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basílica, vena basílica

Iglesia basílica

Basílica es una iglesia notable por su antigüedad, extensión o magnificencia, o que goza de ciertos privilegios o distinciones, por imitación de las basílicas romanas. En la antigüedad era una casa real o palacio; un edificio público donde los romanos tenían un tribunal y era lugar de reunión, contratación y otras actividades económicas o políticas; iglesia del cristianismo incipiente (c. siglos II-IV d. C.), construida siguiendo el mismo modelo de las basílicas romanas, de los siglos III-I a. C. —que, como acaba de mencionarse— se utilizaban para actividades no religiosas.

basílica-catedral

Aunque suelen considerarse como sinónimos basílica y catedral, por tratarse de iglesias grandes e importantes, lo cierto es que no es lo mismo, porque, a diferencia de una basílica,  una ‘catedral’ —del latín tardío cathedralis (ecclesia)— es una iglesia principal en la que el obispo tiene su trono, sede o cátedra.

Vena basílica

La vena basílica es una vena superficial del lado interno del brazo. Nace de la unión de la cubital superficial y la mediana basílica. Al inicio es subcutánea, sigue el borde interno del bíceps. En la parte media del brazo perfora la aponeurosis braquial y termina en la humeral profunda o en la vena axilar. Su trayecto va acompañado del nervio braquial cutáneo externo. 

El nombre de la vena basílica

Aunque más abajo explico los términos con más detalle, el nombre de esta vena (no mencionado por los médicos de la antigüedad grecorromana) fue tomado del antiguo adjetivo griego βᾰσῐλική, masculino βᾰσῐλῐκός (basiliké, basilikós) que en origen significa “lo propio de la realeza”, “regio”, “principal”, “lo más importante”, también “prominente”, “destacado”, con el sentido de ser la vena más accesible o propicia para practicar sangrías. De βᾰσῐλική pasó al latín medieval como basilica, bailicam. En francés se atestigua desde 1398: voigne baselique: “vena de la cara anterior del brazo”. En los primeros años del siglo XV ya aparece en español como término anatómico y médico.

Origen de la palabra “basílica”

Antes que nada debe decirse que la palabra “basílica” se remonta a la antigüedad grecorromana, pero no tenía el significado actual, sino que, entre los griegos era un edificio majestuoso donde el rey-arconte (ἄρχων βασιλεύς = árchōn basileús) o magistrado impartía justicia en Atenas, de donde además la palabra pasó a significar excelsitud, grandeza, distinción y magnanimidad. 

Después los romanos, imitando el estilo griego, comenzaron a construir (siglos II-I a. C.) edificios con una arquitectura semejante, de forma rectangular, que básicamente constaban de un tribunal (trĭbūnăl, estrado semicircular donde se sentaban los magistrados); un tăbŭlārĭum a cada lado del tribunal, con los archivos del Estado o públicos; y las cŏlumnae o columnata a lo largo de cada lado del rectángulo; una serie de columnas alineadas y que llegaban hasta el pórtico (portĭcŭs) o atrio (atrium). Véase aquí

En las basílicas romanas (por supuesto, antes del cristianismo) se ventilaban asuntos judiciales, legales, de negocios, etc., pero de ninguna manera funcionaban como las iglesias cristianas. 

Restos de una antigua basílica romana en Leptis Magna, Libia (siglo II d. C.). Autor SashaCoachman. Imagen tomada de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Severan_Basilica.JPG

«Basílica» procede del latín băsĭlĭca

“Basílica” es una palabra que deriva del latín băsĭlĭca: ‘edificio público grande con pórticos interiores y exteriores, que se usaba como tribunal y bolsa de comercio, en los que se realizaban diversas transacciones. También un lugar recreativo o de paseo y con un área de vendimia en sus exteriores. Pero ya entrado el cristianismo, băsĭlĭca comenzó a significar “iglesia cristiana”, como se atestigua en las Crónicas (Chronicorum Libri duo o Historia sacra) del escritor romano Suplicio Severo (c.363-420), ya que el cristianismo primitivo adoptó el mismo diseño de las basílicas de la antigüedad.

