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Cupido, concupiscencia, codicia

Cupido, el dios romano del amor

Cupido es el dios romano o latino del amor, hijo de la diosa Venus y del dios Marte. Los romanos adoptaron este mito de Eros (Ἔρος o Ἔρως), un dios griego muy antiguo (ya mencionado por Hesíodo hacia el siglo VII a. C.) del amor y el deseo sexual, hijo de Afrodita (Venus romana) y de Ares (Marte romano). Aunque algunos dicen que Eros nació del  χάος = cháos (véase la entrada “caos”). Otra versión dice que Cupido es hijo de Venus, pero engendrado por Mercurio, el mensajero de los dioses.

Cupido fue representado como un niño  desnudo muy bonito (querubín, serafín) pero lujurioso. Armado con una aljaba llena de flechas colmadas de deseo. A veces se considera como un personaje amenazador, que hace planes funestos, como lanzar sus flechas a personas que jamás se unirían. Sin embargo, en general, era visto como una deidad benéfica por dar ventura a las parejas

En la mitología romana, Cupido (del verbo cupio, cupere, ‘desear, interesarse por’, ‘querer’), también era conocido como Amor (de ămŏr, ōris, ‘deseo, amor, afecto’), página 116.

Concupiscencia

La palabra “concupiscencia” es un sustantivo femenino que significa “deseo de bienes o placeres materiales”, pero muy especialmente de placer sexual. 

Concupiscencia es un cultismo que viene del latín tardío concŭpiscentĭa, que en origen significa avaricia, avidez, deseo de posesiones, apetito; pero el cristianismo luego tomó el término para referirse de manera especial al deseo sexual o carnal exagerado, pecaminoso. Concŭpiscentĭa deriva del verbo (en latín clásico) concŭpīsco, concupiscĕre que quiere decir “desear intensamente, con pasión”. Plinio el Viejo usó el término en sentido metafórico: Faba aquas in flore maxime concupiscit (El haba pide riego cuando está en flor).

Concupiscĕre es verbo formado por el prefijo latino con- que suele indicar totalidad, pero en este caso tiene función intensificadora, más el verbo cupĕre (desear, anhelar) que más abajo explicaré. Así que concupiscĕre es desear (-cupere) intensamente (con-).

Origen del término Cupido

Cupido es nombre que deriva del latín preclásico y clásico cŭpīdo, cupidĭnis que significa antojo, ambición, deseo, pasión amorosa. Cupido aquae (comediógrafo Plauto) “sed”, “deseo de agua”. C. gloriae (historiador romano Salustio) “amor a la gloria”. Differor cupidine ejus (Plauto) “me abraso (con el sentido de encenderse de pasión) en amor”. 

El cŭpītŏr es el apasionado, el deseoso. Cŭpĭntĕr es un adverbio que significa “apasionadamente” y está documentado en escritos del poeta romano Quinto Ennio y también de Plauto, ambos de los siglos III-II antes de Cristo. Cŭpīdĭnĕus es lo perteneciente al dios Cupido; también “bello como Cupido”.

Cŭpīdo deriva del adjetivo cŭpĭdus, a, um

Cŭpīdo es un derivado del adjetivo cŭpĭdus, a, um: “deseoso”, “que desea intensamente”, “apasionado”,  a su vez del verbo cŭpĭo, cupĕre: “desear”, “anhelar”, “interesarse por algo”, “hervir de deseo”. En Cŭpīdo interviene el elemento cup- del verbo cupere recién citado más el sufijo formador de sustantivos -ido (como en “libido”, es decir, todas las energías instintivas y de deseos derivadas del Id o el Ello según la teoría psicoanalítica.

Probable origen indoeuropeo de Cupido, concupiscencia, concupiscente y codicia

Según De Vaan, estos términos probablemente proceden del proto itálico (lengua hablada hace unos 3000 años) *kup-i~, *kup-ei- “deseo”, “ganas” relacionada con la raíz indoeuropea *ku̯ǝp- o *kwep- (humear, agitarse con violencia, hervir).

También relacionada con el latín concŭpiscentĭa (concupiscencia), concŭpĕre (desear ardientemente) y su participio concŭpĭens, -entis (ávido de ser el más importante); así como *cupiditia, de cupidĭtas, cupiditātis, de donde deriva el vocablo  “codicia” (ambición, deseo intenso) 

Y en antiguo griego καπνός (kapnós) en griego, que en origen significa “humo”, pero ya en griego científico médico “dióxido de carbono”, como en acapnia, “deficiencia dióxido de carbono en los tejidos”; neologismo de los años 1910s con el sentido de que el humo contiene este gas.

Un extracto de “La historia de Cupido y Psique” contada por el escritor romano Lucio Apuleyo (siglo II d. C.), nacido en Numidia, África  en su obra Las Metamorfosis o el Asno de Oro

Las Metamorfosis es una historia de aventuras que contiene elementos de mito, magia, sátira y romance, sobre todo la Historia de Cupido y Psique.

Venus sentía celos por la belleza de Psique

Venus, la madre de Cupida era la diosa de la belleza y del amor, indescriptiblemente bella, pero sabía de una mujer también preciosa llamada Psique —ψυχή (psyché) en griego antiguo—, de la que ella sentía unos celos que la carcomían. Por eso ordena a su hijo Cupido que use una de sus flechas para que se enamore de un monstruo, pero, accidentalmente, Cupido se hiere con su propia flecha y cuando ve a Psique queda prendado de su belleza y se enamora perdidamente de ella.

El padre de Psique —un mortal— consulta al oráculo de Apolo quien le augura que Psique será raptada por una especie de dragón y parirá una descendencia monstruosa. Asustado su padre, la abandona en un peñasco para que el monstruo se la lleve. Luego el viento del oeste la lleva a una casa de oro —el palacio oculto de Eros o Cupido—, en la que morará sola, donde por las noches oscuras acude un monstruo y la posee, sin que ella lo pueda ver y se va al rayar el alba. Ese monstruo que no se deja ver es, ni más ni menos, Cupido. Y de tanta visita y noches voluptuosas sucede lo esperable ¡queda embarazada!

Cupido huye y abandona a Psique

Aunque Cupido le prohíbe verlo a la cara, cierta noche Psique —aconsejada por sus hermanas— enciende una lámpara para ver a su marido mientras duerme y, para su sorpresa, ve a un hombre bellísimo, pero Cupido despierta, huye y la abandona. 

Después Psique, ya sola, llora por su amor perdido y vaga por el mundo en su búsqueda. Venus se da cuenta y se alegra de ello, la golpea y se burla de ella y le asigna tareas muy difíciles, hasta que, por cansancio, cae inconsciente y Cupido es quien la encuentra, la despierta y enternecido, le ruega a Júpiter (el dios supremo de los romanos), que permita a él y a su amada Psique vivir por siempre en paz, petición que Júpiter concede, y le dice a Venus que deje en santa paz a los amantes vivir amándose para siempre jamás. 

Para rematar, a Psique le dan ambrosía (del griego antiguo ἀμβροσία, ambrosía “manjar de los dioses”) para que adquiera inmortalidad. Y bueno, todos los dioses festejan la unión de Psique y Cupido con un gran tragantón. Del intenso amor entre Cupido y Psique nace una hija llamada Vŏlŭpta o Vŏlŭpia, la diosa romana del deleite “del latín vŏluptās, voluptatis, “placer”, “deleite” a su vez de vŏlŭp “agradablemente, con gusto, de una forma placentera” (https://hannahfielding.net/psyche-and-cupid/). 

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 31 de diciembre de 2024.

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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan dispares. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías y ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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