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arado

Definición de ‘arado’

El arado es un instrumento agrícola que consiste en una cuchilla fuerte, generalmente enganchada a un equipo de tracción animal o mecánica y utilizada para romper, levantar, volcar y pulverizar parcialmente el suelo y abrir surcos como preparación para la siembra.

Origen de la palabra ‘arado’

El término arado viene de la forma castellana ya en desuso aradro, que todavía en 1992 la RAE lo consignaba como sinónimo de arado, que a su vez procede del latín ărātrum, que significa ‘arado’, un derivado del verbo aro, arare, ‘cultivar’, ‘surcar’, ‘arar’, ‘labrar’.

Al analizar la palabra ărātrum podemos distinguir el radical *ar(ǝ)- (‘arar’, ‘labrar’, según Pokorny p. 62), más el sufijo -trum que suele formar nombre de herramientas, por ejemplo, canistrum (canastillo), capistrum (cabestro, cuerda), feretrum (féretro). El vocablo latino  ărātrum se relaciona con la raíz indoeuropea *arə- (arar, labrar), también relacionada con el griego antiguo ἄροτρον = árotron, ‘un arado’ y ἀρόω = aróo, ‘arar’, ‘sembrar’; en antiguo armenio արաւր = arawr, ‘arado’; arjan en gótico antiguo con significado equivalente.

Derivados del verbo arare

Del verbo aro, arare derivan además, arātor, oris (el que labra o cultiva la tierra); arātōĭus (lo relacionado con la labranza), por ejemplo: arātor bos, ‘un buey que se destina al arado’, arātus (tierra que ha sido arada, cultivada o barbechada), y en sentido figurado, un rostro con arrugas, puesto que éstas parecen surcos.

Existió además un astrónomo y poeta griego llamado Arātus (castellanizado como Arato, en lengua griega Ἄρατός, 315-240 a. C), que escribió el poema Phenomena (Φαινόμενα) traducido al latín por el escritor romano Cicerón, obra en la que se dedicó a explicar fenómenos astronómicos como las constelaciones y los movimientos del Sol.

Antecedentes históricos

Los pueblos prehistóricos más antiguos nunca araban el suelo, sino que solo hacían hoyos con una vara para depositar la semilla y ocultarla de los pájaros y roedores. Mucho tiempo después, las personas descubrieron que las plantas crecían mejor en un suelo previamente aflojado o ablandado, y empezaron a utilizar objetos afilados como estacas, piedras, huesos o conchas para mullir los trozos de tierra antes de plantar la semilla.

Después de la azada o azadón, el arado fue el primer implemento diseñado para ayudar a un agricultor a labrar el suelo. Se estima que el primero (de madera) fue hecho hacia el año 6000 a. C., pero se trata nada más de un cálculo aproximado. Un campesino afilaba la punta de una rama bifurcada para voltear el suelo y tal vez necesitaba de otra persona para jalarla. El labrador guiaba el implemento sosteniendo el palo, mientras la otra lo accionaba.

Tiempo después, comenzaron a utilizarse los bueyes (se calcula que ya hacia los años ¿3800-3500? a. C. los usaban los pueblos del Medio Oriente*) para jalar el arado. Posteriormente, una especie de barra de hierro con punta reemplazó al extremo inferior de la rama. Asimismo, los egipcios cultivaban la tierra con arados de madera jalados por bueyes unos 19-14 siglos antes de Cristo.

Agricultores roturando la tierra con un arado jalado por un buey (grabado)
Agricultores roturando la tierra con un arado jalado por un buey, en la región mesopotámica del Imperio acadio, al norte-noroeste del Golfo Pérsico. Este grabado data probablemente de entre los siglos XXIV-XXII a. C. Imagen copiada el 1 de noviembre de 2020, de https://en.wikipedia.org/wiki/Plough#/media/File:Akkadian_seal_Agricultural_scene_Louvre_Museum.jpg Museo del Louvre. París, Francia.

*El Medio Oriente comprende las regiones de Asia Occidental, Turquía, Irán, Iraq, Arabia, Egipto, etc.

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 1 de noviembre de 2020.

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan dispares. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías y ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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