¿Qué es un planeta?
Bajo un modelo de sistema solar, un planeta es un astro más grande que un asteroide o cometa, iluminado por la luz de una estrella, como el Sol, alrededor del cual orbita, y que tiene la masa suficiente para tomar una forma esférica, así como para despejar el recorrido de su órbita, y además, no ser satélite de otro planeta.
Así mismo, un planeta se caracteriza por no irradiar energía generada por reacciones nucleares internas de fusión nuclear, como nuestro sol y las estrellas. Algunos científicos también consideran características como el tamaño, o sea, un planeta debe ser un objeto con un diámetro mayor a 1000 km, o algo más que el asteroide Ceres (diámetro 952 km), el más grande que se conoce; para que tenga la masa suficiente que le permita tomar forma esférica.
Un planeta también es un astro que gira alrededor de cualquier estrella fuera de nuestro Sistema Solar; entonces hablamos de “exoplanetas”.
En la Antigüedad, siete planetas: Mercurio, Venus, Luna, Sol, Marte, Júpiter, Saturno
Como antiguamente se tenía el concepto del geocentrismo (la Tierra era el centro del universo), llamaban planeta (“errante” en griego) a los siete cuerpos celestes ostensibles a simple vista: Mercurio, Venus, la Luna, el Sol, Marte, Júpiter y Saturno, que pensaban le daban vuelta a los cielos alrededor de nuestra Tierra y las estrellas fijas. Es decir, eran los siete cuerpos errantes (πλανήτης = planḗtēs en griego) del firmamento.
Urano puede verse con mucho trabajo sin telescopio —en las oposiciones su magnitud es de 5,7 o el límite de visibilidad a simple vista—, pero, por esa escasa luminosidad y la lentitud con la que se mueve en el cielo (su revolución sideral es de 84 años), los antiguos lo confundían con una tenue estrella. Neptuno, el más alejado de nosotros, no se ve sin telescopio.
En astrología, un planeta es uno de los siete cuerpos celestes que recorren el cielo, y que en conjunción con las estrellas (signos zodiacales), se cree que influyen en los asuntos humanos, las características personales y el destino de cada quien.
Etimología de ‘planeta’
Lo primero que debe decirse es que la etimología de ‘planeta’ hace alusión al hecho de que estos astros eran considerados por los antiguos como “estrellas errantes”, que cambiaban su posición en el cielo, mientras que las “estrellas fijas” permanecían siempre donde mismo y eran vistas año tras año “siempre allí”, “en aquel mismo lugar”.
Los romanos —en los tiempos de Cicerón— llamaban a los planetas stellæ errāntes, “estrellas errantes”, “no fijas” o stellæ vagæ, de stella (estrella, astro), erro, errāre (andar vagando de un lugar a otro) y vagāri (correr o andar de un lugar a otro, vagar). Para los antiguos griegos, άστρον (ástron) significa “estrella”, de donde provienen los términos astrofísica, astrología, astronomía y astronauta.
Después —entre los siglos II-IV d. C., ya en latín tardío—, el latín creó la palabra plănētēs, pănētæ (siempre en plural) con el significado de “planetas” del griego πλανήτης = planḗtēs (errante, vagabundo).
Plănētēs, pănētæ (en latín), concretamente proviene del antiguo griego οἱ πλάνητες ἀστέρες = oi plánetes astéres (las estrellas errantes, documentado en Aristóteles), o simplemente πλάνητες = planḗtēs (los planetas); del mismo modo que πόντον πλάνητες = pónton plánetes eran “los vagabundos del mar”, de πόντος (mar abierto). Derivado de πλάνης ητος = plánes, -etos, “vagabundo”; erro, onis (errante, vagabundo) en latín.
Datos etimológicos adicionales
Lo opuesto a οἱ πλάνητες ἀστέρες era οἱ ἐνδεδεμένοι o απλανεῖς = oi endedeménoi, οi aplaveis (fijo, no errante), es decir, “las estrellas siempre fijas”. Y es que estas noches del invierno boreal, por ejemplo, pueden verse los planetas (οἱ πλάνητες ἀστέρες) Venus, Júpiter y Marte, pero dentro de poco ya no los veremos. El próximo año más o menos en estos mismos meses, volverán a verse, pero en una posición diferente con respecto a las estrellas fijas (οἱ ἐνδεδεμένοι, απλανεῖς), es decir, las constelaciones propias de esta época (Orión, Tauro, Géminis, Erídano, Can Mayor, Can Menor, etc.)
