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fatal, fatalidad, fatalismo, Parcas, Moiras

Definición de fatal, fatalidad y fatalismo

  • Fatal (adjetivo). Destinado, ineludible, inevitable, desgraciado, infeliz, aciago, desgraciado, mortífero, lamentable, funesto. Un acontecimiento considerado como accidental o contingente o a veces fortuito, imprevisto pero de consecuencias funestas, mortales. Que sucede porque así tenía que ser. Fatal implica la inevitable o ineludible —no sujeta a la mera probabilidad— ocurrencia de muerte o desastre
  • Fatalidad (sustantivo). Desdicha, desgracia, desventura, infortunio. Lo que sucede independientemente de las circunstancias, porque está dicho que ocurrirá, con la idea de que es un designio de los dioses o de seres superiores. Necesidad, con el sentido de aquello a lo que no puede uno resistirse. Evento causado por el destino. Una altísima probabilidad de que algo termine en un desastre. Muerte causada por un hecho desastroso, como un accidente, una guerra, un sismo, un huracán.

“Fatalidad” se forma con el adjetivo “fatal” más el sufijo  de cualidad -idad (del latín -tas, -ātis) formador de sustantivos abstractos a partir de adjetivos, como en barbaridad, naturalidad, brutalidad, efectividad, liviandad, conformidad y muchos más.  

  • Fatalismo (sustantivo). Creencia o doctrina según la cual se acepta que todos los eventos son determinados por el destino y, por lo tanto, son inevitables. El destino de cada persona —y de la humanidad—  está determinado de antemano, con independencia de lo que haga, deje de hacer o desee.  

En “fatalismo” encontramos el adjetivo «fatal» más el sufijo nominal (formador de sustantivos) -ismo del latín  -ismus, y este del gr. -ισμός –ismós. En este caso indica creencia o doctrina como en comunismo, creacionismo, cristianismo, platonismo, marxismo, budismo, etc. Aunque puede indicar otras cosas, por ejemplo: Tendencia, actitud (egocentrismo); proceso patológico (raquitismo, reumatismo); actividad recreativa o deportiva (ciclismo, alpinismo), etc. 

Etimología de “fatal”

El origen del término «fatal» se remonta a las creencias romanas relacionadas con los dioses y sus designios, los oráculos, que eran considerados como absolutamente inevitables, incontenibles, fatales. Ahora fatal conserva cierta idea de lo inevitable, aciago, funesto, desgraciado, infeliz.

“Fatal” deriva del latín clásico fātālis (μοιραιος “moiraios” en griego antiguo que más abajo menciono), adjetivo que significa: relativo o marcado por el hado o el destino, funesto, pernicioso, mortal; de fātum (hado, oráculo, fuerza irresistible y misteriosa, declaración profética, presagio, mala suerte, percance, marcado por el destino, la respuesta que daba un dios, aquello que ordenan las divinidades; también calamidad, desgracia, ruina, muerte). Fātum es el participio pasado del verbo for y su infinitivo fāri (hacer saber, pero con sentido adivinatorio; decir, hablar, profetizar, predecir), porque “fatal” era lo que decían los dioses que tendría que suceder de manera forzosa, ineludible, incontenible.

Nexos indoeuropeos de fātālis, fātum y el verbo, fāri

Estos términos se asocian a la hipotética raíz indoeuropea *bhā- (hablar) que Pokorny tiene en la página 105, raíz también relacionada con los términos latinos fábula (conversación, relato, charla); el verbo fabulari (hablar, conversar); fabulosus (abundante en mitos); el adjetivo infans, –antis (que todavía no habla); φωνή = phōnē en griego antiguo: “sonido, sonido de la voz humana y de los animales”, que dio palabras como afonía, afónico, fonógrafo, fonética, teléforno, micrófono y otras.

Fatal, fate en inglés tienen la misma etimología que fatal en español

En inglés existen, con igual etimología, el adjetivo “fatal” (inevitable, funesto, fatal, ominoso, profético) y el sustantivo “fate” que significa destino, hado, sino; también muerte, ruina, destrucción. Las Fata, Fatae, plural de fātum o Parcae (Parcas) eran, en la mitología romana, las tres deidades, viejas hermanas, Cloto (Kloto), Láquesis (Lakhesisi, Lachesis) y Átropos, que se encargaban de determinar el destino o la vida de cada quien, hasta su muerte. Nada más que el inglés tomó fatal, fate del francés medio, hablado entre los siglos XIV-XVI.

Las parcas romanas y las moiras griegas decidían la fatalidad inescapable 

Este trío de deidades romanas (Parcae) fue tomada de las deidades griegas Moirae o Μοίρᾱς = Moírās (Clotho, Lachesis y Atropos, hijas de Nix —la Noche—, o de Zeus y Temis), mencionadas por Hesíodo: tres mujeres viejas, feas, inflexibles y a veces lisiadas; de μοῖρα = moîra, “destino, porción”, lo que a cada quien le pertenece vivir en esta vida. Las Μοίρᾱς fueron mencionadas por Homero en sus poesías épicas del siglo VIII a. C. Concretamente Μοίρᾱ (Moira) era la diosa griega del destino, la que daba o repartía a cada quien la parte de lo bueno y lo malo que le tocaba vivir.

 εἱμαρμένη, μοῖρα

Al fātum romano, los griegos lo llamaban εἱμαρμένη = eimarméne o también μοῖρα = moira ‘una parte, en oposición del todo’, que también significaba destino fatal, tiempo natural marcado para morir de cada persona —todavía se oye decir, “murió porque ya le tocaba—; parte o lo que a cada quien le toca vivir. También predestinación de los astros, más o menos lo que dice la astrología con sus horóscopos

El karma no es lo fatal o la fatalidad

Como el karma del hinduismo, budismo y sijismo está determinado por decisiones y acciones que una persona elige en su vida previa, entonces no se considera como algo fatal determinado por dioses o fuerzas misteriosas y ocultas, sino una consecuencia de nuestras acciones previas, en vidas pasadas. 

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 9 de enero de 2025.

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan dispares. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías y ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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