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cloro, gas altamente electronegativo

Generalidades sobre el cloro

El elemento químico cloro (símbolo Cl), es un gas altamente electronegativo, corrosivo, tóxico, verde amarillento (que tira más al verde que al amarillo) con un penetrante y desagradable olor, que irrita los ojos y el sistema respiratorio. Pertenece al grupo 17 o VIIA de la tabla periódica, que además incluye elementos como el bromo (Br) flúor (F), yodo (I) y astato (At). El cloro comparte con estos elementos la propiedad de formar sales (halógenos) al combinarse con el sodio. Debido a su alta reactividad, no se encuentra en forma pura en la naturaleza. Los gases volcánicos suelen contener pequeñas cantidades de gas hidrocloruro (HCl), intensamente irritante.

Se encuentra formando parte de constituyentes en los seres vivos, donde cumple funciones importantes. Es aproximadamente 2,5 veces más denso que el aire y moderadamente soluble en agua, formando una solución verde amarillenta pálida. Los compuestos que contienen cloro forman alrededor del 0,015% de la corteza terrestre y el 1,9% del agua de mar. Es el ion (Cl) más abundante en el océano.

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Cloro líquido bajo una presión de 7,4 bares y a la temperatura normal del laboratorio. Recuérdese que el punto de ebullición del Cl2 a la presión atmosférica ordinaria es de
−34.04 °C, Autor: Alchemist-hp (talk) (www.pse-mendelejew.de). Imagen de https://en.wikipedia.org/wiki/File:Chlorine_liquid_in_an_ampoule.jpg

Acuñación de la palabra ‘cloro’

La palabra ‘cloro’, que literalmente significa “amarillo verdoso” fue acuñada en 1810 por el químico inglés Sir Humphry Davy (1778-1829), para denominar a este gas, quien finalmente comprobó que era un elemento, e informó sobre ello a la Royal Society de Londres el 15 de noviembre de ese mismo año.

El gas había sido descubierto en 1774 por el químico sueco Carl Wilhelm Scheele (1742-1786), quien, según algunas fuentes, probablemente murió a los 44 años, por exponerse a compuestos tan tóxicos como el cianuro y el arsénico, sin la adecuada ventilación. Se estima que entre 15 000 y 20 000 experimentos llegó a realizar (tal vez la cantidad es exagerada), pero sólo una pequeña fracción han sido publicados. En fin, la historia del cloro, como del resto de elementos químicos es larga y compleja… pero en este espacio no la voy a tratar a profundidad. 

¿Por qué el nombre?

Humphry Davy propuso este nombre simplemente debido a que el gas, que había determinado  era un elemento químico, tenía un característico color verde amarillento. 

Para ello, seleccionó la antigua palabra griega χλωρός, que se translitera como chlōrós, y significa “verde amarillento”, como el pasto tierno, y el trigo inmaduro; también “verde brillante”, documentada en la Odisea y después en escritores griegos como Hesíodo, Píndaro, Sófocles, Eurípides, Hipócrates y otros. De una manera general, el término designaba a los tonos pálidos. Tratándose de la piel, un “tono entre blanco y pálido”. También se refería al tono amarillento, como la miel, por ejemplo, μέλι χλωρόν = méli chlorón, “amarillo como la miel”; así como “la arena amarillenta”, en la obra Áyax de Sófocles, del siglo V a. C. Hipócrates usó el vocablo para referirse al amarillo, la palidez, “verse de color bilioso”, de seguro un caso de ictericia.

Sin importar el color, χλωρός también se aplicó para referirse a ‘algo nuevo o fresco’, en oposición a lo seco, especialmente la madera, como la del olivo (en la Odisea); también para nombrar, por ejemplo, al ‘queso fresco’, ‘al pescado fresco’, etc. (Henry George Liddel p. 1730).

Nexos indoeuropeos de χλωρός

La palabra χλωρός tiene relación con la raíz indoeuropea *ĝhel-1 o *g̑hel‑, que conlleva la idea de ‘verde’, ‘brillar’, ‘azul’, ‘color oro’; *ghel-wo‑ ‘amarillo’, ‘amarillo-verdoso’; también vinculada con los antiguos términos griegos χολέρα = choléra, kholérā (cólera) y χολή = cholḗ o kholē, ‘bilis’, de donde las palabras ‘colédoco’, ‘melancolía’, ‘acolia’, ‘colangitis’ y otras. Y en latín, fel, fellis (hiel) y helvus (amarillento) en Gaffiot p. 740.

