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balbucir, balbucear, balbuceo

definiciones

Balbucir es un verbo defectivo, es decir, no se usa ni en la primera persona singular del presente, ni el tiempo presente del modo subjuntivo. Sólo se conjuga en las formas que tienen i en la terminación o desinencia: yo balbucí, pretérito perfecto simple, primera persona singular; balbucía, copretérito, tercera persona singular. 

Las otras conjugaciones son substituidas por las correspondientes de balbucear (que comenzó a usarse desde el siglo XIX), un verbo regular que puede conjugarse en todos los tiempos, modos y personas. Balbucido es el participio de balbucir. Balbuceado es el participio de balbucear.

Balbucir es la forma más fiel a su etimología, como más adelante lo explicaré.  

Balbuceo (sustantivo) es la acción de balbucir, pero también el presente indicativo singular de la primera persona (yo balbuceo). Sustantivo: ‘el balbuceo es normal en los niños cuando comienzan a hablar’. Verbo: ‘cuando puedo, nada más balbuceo algunas palabras

Etimología de ‘balbucir’

El verbo balbucir procede del latín balbūtĭo o balbūttĭo y su primera persona balbutĭre, verbo que significa: balbucear o balbucir, tartamudear, pronunciar o articular mal las palabras, no pronunciarlas claramente; hablar de manera oscura o confusa. Plinio el Viejo le dio el significado de gorjear, refiriéndose a las aves canoras. 

Balbutĭre a su vez es un derivado de balbus, a, um, ‘que tartamudea’ ‘tartamudo’; término que también originó en español el adjetivo bobo (ingenuo, tonto, escaso de entendimiento, porque un bobo a menudo balbucea, no habla con claridad), bable (dialecto romance asturiano, por la idea de que su lenguaje era algo confuso o difícil de entender) y barbotar o barbotear (mascullar

Nexo indoeuropeo

Según los lingüistas, Balbūtĭo, balbutĭre y balbus están relacionados con la raíz indoeuropea *baba- que contiene la idea de “lenguaje cerrero, inentendible, incomprensible”, o también “la onomatopeya del ruido que hace la boca». A esta raíz también pertenece ‘bebé’ en español, del francés ‘bébé’, a su vez del inglés ‘baby-babe’; puesto que un bebé es un niño de muy corta edad que balbucea. 

Los términos latinos: barbare (a la manera extranjera, con crueldad); barbaria (el mundo extranjero, incultura, crueldad); barbaricus (extranjero, grosero); barbarismus (pronunciación inadecuada, barbarismo); barbarus (inculto, extranjero, ignorante).

En griego, βάρβαρος = bárbaros ‘extranjero’ (concretamente los griegos, en origen, se referían a los persas) ‘ni de Grecia ni de Roma’, porque no se entendía lo que hablaban, y por extensión, ‘inculto’, ‘ignorante’, ‘cruel’, ‘enemigo’, ‘invasor’, ya que Grecia tuvo muchos enfrentamientos con el pueblo persa; así como `βαρβαρόφωνος = barbaróphonos, ‘de lengua incomprensible’, también son vocablos ligados a la misma raíz IE. Términos de uso común como baba, baboso, babosada, babear, bárbaro, barbaridad, barbarie, barbarismo, bebé, bravo, bravucón, bravuconería y otras pertenecen al mismo grupo.

Secuencia que dio origen a la palabra ‘balbucir’ a través de unos 2300 años: balbucir < balbutĭre < balbus < raíz IE *baba- 

Balbucir, balbucear en los diccionarios españoles

Ambas palabras aparecieron en distintos diccionarios el año 1852:

La RAE (1852). “Balbucir, tartamudear”.

Diccionario de Adolfo de Castro y Rossi (1852). Balbucir, “lo mismo que balbucear”. Balbucear, “hablar entre dientes, o pronunciar con dificultad las palabras”.

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 28 de abril de 2023.

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan disímiles. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión, muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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