, especialmente hacia una persona, cosa o idea considerada como despreciable e insoportable; y que en ocasiones conduce a la ejecución de actos violentos. De cualquier manera, el odio causa evidente daño a quien lo experimenta.

El odio surge de una emoción o excitación intensa negativa, tal como el miedo, la aversión, la cólera, etc., que surge como una experiencia subjetiva, más que como una reflexión consciente. Como toda emoción, el odio va acompañado invariablemente de cambios fisiológicos (hormonales y neurológicos) o reacciones complejas, aunque pueden ser no muy aparentes para el que las experimenta ni para el observador. Debe distinguirse de otros estados como la cognición, volición, y el conocimiento o conciencia de las sensaciones físicas.

‘Emoción’ significa algo que mueve, incita, estimula, provoca, altera, alborota, agita las pasiones y su etimología explica todos estos hechos. Según el Diccionario de la Lengua Española, ‘emoción’ procede del latín emotio, emotiōnis («emoción», «que conmueve o perturba», no documentado en latín clásico), del latín emoveo, ēmovēre, «mover una cosa, cambiarla de lugar», precisamente lo que hace una emoción, “mueve y cambia nuestros sentimientos». Por lo tanto, el odio, la alegría, la tristeza, el amor, etc., nos mueven a mostrar o a ejecutar ciertas acciones o conductas. Recomiendo al lector que lea la entrada «emoción«.

Etimología de odio

Esta palabra es un cultismo porque se tomó en préstamo del latín, sin pasar por los cambios fonéticos de los vocablos patrimoniales. Procede de ŏdĭum (Gaffiot p. 1070), que significa ‘sentimiento de rechazo hacia algo o alguien’, ‘aversión’, ‘disgusto’, ‘enojo’, ‘antipatía’, ‘actitud hostil’; del verbo ōdī, odīsse (también ŏdĭo, odīre), ‘odiar a alguien’, ‘no soportar’, ‘no ver con agrado’, ‘aborrecer’, ‘detestar’. De donde los derivados: 1) odiōsus (detestable, insufrible, que derivó en la palabra ‘odioso’); 2) odiossicus (desagradable, también funesto, triste); y el adverbio odiose (odiosamente). 

En la dicción o palabra ŏdĭum podemos distinguir el verbo ōdī, más el sufijo latino -ium, una terminación de ciertos nombres neutros, derivados verbales, a veces también con un sentido diminutivo, que podemos ver en muchos términos latinos o latinizados. Algunos ejemplos: delirium (delirio), primordium (origen, comienzo), officium (servicio, como se dice, «la misa se oficiará”…), patrocinium (defensa, protección), suffugium (refugio), territorium (territorio), millenium (milenio), y muchos más. En neologismos, -ium se emplea también para el nombre de elementos o compuestos químicos, por ejemplo: barium, ammonium, magnesium, sodium, rubidium; o como diminutivo: ommatidium (ojo pequeño), oogonium, antheridium, syncytium.

Estos términos están vinculados a la raíz indoeuropea *od-2 (aversión, antipatía), también asociada a ateam (yo odio), en armenio; atol, aetol (funesto, malo), en antiguo inglés; atall (violento, feroz), en nórdico antiguo; el radical griego ὀδυς- (odus-, odys-), de donde ὀδύσσασθαι = odyssasthai (estar enojado) en griego antiguo, etc.

Frases de la antigüedad con ŏdĭum y ōdī

Como ejemplos de expresiones antiguas con ŏdĭum, se pueden citar dos del escritor latino Tertuliano: 1) neque agri neque urtis ŏdĭum me unquam percipit (nunca llegó a cansarme ni el campo ni la ciudad), 2) cum tuo istoc odio (con esos tus odiosos hábitos). Y con el verbo ōdī: 1) ōdī tempus erit quum diem oderit (vendrá un tiempo en que aborrecerá ese día), del poeta Virgilio.

Como sinónimos de odio, se pueden citar los siguientes: animadversión, rencor, aversión, abominación, antipatía, tirria, desprecio, ojeriza. Y como antónimos: cariño, afecto, amor, apego, estima, aprecio.

CONSIDERACIONES ADICIONALES

El odio se vincula con sensaciones como el enojo, la aflicción, el desconsuelo, la intranquilidad, la zozobra, etc. Al sentirlo, se altera la estabilidad y el sosiego, disgrega la atención, entorpece la concentración y también consume al que lo padece. El odio es un sentimiento avasallador, represor, tirano, opresor. De la misma manera que la amargura, la auto conmiseración, la culpabilidad, la decepción, la intranquilidad y bueno…

Si tu odias a una persona, permaneces atado a ella, debido a que ocupa un espacio perturbador en tus pensamientos… y a veces la persona odiada ¡ni siquiera lo sabe!

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 28 de septiembre de 2020.

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan dispares. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías y ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

1 Comentario

  1. Muchas gracias por tus aportaciones, Profe Treviño. Yo también soy amante de este tipo de indagaciones y reflexiones. Mezclar la exposición filológica con la historia es siempre enriquecedor.

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