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palacio, palaciego, paladín, paladar

Definición de “palacio”

  • Un palacio es una casa grande y suntuosa destinada para residencia de reyes o monarcas.
  • Cualquier casa lujosa destinada para habitación de grandes personajes.
  • Un edificio público de carácter colosal o monumental.
  • Casa solariega o patrimonial de una familia noble.

Palaciego

Palaciego, ga (adjetivo). Que pertenece o se relaciona con los palacios. Dícese del que atendía  en palacio. “Palaciego” se forma con “palacio” más la terminación -iego, ga, un sufijo de pertenencia o relación formador de adjetivos y que a veces toma la forma -ego. Andariego, mujeriego y en sustantivos como labriego.

Paladín 

En tiempos pasados, un paladín era un caballero fuerte y audaz, que, espontáneo en la guerra, se distinguía por sus proezas y por ser un gran defensor de ciertas causas. En la alta  Edad Media, los paladines eran doce caballeros de leyenda, vigilantes y miembros primordiales de la corte de Carlomagno en el siglo VIII. Todavía se dice “Paladín de las causas justas”. “Paladín de la Revolución”. Paladino significa: claro, evidente, patente, palmario.

“Paladín” llegó al español por la elisión o reducción del italiano paladino (palatin en francés antiguo de los siglos IX-XVI) y este del latín medieval palatinus (cortesano), oficial del imperio en latín tardío (siglos II-V d. C), finalmente del latín clásico palatium que en seguida explicaré.

Etimología de la palabra “palacio”

Antes que nada debo decir que siendo “palacio” un término tan común, hay cierta controversia sobre su origen más remoto

“Palacio”, sin duda, viene del latín palatium; originalmente el palacio construido por el primer emperador romano César Augusto o Domus Augustana; así llamado porque se edificó sobre el mons Pălātĭum o monte Palatino, el central  de los Siete Montes o Septĭmonĭum (de septem, “siete” y mons, “monte”) donde, siete siglos antes, se había fundado Roma en el siglo VIII a. C., 21 de abril del año 753, hace 2778 años. Por eso en el festival Palilia —dedicado a la diosa Pălēs— de esa misma fecha, también se celebraba la fundación de Roma. 

Domus Augustana. El palacio construido por el emperador César Augusto, de ahí viene la palabra «palacio», palatium en latín clásico. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:0_Domus_Augustana_(1).JPG

¿De donde proviene Pălātĭum?

Diosa Pales

Pero volviendo al origen de Pălātĭum, hay varias versiones. Unos dicen que es un término etrusco y que tiene relación con la muy antigua diosa Pălēs recién citada, protectora de los pastores, rebaños y el ganado (F. Altheim. La fundación de Roma. Página 102). Esta divinidad primero era masculina y se relacionaba con el dios Júpiter. Después tomó forma femenina, dándole vigor a los machos y fecundidad a las hembras. En la víspera de este festival, se realizaba una ceremonia de purificación de casas y establos, que eran rociados con agua consagrada (Robert Graves. Mythology p. 209. Edición impresa).

Palatum-paladar 

Otra posibilidad es que “palacio” provenga de pălātum (voz usada por el médico romano Celso y autores más tardíos) que en latín clásico significa “bóveda de la cavidad bucal”, “paladar” (Gaffiot p. 1104), que después pasó al latín vulgar como palatār(e) y luego al español “paladar”.

Asimismo, pălātum —muy probablemente también vocablo de procedencia etrusca—, en sus más remotos orígenes, llegó a significar el firmamento o la bóveda celeste —de donde luego pasó a “bóveda o techo de la boca”. Y como bóveda celeste da la idea de algo elevado, que está en  lo más alto, bien podría haber pasado pălātum a mons Pălātĭum, el monte o elevación donde se fundó Roma, y de ahí a palatium o la residencia de los emperadores.

Los palacios comienzan a construirse para vivienda de los jerarcas 

El nacimiento del palacio, concebido como residencia real o imperial, va inseparablemente ligado al fenómeno de la jerarquización, es decir, la idea de que hay personas, que por su inmenso poder y excelsitud, poseen el grado de jerarcas, con el privilegio de vivir en casas suntuosas, o sea, en un palacio, una morada mucho más decorosa que las casas donde vive el pueblo en general. Este fenómeno se dio desde que comienza la vida ciudadana, donde se formaron las ciudades estado; de tal modo que las características de un palacio son equiparables a las de un templo dedicado a una divinidad.

En Mesopotamia, incrementaron su monumentalidad en las épocas de las dinastías asirias (milenios III-II a. C.) y neobabilónicas (siglos VII-VI a. C.). Aunque en menor grado, lo mismo sucedió en Egipto, Siria y Palestina. En el Cercano Oriente sobresalió la grandeza de los palacios persas durante la dinastía aqueménida de los siglos VI-IV a. C. De igual manera, en la civilización minoica o cretense (Palacio de Cnosos), entre los años 3000-1100 a. C.; y después la micénica del milenio II a. C., desarrollaron una vida palaciega, en la que los monarcas vivían en sus palacios reales.

La domus patricia romana

Los romanos conciben la domus patricia (domus, “casa” y “patricia” de patricius o persona aristócrata, de la clase alta) y alcanzan gran desarrollo en la época imperial: Domus Aurea de Nerón sobre la colina del Oppio, “Mons Oppius”; palacio de Domiciano, Palacio de Diocleciano en Spalato, hoy Split, al sur de Croacia.

Los palacios se siguen construyendo durante el período medieval

Durante la Alta Edad Media, los palacios comenzaron a mostrar cierto rasgo militar, pero todavía manteniendo el diseño romano. Sobresalen el palacio de Teodorico, rey de los ostrogodos en Ravena, Italia y el de Carlomagno (siglos VIII-IX) en Aquisgrán. Y bueno, la tradición sigue hasta nuestro tiempo: Palacio Nacional de la Ciudad de México, Palacio de Miraflores en Venezuela, P. de Versalles, Francia, P. de Minería en México… 

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 23 de marzo de 2025

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan dispares. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías y ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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