El diseño de básico de las basílicas cristianas

La típica basílica cristiana tenía un diseño alargado u oblongo. Se podía entrar por el centro de uno de los lados a un amplio espacio llamado nave (del latín navis). Los creyentes se congregaban en la nave para practicar sus cultos. El edificio tenía un techo alto, casi siempre de madera. La mayoría de las basílicas tenían a lo largo de la nave un pasillo techado a cada lado, pero algunas veces podían ser cuatro pasillos. Una larga hilera de columnas (columnae arriba citado) separaba la nave de los pasillos. Un ábside (del latín absis, ‘arco’, ‘bóveda’) ocupaba un área en el extremo o la parte final de la nave. El ábside tenía un amplio espacio poligonal o semicircular, donde se colocaba el altar. El arquitecto romano Vitruvio (¿75-15 a. C.) hace una detallada descripción de las basílicas romanas precristianas en su obra De Architectura.

Lo que los cristianos nunca quisieron, era adoptar el estilo de los antiguos templos politeístas grecorromanos, pues odiaban todos los dioses que, a través de muchos siglos de mitos, se fueron configurando.

La Archibasílica papal de San Juan de Letrán en Roma. Autor MrPanyGoff. Imagen de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:San_Giovanni_in_Laterano_-_Rome.jpg

  

El término romano băsĭlĭca fue tomado del griego

Băsĭlĭca procede del antiguo griego βασιλική = basiliké, un adjetivo femenino (el masculino es βᾰσῐλῐκός = basilikós) que significa: real (de realeza), regio, como el poder del rey. Además, majestuoso, suntuoso, ostentoso, grandioso (como eran las antiguas basílicas grecorromanas). También se llamaba  βᾰσῐλῐκός στοά basilikós stoá o “pórtico imperial” o “sede del rey arconte” (στοά significa “edificio”, igual que οἰκία = oikía). El término βασιλική a su vez procede de βασιλεύς = basileús (rey, momarca, el gobernante), con el sufijo de relación o pertenencia -ική (-iké). El verbo βᾰσιλεύω = basileúo significa “ser rey”, “gobernar”, “reinar”.

Las basílicas cristianas

El concepto y el término latino băsĭlĭca tomó ya el significado de la cristiandad hasta los siglos IV-V d. C., sobre todo después del Edicto de Milán en el año 313 —bajo el gobierno del emperador Constantino I, cuando se reconoció la religión cristiana, la libertad de culto y cesó la persecución de los cristianos. A partir de ese tiempo, los cristianos se apropiaron de las basílicas paganas para sus ceremonias de adoración o construyeron nuevos edificios —con el apoyo de los emperadores— de acuerdo al antiguo modelo, de manera que la iglesia Romana adoptó el nombre (basílica) para sus lugares de reunión y culto.

Hubo naturalmente cambios en las nuevas basílicas: El altar cristiano reemplazó a la mesa para los sacrificios paganos o la silla del pretor romano en el centro del ábside, por el asiento del clérigo. Asimismo, la cátedra o trono del obispo estaba originalmente en el centro de la exedra (planta semicircular con asientos fijos en la parte interior de la curva), pero luego fue removida a un lado del altar. 

Las trece basílcas de Roma

Tradicionalmente se reconocen como basílicas a cada una de las trece iglesias de Roma, cuatro mayores y nueve menores, consideradas como las primeras de la cristiandad en categoría y gozan de varias distinciones o privilegios.

Basílica mayor es cada una de las cuatro de Roma, estaciones para ganar el jubileo (indulgencia plenaria, solemne y universal), y tienen título cardenalicio con un prelado como vicario. Las basílicas mayores son: La de San Pedro, San Juan de Letrán (la primera que se construyó en Roma, en tiempos de Constantino), Santa María la Mayor y la de San Pablo Extramuros.

Basílica menor: Cada una de las nueve de Roma, que tienen menos privilegios que las mayores. Hay más de 1500 basílicas menores alrededor del mundo. Las catedrales son consideradas como basílicas menores.

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 12 de diciembre de 2023.

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan disímiles. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión, muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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