El sufijo -ina

Pero Humphry utilizó el viejo sufijo -ine, usado desde el inglés medio (siglos XII-XV); del antiguo francés -ine; a su vez del latín -īna, el femenino de -inus, por lo que llamó al cloro chlorine (todavía se conserva así en inglés), pero no en español, portugués e italiano (cloro), francés (chlore), alemán (Chlor) en los que perdió el sufijo. Y si -ine significa ‘sustancia’, entonces chlorine literalmente quiere decir “sustancia (-ine) verde amarillenta (chlorós)”.

-Ine (castellanizado -ina), se usó para denominar a los halógenos, bromine, chlorine, fluorine, iodine. En nuestros días este sufijo se utiliza mucho para dar nombre a un sinfín de sustancias: adrenalina, albúmina, amina, morfina, nicotina, antitoxina, cafeína, caseína, citocina, dopamina, efedrina, eritromicina, glicerina, penicilina, pepsina, riboflavina, taurina, tiamina, zeína y muchas muchas más. 

Algunos términos acuñados con χλωρός

Hay muchos neologismos derivados de χλωρός. Puedo citar algunos a guisa de ejemplo:

Cloramina, cloramfenicol, clordano, Chlorella, clorénquima, clordiazepóxido, clorinado, hipoclorito, clorobenceno, cloroformo, clorofila (literalmente ‘sustancia verde de las hojas), cloromicetina, cloroplasto, clorosis (cuando las hojas de una planta se tornan verde amarillentas), clorpromazina, clorotetraciclina ¿Te gustaría investigar sobre cada término?…

Un viejo libro español con la palabra ‘cloro’ 

Uno de los viejos libros en español donde aparece muchas veces el término ‘cloro’ es: Elementos de Química aplicada a la Medicina, Farmacia y Artes. Una traducción al castellano de la obra original escrita en francés Éléments de chimie appliquée à la médecine et aux arts (1822), del español experto en toxicología Mateo. P. Orfila (1787-1853), profesor de química médica de la facultad de medicina de París.

Antecedentes de la alquimia medieval

Aunque ya desde el Medievo los alquimistas árabes hicieron algunas investigaciones con sales de cloro, fue necesario esperar al siglo XVIII para que Scheelle por fin lo descubriera. Entre los árabes más destacados, se puede citar al iraní Jabir (Geber en latín) ibn Hayyan (c. 721-815) y al médico, filósofo y alquimista persa Abu Bakr Muhammad Ibn Zakariya al- Razi, Rhazes en latín (c. 865-925), sobre todo muy destacado en medicina, neuroanatomía y farmacología; de quien se cuenta, murió ciego a los 60 años, afectado por cataratas en ambos ojos. 

Jesús Gerardo Treviño Rodríguez. 14 de septiembre de 2022.

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Cloro líquido sometido a una presión de 7,4 bares y a temperatura ambiental. AutorChlorine_liquid_in_an_ampoule.jpg (3513×3442)
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Soy Jesús Gerardo Treviño Rodríguez, un profesor mexicano jubilado y además, ingeniero agrónomo con posgrado en parasitología agrícola. Durante más de un lustro colaboré en una página de etimologías, bien conocida por las personas que se interesan en esta fascinante área del conocimiento. Sin embargo, ahora deseo abordar temas etimológicos, pero además añadir, especialmente, contenidos históricos que fortalezcan el entendimiento de las palabras. No se sorprendan si encuentran contenidos tan dispares. Me encanta saber, aunque sea algo de todo, o bueno, casi de todo. A los que les gusta la concisión muy probablemente no tengan la paciencia de leer mis explicaciones, porque me agradan los detalles, y con mucha frecuencia anoto cosas algo alejadas del tema. Pero como aquí decimos "una cosa lleva a otra". Y no importa que eso suceda a menudo. Me encanta pasearme por el mundo de los datos. Echar a andar la imaginación. Precisamente por eso, el lema de Etimologías y ¡mucho más! Vaya para todos los que venturosamente se topen con mis notas, una modesta invitación para que lean mis artículos, y expresen su opinión. Dedico este trabajo a la memoria de mi madre, Victoria Rodríguez Quintanilla (mayo de 1904 - abril de 1992), que fue profesora por más de 40 años. A mis hijos, nietos y demás personas con las que tengo vínculos profundos. A todos mis queridos exalumnos, que tuvieron la paciencia de escuchar mis enseñanzas.

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