Los antiguos pueblos del Oriente Cercano asociaban a los planetas con ciertos colores, aunque no necesariamente por su aspecto: Sol (dorado, color oro); Luna (plateado); Venus (blanco); Mercurio (azul); Marte (rojo); Júpiter (verde); Saturno (amarillo).
Como dato curioso, Hipócrates llamaba πυρετοί πλάνητες = puretoí o pyretoí plánetes, a las fiebres que llegan con una frecuencia irregular, intermitente o errática. Otra forma de usar el significado de planḗtēs.
Así mismo, Πλανητιάδης = Planetiádes significó en antiguo griego ‘hijo de vagabundo’ y era el epíteto de un personaje llamado Dídimo el Cínico, del que muy poco se sabe. La escuela de los Cínicos (hombres errantes de aspecto descuidado, que vivían como mendigos y andaban de un lugar a otro) fue fundada en el siglo IV a. C. por el filósofo griego Antístenes.
Probable relación indoeuropea
Los términos πλάνητες, πλάνης están asociados a la raíz indoeuropea *pelǝ-, plā- (ancho, plano), también vinculada con el griego jónico-ático παλάμη, “palma». Así como en latín plānus, a, um, “plano”, “llano”, plănus, i (de πλάνης), “vagabundo”, “charlatán”; palma, ae, “la palma de la mano”, “la mano entera”, “la palmera, por sus hojas planas y anchas y su fruto” o dátil; pălam, un adverbio que significa “abiertamente”, “públicamente” “que todo mundo lo sabe”, como en palam mentiri (mentir descaradamente). Numerosas palabras de uso actual se relacionan con esta raíz PIE: aplanar, explanada, llano, llanero, llanura, piano, palatabilidad, Polonia, palma, palmar, palmera, palmario, planetoide, planetesimal, planisferio, planicie, plancha, planimetría, plasma, paladar, paladín, palatino, Toxoplasma, etc.
INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA
Los planetas no titilan como las estrellas (soles muy lejanos)
Cuando observamos una estrella, vemos que centellea con un ligero temblor, como si la luz que produce cambia incesantemente de intensidad y de color. Realmente esto no sucede, sino que el fenómeno se debe a que, cuando la luz llega a la atmósfera terrestre, pasa por regiones en las que el aire tiene cambios en temperatura y densidad, lo que hace una especie de turbulencia que provoca un “centelleo atmosférico”, aún mayor en lugares con elevada humedad. Por eso, las condiciones ideales para un observatorio astronómico son lugares de gran altitud y secos o de plano, fuera de nuestra atmósfera.
Debido a que, por ejemplo, Marte y la Luna carecen de atmósfera, y si pudiéramos algún día ver las estrellas desde sus superficies, sería un precioso espectáculo, pues las contemplaríamos sin en el centelleo o titileo que desde la tierra muestran, por las distorsiones atmosféricas recién mencionadas ¡Una visión impresionante!
Titilar, cintilar o centellear son tres verbos que se refieren a este mismo fenómeno, que no sucede con los planetas ni la Luna, debido a que emiten un brillo más intenso (que resulta de la luz solar que reflejan debido a su albedo), de tal manera que no se ve afectada su luz por refracciones al atravesar la atmósfera inestable.
Los planetas siempre recorren el cielo por la eclíptica
Los ocho planetas conocidos (Plutón fue considerado planeta desde 1930, año de su descubrimiento, hasta 2006, cuando la Unión Astronómica Internacional lo degradó a la categoría de Planeta Enano) se mueven alrededor del Sol en órbitas elípticas, viajando en sentido contrario a las agujas del reloj, como visto por un hipotético ojo distante que mira desde el Polo Norte terrestre.
Los planos de sus órbitas casi son coincidentes, de manera que, vistos desde la Tierra, los planetas se mueven solamente dentro de un estrecho cinturón que se llama eclíptica, la cual rodea la esfera celeste, por donde también se mueven el Sol y la Luna. Por eso, jamás veremos un planeta —como Marte, Júpiter o Saturno— en la constelación de la Osa Mayor, ni en la del Centauro. Precisamente —como ya lo señalé— esto fue lo que hizo a los antiguos relacionar los signos zodiacales (que recorren la eclíptica) con los planetas, para desarrollar sus cartas astrológicas.
Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 22 de febrero de 2023.